Ensayos

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Maltrato, exclusión e intolerancia al ser femenino

Abuse, exclusion and intolerance to being female

Resumen

El problema del maltrato, la exclusión y la intolerancia a las mujeres es una consecuencia de las prácticas de dominio que existen en las sociedades contemporáneas. Este problema se manifiesta en el acoso y hostigamiento sistemático al cuerpo de la mujer, a su pensamiento y a sus estilos de vida personales, lo cual atenta contra su dignidad personal y viola sus derechos humanos básicos. El abordaje de este análisis se basa en el método documental y es parte de una investigación de temas de salud y género en el cuerpo colegiado Género y Desarrollo Sustentable en la Universidad Autónoma del Estado de México.

El maltrato femenino es un fenómeno de intolerancia, una degradación de la persona y un despliegue de control a la diferencia. Esta acción intolerante impone marcas que resurgirán en algunas representaciones psíquicas, como el fantasma histérico. 

Las acciones-palabra del victimario se convierten en imágenes acústicas quedando inscritas en el inconsciente de la víctima. Es allí donde la acción queda impresa como una película fotográfica que está exenta de la temporalidad.

En la dimensión del inconsciente queda el registro del acontecimiento, el que posteriormente se convierte en un recuerdo de dolor que retorna insistentemente por medio de una imagen. Esta puede estar asociada con un objeto, una persona o una circunstancia. El acontecimiento se representa en un hecho traumático, en un recuerdo hiriente que retorna insistente en la vida psíquica del sujeto.

Después de un trauma, el sujeto se queda anclado en el acontecimiento y sus representaciones se disocian de la conciencia para sumergirse nuevamente en el inconsciente.

Para Cyrulnik un trauma es el estado en que “el embotamiento de nuestras representaciones hace que el mundo se vuelva incomprensible porque la obnubilación nos fija en un detalle que significa la muerte inminente… a tal punto que llega a oscurecer el resto del mundo”1.

La palabra “trauma” refiere a una “herida”, una “perforación”, una lesión provocada por una violencia externa.  Al respecto, Freud dice que “la reacción del sujeto al trauma sólo alcanza un efecto catártico cuando es adecuado, por ejemplo la venganza. Pero el hombre encuentra en la palabra un subrogado del hecho, con cuyo auxilio puede el afecto ser también casi igualmente descargado por reacción. En otros casos es la palabra misma el reflejo adecuado a título de lamentaciones o de alivio del peso de un secreto (la confesión). Cuando no llega a producirse tal reacción por medio de actos o palabras, y en los casos más leves, por medio de llanto, el recuerdo del suceso conserva al principio la acentuación afectiva”2.

El trauma es la vivencia de una emoción intensa, que altera el equilibrio de la organización psíquica y en el futuro inmediato se convierte en un hecho intolerable para el sujeto victimado. El trauma en un sujeto es el rompimiento de su equilibrio psíquico, equiparable a un manto cuyo tejido se deshilvana a cada instante.

Asestar golpes sobre la geografía del cuerpo, injuriar, humillar, amedrentar e intimidar, son modos de maltrato, que al mismo tiempo, refieren un propósito destructivo. El victimario selecciona a su víctima previamente en un efecto de captura imaginaria para poseerla, para obtener el plus del goce que produce la acción del maltrato. 

Por su parte, el sujeto maltratado vive las consecuencias de la desorganización psíquica. En forma inmediata presentará sintomatologías e independientemente de los cuadros patológicos en los que se inscriba, el maltrato es un atenuante para su desarrollo social, su vida productiva y le obstaculiza el encuentro con los satisfactores a que tienen derecho todas las personas.

Memoria histórica del maltrato

En algunas sociedades los actores del maltrato son madres y padres de familia, que en la intimidad de sus hogares y en el supuesto del amor parental a sus hijos e hijas, toman por víctimas a algunos de ellos. Los actores del maltrato actualizan las fantasías primitivas de su historia personal, que están impregnadas de recuerdos dolorosos a causa de los deseos frustrados, las humillaciones, el silencio de sus voces y la imposibilidad de evitar la exclusión. El circuito del maltrato es interminable: padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, que en ese regreso filogenético, se puede llegar a los antepasados que fundaron la victimización de hijos e hijas.

Quien maltrata a otro es un sujeto que pone en escena los recuerdos de abandono, humillación y pérdidas. Ejerce acciones destructivas contra su víctima, equivalentes a las recibidas en su pasado infantil. Sus modos de maltratar son representaciones inconscientes que se traducen en pasajes al acto. Como lo explica Jacques Lacan en el Seminario 10 de 19623.  El victimario que maltrata se apodera del cuerpo y la vida psíquica de su víctima por medio de su propio imaginario, en el que recrea imágenes que le llevan a gozar.

Los padres que maltratan a sus hijos-hijas, cometen una acción intrínseca al maltrato: amenazan el equilibrio psíquico del sujeto victimado al debilitar la acción de la Ley del Padre, del respeto al cuerpo de su hijo(a).

“La transgresión de determinadas prohibiciones tabú trae consigo un peligro social y constituye un crimen que debe ser castigado o expiado por todos los miembros de la sociedad, si no quieren sufrir todas sus consecuencias. Este peligro surge realmente en cuanto sustituimos los deseos inconscientes por impulsos conscientes, y consiste en la posibilidad de la imitación, que tendría por consecuencia, la disolución de la sociedad”4.

El maltrato a las hijas, especialmente, atenta contra la prohibición del incesto, el derecho a la intimidad, los secretos propios y la libertad a la diferencia sexual.

La presencia de las fantasías originarias infiltradas en las acciones de maltrato relata, sobre todo, la intolerancia a la diferencia sexual, al cuerpo femenino y a la manifestación de su pensamiento. Todo esto está inscrito en la memoria histórica de occidente, que se inició con la segregación de las mujeres en Grecia y Roma, en su carácter de adivinas, pitonisas, filósofas, y más tarde como libre pensadoras.

Del maltrato a la exclusión solo hay un instante. El maltrato convoca el trauma y el deterioro psíquico de su receptor. La exclusión es la expresión de intolerancia del victimario que se esconde atrás de los discursos libertarios y de igualdad política, pero al ser descubierta su intención, se muestra el deseo de suprimir al sujeto.

Conclusiones

La postura de Freud al respecto es que existe una correlación entre el trauma y el cuerpo de la histérica. El trauma es una herida invisible en su cuerpo. No reporta nada en la escena anatómica, pero tiene consecuencias que se hacen visibles en su discurso y en el relato de sufrimiento que anuncia su sensación de que algo le falta.

Para Freud el trauma está integrado en la historia de la histérica. Más aún, circunda su historia y es, en la clínica psicoanalítica, el panorama en donde la mujer se pregunta algo de sí misma. “Lo que cuenta y comanda el cuadro clínico son los factores etiológicos revelados por el análisis”5.

Como sabemos en la clínica actual, no se puede estudiar la histeria como algo abstracto, determinado por un contingente de síntomas. Freud la refiere a otras neurosis sexuales.
 
La crisis de la mujer está determinada por el maltrato parental, de pareja, laboral, político y psiquiátrico, ya que, precisamente, la clínica de la observación también la silencia. La crisis es la ruptura de su armonía psíquica provocada por la imposibilidad de hablar. A diferencia, la clínica de la escucha, es decir el abordaje psicoanalítico, construye un ambiente de proximidad con el sujeto. La cercanía y el acompañamiento le devuelven la confianza para iniciar la investigación acerca de su malestar.

La sentencia de Freud “diga todo lo que quiera”, abre otra ventana a la intervención clínica. Ahora se trata de que la mujer hable. En otro tiempo, callaba.

Para el malestar femenino, desde hace siglos la psiquiatría con su forma de abordaje clínico, su mirada inquisidora y las terapias de fármacos no ha  resuelto el problema social de las mujeres en crisis

Notas

Conflictos de intereses

Las autoras han completado el formulario de declaración de conflictos de intereses del ICMJE traducido al castellano por Medwave, sólo la autora Elisa Velásquez declara haber recibido aportes económicos para actividades relacionadas con el artículo; por otra parte, declaran no tener relaciones financieras con organizaciones que podrían tener intereses en el artículo publicado, en los últimos tres años. Los formularios pueden ser solicitados contactando a la autora responsable.