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Situación epidemiológica del adulto mayor en Chile

Epidemiological situation of the elderly in Chile

Resumen

Este texto completo es la transcripción editada de una conferencia dictada en el marco de la I Jornada Internacional de Enfermería Gerontológica y Geriátrica de la V región, organizada por el Colegio de Enfermeras de Chile, y realizada en Valparaíso el 3 y 4 de noviembre de 2006.

Perfil epidemiológico de Chile actual

El perfil epidemiológico chileno actual es consecuencia de la interacción entre las condiciones ambientales, los cambios en las conductas de los individuos y las intervenciones sanitarias aplicadas en las décadas precedentes, todo lo cual ha contribuido a mejorar en forma progresiva la condición de salud de los chilenos en los últimos 50 años, logrando ubicar a Chile entre los países con mejores indicadores de salud en Latinoamérica.

El envejecimiento es un fenómeno mundial que conlleva cambios en el área política, económica y social de un país. Las estimaciones para el año 2025 indican que más de la mitad de los países de Latinoamérica habrán experimentado un envejecimiento en su estructura poblacional; a su vez, se sabe que la estructura, organización, comportamiento y crecimiento poblacional dependen de los componentes epidemiológicos: tasa de fecundidad, tasa de natalidad y tasa de mortalidad. En Chile, la fecundidad ha experimentado un descenso, siendo en la actualidad cercana a 2%; la tasa de natalidad, que en 1990 fue 23 por 1.000 habitantes, en 2004 fue 15,1 por 1.000 habitantes; la tasa de mortalidad general se ha mantenido estable, en 1990 fue 6 por 1.000 habitantes y en la actualidad es 5,2 por 1.000 habitantes. La reducción de las tasas de fecundidad y natalidad y la estabilidad de la tasa de mortalidad hace que el país esté en transición hacia el envejecimiento.

La población mayor de 64 años fue 5,8% en el censo de 1982; en el año 2000 el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) registró 6,7% y el censo del año 2002, 8,05%. En 1930 la expectativa de vida era 45 años; en 1998, 75 años y según la proyección del INE al 2010, 78,45 años, siendo la expectativa de vida mayor en mujeres (81,53 años) que en hombres (75,49 años). En el año 2004, la tasa de mortalidad para el rango etario entre 45 a 64 años fue 7,1 por 1.000 habitantes en hombres y 3,9 por 1.000 habitantes en mujeres. En el grupo de 65 a 79 años la cifra subió a 37,3 en hombres y 22,1 en mujeres. Debido al aumento de la expectativa de vida, la mortalidad se desplazó hacia los mayores de 80 años, en los que la tasa fue 135,9 en hombres y 109,6 en mujeres.

Entre las causas de mortalidad entre 65 a 79 años, se ubican en primer lugar las enfermedades cardiovasculares: primero la enfermedad isquémica cardiaca y luego la enfermedad cerebrovascular; en tercer lugar está la diabetes mellitus. Después de los 80 años la patología cerebrovascular ocupa el primer lugar, luego las isquémicas cardiacas y en tercer lugar se agregan las enfermedades del aparato respiratorio, siendo la neumonía una de las principales causas de muerte. De un total país de 290.000 egresos, las causas de egreso hospitalario de adultos mayores en el 2004 fueron: circulatorias, 18,6%; respiratorias, 16,3%; digestivas, 13,1%; tumores, 10,6% y genitourinarias, 9,1%. Las primeras dos causas coinciden con las primeras causas de defunción a nivel país.

En cuanto a la funcionalidad del adulto mayor, según el censo realizado en junio de 2006 la población de adultos mayores bajo control en la atención primaria era 541.026 personas en todo el país, de los cuales, 42,8% eran autovalentes; 29,4%, con riesgo; 24,3%, dependientes y 3,3%, postrados. 88,4% de los pacientes postrados eran mayores de 70 años (Fuente: DEIS).

Características epidemiológicas del adulto mayor

Los datos que se presentan a continuación se obtuvieron de la Encuesta Nacional de Salud del año 2003, que se realizó a casi 3.500 personas, de la cuales un tercio eran adultos mayores. Los resultados indican que la patología cardiovascular es la primera causa de muerte en Chile y a medida que se avanza en edad aumenta su prevalencia: entre los 25 a 44 años es 22,3% y a los 65 años es 78,8%. El gráfico de la Fig. 1 muestra que la prevalencia de diabetes mellitus tipo 2 aumenta a medida que avanza la edad; entre los 25 a 44 años es 0,1%; entre los 45 a 64 años, 9,4% y en el grupo de 65 y más años llega a 15,2%. Hasta el momento se había trabajado en las metas sanitarias a nivel país con prevalencias menores, por lo que las metas de cobertura deberán aumentar.

Prevalencia de diabetes mellitus tipo 2 según grupo etario. Fuente: Encuesta Nacional de Salud, 2003.
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En el gráfico de la Fig. 2 se observa que a mayor edad, aumenta el porcentaje de individuos con niveles elevados de colesterol total y triglicéridos, aunque éstos aumentan entre los 45 a 64 años y descienden después de los 65. Los niveles de HDL descienden hacia los 65 y más años, mientras que los niveles de LDL van en aumento.

Prevalencia de dislipidemias según edad. Fuente: Encuesta Nacional de Salud, 2003.
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El peso promedio de los adultos mayores fue 67,9 kg, la talla promedio, 1,56 cm y el índice de masa corporal (IMC), 27,75 kg/m2. La encuesta no utilizó la evaluación del IMC según las tablas para adultos mayores, por tanto las cifras adicionales se obtuvieron del censo del año 2005. Respecto a la evaluación nutricional, se encontró que 9% de los adultos mayores tenían bajo peso (Araucanía Norte, Iquique y Antofagasta), 38,3% tenían peso normal (Coquimbo y Arauco), 29,3%, sobrepeso (Magallanes, Viña del Mar, Valparaíso, Bío-Bío) y 23,3, obesidad. Si se suman ambos porcentajes, el sobrepeso y la obesidad suman casi 60% (Encuesta Nacional de Salud, 2003. DEIS 2005).

El tabaquismo es un factor de riesgo cardiovascular y de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), ya que cerca de 80% de las personas que tienen EPOC tienen antecedente de tabaquismo. 10,5% de los adultos mayores tienen el hábito tabáquico y el promedio de cigarrillos diarios consumidos es 8,6 unidades (Encuesta Nacional de Salud, 2003). Por otra parte, con el transcurso de los años la actividad física disminuye y el sedentarismo en los adultos mayores es 95,7%. Al medir el riesgo cardiovascular en los adultos mayores según Framingham, que es lo que se utiliza en la atención primaria, se encuentra que la mayor parte de los adultos mayores se encuentra entre el riesgo cardiovascular alto y máximo (Tabla I).

Riesgo cardiovascular según Framingham.
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La prevalencia de enfermedades respiratorias crónicas en este grupo etario es 30%; al preguntar por la presencia de síntomas musculoesqueléticos no traumáticos en los últimos 7 días, 39,8% de los hombres y 56,8% de las mujeres refirió síntomas, pero de este porcentaje, 5% tenía diagnóstico previo de artrosis o artritis. Finalmente, en los mayores de 65 años la disminución de la agudeza visual es mayor de 90%, lo cual es factor de riesgo de caídas y accidentes y la disminución de la agudeza auditiva alcanza a 94,5% en hombres y 88,7% en mujeres.

En cuanto a salud mental, hubo síntomas depresivos en el último año en 17,8% de las mujeres y 7,2% de los hombres, aunque la prevalencia de síntomas depresivos actuales fue similar en ambos sexos. La Fig. 3 resume la presencia de deterioro cognitivo; como se puede ver, existen diferencias entre hombres y mujeres en la percepción de la calidad de la memoria. La prueba minimental demostró que a medida que avanza la edad, aumenta el porcentaje de deterioro, al igual que la prevalencia de discapacidad en el desempeño en la vida cotidiana, que es mayor en los mayores de 80 años (Fig. 4).

Prevalencia de deterioro cognitivo según grupo etario.
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Prevalencia de discapacidad de desempeño en la vida cotidiana.
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Es importante conocer el estado de salud oral de los adultos mayores, porque se puede convertir en un factor de riesgo de desnutrición, mala alimentación y dificultad en la relación interpersonal. Según la Encuesta, sólo 0,7% de los adultos mayores eran dentados totales, mientras que los desdentados totales eran 33,4%; el promedio de dientes remanentes era 7, el porcentaje con prótesis total, tanto maxilar superior e inferior fue 37,1% y se detectó presencia de caries en 44,7%. Del total de usuarios de prótesis dentales, 29,1% sentían incomodidad con ellas y con frecuencia no las utilizaban.

En el estudio SABE (Salud, Bienestar y Envejecimiento), que abarcó a países de Latinoamérica y del Caribe, la prevalencia de incontinencia urinaria fue 25% y las caídas en los últimos 12 meses, 35,3%. Se sabe que un tercio de la población mayor de 65 años sufre a lo menos una caída durante 12 meses y si ésta produce fractura y hospitalización, en 50% de los casos el paciente se agrava, no recupera su funcionalidad y puede terminar en defunción.

En el año 2000, cuando ya se perfilaba el perfil epidemiológico del envejecimiento poblacional, se comenzó a pensar en cómo enfrentar esta situación. Se han desarrollado diversas propuestas de trabajo en red, en donde el adulto mayor se incorpora a todos los niveles de atención; en la actualidad existe una línea de trabajo con base en referencia y contrarreferencia para formar miniredes y flujogramas de atención; el AUGE ha hecho que se elaboren flujogramas de atención en la red, por lo tanto se ha avanzado en ese aspecto. Otra estrategia es lograr el cambio del modelo biomédico por un modelo de salud integral, para abarcar a la persona en todas las áreas de desarrollo, desde que nace hasta que muere, lo que es beneficioso para la atención de los adultos mayores. Entre los objetivos sanitarios para el año 2010 está garantizar la equidad en la atención de salud del adulto mayor, para lo cual ya existen las garantías explícitas de salud (GES) para el adulto mayor, con atención gratuita para el mayor de 60 años. También se está trabajando en intervenciones para mejorar la funcionalidad del adulto mayor, en conjunto con su calidad de vida, y en educación acerca del envejecimiento, a través de diplomados, especialidades y jornadas. Las cifras entregadas deben servir de base para elaborar estrategias que conduzcan a mejorar la calidad de vida del adulto mayor

Todos llegamos a ser viejos, sin embargo, el cómo envejecemos y la calidad de nuestras vidas en la vejez se relaciona con los recursos intelectuales, biológicos, materiales y ambientales acumulados durante el ciclo vital.