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Biopsia estereotáxica: confiabilidad

Reliability of stereotactic biopsy

Resumen

Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada en el V Congreso Chileno de Mastología, en Santiago de Chile, Agosto, 2001.
Presidente del Congreso: Dr. Juan Solé.
Editor Científico: Dr. Juan Solé.

Voy a intentar dar respuesta a lo que se refiere a la confiabilidad y costo-beneficio de la biopsia estereotáxica.

Para empezar a centrar el tema, voy a presentarles mi hospital. Todo el complejo es un hospital público, un instituto universitario, pero tiene una modalidad de gestión privada que nos da alguna peculiaridad.

Una característica importante es nuestra organización. Nosotros tenemos un modelo organizativo tipo "Organ-system", es decir, las tecnologías son transversales y los grupos de profesionales se dedican única y exclusivamente a ámbitos de la patología.

Los datos que muestran el volumen de actividad son, en el año 2000:

  • 173.000 estudios de imagen
  • 3.000 estudios con TC
  • Alrededor de 12.000 estudios con RM.

Uno de los aspectos que nos diferencia de otros centros es quizás nuestro modelo de trabajo distribuido, ya que hemos apostado a trabajar con otros hospitales, con tecnologías de la información y de la comunicación. Estamos trabajando mediante tele-radiología con otros centros y nuestro mayor desafío ha estado en los temas de imagen digital.

Nuestra área de radiología cuenta, básicamente, con: mamografía, sistema de biopsia, RM, pero el dispositivo más importante para nosotros, que consideramos la pieza sobre la que gira toda nuestra actividad, es el programa de screening poblacional que, en mi país, comprende a mujeres de 50 a 69 años, a quienes se les realizan estudios bianuales.

Nuestra actividad, en el área de mama no quirúrgica, se refiere a 20.000 exploraciones anuales, 650 procedimientos quirúrgicos y 724 estudios con RM. La muestra es el número de cánceres, de los detectados, que acabamos atendiendo en nuestro hospital, pero, al ser centro de referencia de nivel terciario, para otros hospitales, el número de nuevos casos diagnosticados cada año es creciente.

Cuando planteamos una nueva técnica y esta es la metodología de mi unidad, siempre valoramos, a la hora de la implantación, la justificación científica; su impacto real en el manejo de la patología y si hay consenso. Nunca introducimos una técnica sin antes tener una evaluación consensuada y definir la plantilla, para poder evaluar su rentabilidad e iniciar el estudio de costo-beneficio. La evaluación de la técnica siempre la hacemos con estos tres parámetros:

  • Resultado asistencial.
  • Valoración de los resultados de la literatura en nuestro entorno.
  • El estudio económico que justifique la viabilidad de la técnica.

Nuestra evolución en la implantación de técnicas con esta metodología es la siguiente: en 1992 empezamos con el sistema de estereotaxia vertical; en ese momento también se introdujo la RM en el protocolo de estudio del cáncer. En 1993, incorporamos la biopsia por ecografía; en 2000 introdujimos la estereotaxia digital prono y en 2001 estamos en la fase de implantar el dispositivo de biopsia asistida por vacío mediante RM.

Hay unas salitas de estar con un lugar donde poder hablar con las pacientes. Eso parece que fuera poco importante, pero no es así. Esta salita nos ha permitido tener un índice de reacciones vagales menor de 0,1 y poder explicar a las pacientes en qué va a consistir el procedimiento y su circuito de resultados. Tanto es así que, con la experiencia de este pequeño espacio donde podemos hablar con las pacientes, durante este año hemos inagurado una consulta de enfermería donde las enfermeras de nuestra unidad tienen pacientes citadas, y hay una consulta específica de enfermería.

Hablaremos ahora acerca de la biopsia:

Criterios para la selección de pacientes
Nosotros sólo hacemos biopsia, por el método que sea, en pacientes con BI-RADS 4 o 5 y en muy pocos casos con patrones BI-RADS 3, en que se plantearía su manejo mediante estudio biópsico.

El camino más corto entre una lesión sospechosa y el diagnóstico sigue siendo una aguja recta y eso es lo que nosotros hacemos, independientemente del método de guía empleado, para que aguja y lesión se encuentren. La ecografía sigue siendo el método de elección primario, si es posible; si no es así, la biopsia estereotáxica. Veremos en el futuro cuáles son las lesiones que específicamente vamos a incluir para el estudio. No nos importa la modalidad que se va a emplear, nos importa el resultado final.

¿Por qué insisto en lo de la aguja gruesa y no hablo de citología? No hablo de citología, porque con la metodología de buscar los resultados in situ, en 1998 nosotros publicamos la evaluación de 354 lesiones no palpables, mediante citología y aguja Core simultáneamente, y nuestra tasa de material insuficiente fue de 48%, considerando que nuestro departamento de citología tiene dos personas con un alto nivel de formación, dedicadas exclusivamente a citopatología. Es decir, no estábamos en una situación de baja formación de los profesionales que estaban realizando las técnicas y sólo conseguíamos valores bajos de sensibilidad y especificidad, y los valores de valor predictivo negativo, que nosotros le exigíamos a la técnica, no eran los adecuados para que pudiésemos apoyarnos en ella con confianza.

Sin embargo, parece que nuestros resultados en 1998 no fueron tan malos. En el 2001, hay un estudio multiinstitucional estadounidense, en que se comparan los resultados de la aspiración con aguja fina y, prácticamente, los resultados pueden superponerse.

Por este motivo, nosotros descartamos la punción-aspiración con aguja fina, en el manejo de las lesiones no palpables de nuestras series. Además, nos apoyamos, para introducir la biopsia con aguja gruesa, en un trabajo que los colegas cirujanos de la unidad de mama nos hicieron llegar, y aprendimos de ellos también. En una revista quirúrgica, un grupo de cirujanos compara sus resultados cuando conocen el diagnóstico histológico definitivo de las lesiones y cuando van a una localización mediante arpón. Sus porcentajes de márgenes negativos tienen diferencias importantes, respecto a si conocen o no el diagnóstico de cáncer, y además hay diferencias importantes respecto al número de pacientes que se pueden resolver con un solo procedimiento. Ese fue otro de los argumentos de peso importantes.

Nuestros colegas cirujanos nos impulsaron a la utilización de la core biopsy. Además, nuestros citopatólogos nos aportaron una revisión exhaustiva de una de las patologías más prevalentes, con la que nos íbamos a encontrar: la lesión benigna del fibroadenoma y, revisando una serie de fibroadenomas que tuviesen citología y un estudio histológico, encontraron que hay 3,3%, en nuestra serie local, de falsos positivos o sospechosos de malignidad y un 30,8% de atipias de células epiteliales. Luego, había que ser muy cauto en la evaluación global de estas citologías, porque, aunque esto no significa que le diesen un diagnóstico de malignidad, a menudo el sonido de la atipia de célula epitelial era algo que nos acaba incomodando en el proceso de toma de decisiones.

Ante esto, decidimos implementar la biopsia con aguja gruesa 14G y en 1998 publicamos los resultados correspondientes a nuestra serie de 510 pacientes con lesión no palpable, que dieron valores de sensibilidad de alrededor de 95% y valores de especificidad de 100%. El intervalo de confianza es estadísticamente válido. Este estudio nos permitió, además, ver que con la aguja G14 teníamos sólo 3,1% de material insuficiente. Nuestro proceso de selección del tamaño lesional era el adecuado, puesto que la gran mayoría de las pacientes se pudo tratar de modo conservador.

Por lo tanto, este es nuestro algoritmo actual: si la lesión visible es accesible mediante ecografía, utilizamos un sistema coaxial de biopsia y aguja de tamaño 14. Sólo se utiliza la biopsia asistida por vacío para microcalcificaciones, no la empleamos en otros patrones lesionales y, para nódulos o patrones fibrosos distorsionantes, sólo empleamos aguja 14. En algunos casos excepcionales se pudo haber necesitado la asistencia por vacío.

Empezamos utilizando el sistema MIP, que actualmente ha desaparecido del mercado, y ahora estamos utilizando el Mammotome-ST o una aguja de 14-G con una pistola semiautomática.

Ventajas y desventajas del material empleado
La aguja de 14-G tiene la desventaja que nos obliga a una inserción múltiple, excepto cuando la empleamos en ecografía que utiliza un sistema coaxial de introducción. Sabemos que las últimas muestras suelen no ser tan buenas como las primeras, a excepción de que modifiquemos nuestro punto de entrada, pero nosotros intentamos tener sólo un punto de entrada y dejar la menor cicatriz posible. Esto nos obliga a hacer un muestreo lineado. En lesiones complejas, es fácil tener más porcentajes de valoración parcial, pero es más difícil marcar cuando hay exéresis de la lesión y para las microcalcificaciones se necesitan más pases.

Para la biopsia asistida por vacío, el calibre es mayor y sus ventajas son:

  • Tiene una inserción única;
  • Tiene menos sangrado que la aguja de 14;
  • Obtiene mayor volumen de tejido;
  • La muestra es de mejor calidad;
  • El muestreo circular permite tener quizás una mejor evaluación de lesiones complejas;
  • El clip de marcado es una ventaja, aunque probablemente no vaya a ser el argumento de peso para su elección, desde nuestro punto de vista
  • Tiene mejor rentabilidad en microcalcificaciones.

Pero todo esto tiene un precio, que es aproximadamente nueve veces el de la aguja de 14. El precio podría justificarse por su rentabilidad, fundamentalmente en las microcalcificaciones, por los porcentajes de microcalcificaciones recuperadas. En nuestra experiencia, 3% se hacen con 14-G y 97% con la aguja de aspiración por vacío.

Cuando se plantea el uso de la aguja de aspiración por vacío, viendo que tiene muy buenos resultados el calibre 11, existe la tentación de subir de calibre. En la literatura, cuando se observa si existe diferencia entre calibre 11 y calibre 8, tenemos la impresión de que el aumento de calibre mejoraría la calidad del diagnóstico y, algo que se va repitiendo en toda la literatura, es que para lesiones menores de 30 mm casi nadie consigue infravalorarlas, y cuando estamos con lesiones superiores a esta medida, es difícil tener un muestreo lesional completo con el que podamos lograr mayor precisión diagnóstica. De manera que, en los casos de hiperplasia atípica y carcinoma intraductal, vamos a tener dificultades.

Exéresis completa de la lesión radiológica
Desde nuestro punto de vista, no es un objetivo, y en eso creo que es necesario insistir, puesto que en la literatura se encuentra gran presión respecto al tema de la exéresis completa. Para nosotros, no sólo no es un objetivo sino que además es algo que se debe tratar de evitar, en pro de toda la gente que está trabajando con esa paciente y de la paciente misma. A pesar de eso, a partir de las descripciones en la literatura, quizá lo más importante que podemos señalar es que los métodos de imagen radiológica van a infravalorar las lesiones. Vamos a encontrar, si es cáncer, un tumor residual en la gran mayoría de las pacientes, independientemente del método de muestreo que empleemos.

Importancia del marcado
Tenemos el recurso de marcar con el clip o con carbón vegetal. Hay grupos con mucha experiencia como, en la Argentina, el grupo del Dr. Rostaño, que tiene gran experiencia en los marcados con carbón.

Es posible usar la RM, que va a ver el seroma residual en la zona de la biopsia, y marcar esta zona. Probablemente lo ideal sería que esta situación, donde hemos conseguido la exéresis completa de la lesión, no se produjese. Si se produce, podemos dejar un clip, que también tiene problemas.

La tecnología del clip no es una tecnología aún depurada en ninguna de las dos marcas comerciales existentes; nosotros hemos utilizado las dos y ambas tienen insuficiente calidad en el dispositivo para depositar los clips y para conseguir que ese clip sea estable y fijo. El clip va a migrar, porque estará dentro de una cavidad, a menudo no se adhiere y el propio vacío va a desplazarlo en el trayecto en el que ha entrado la aguja. El movimiento de la aguja puede movilizar ese clip, que se puede apoyar sobre un entorno de grasa y es fácil que penetre. Puede minimizarse el problema con una buena mamografía, con un mínimo de dos proyecciones ortogonales, inmediatamente después de la biopsia. Vamos a ver la marca sobre la zona y es fácil volver a marcar después, aunque la lesión, el pequeño hematoma o lo que sea, haya desaparecido. Es fácil dejar ahí un arpón, con el método que sea, e ir al lecho lesional. Lo que quizás no conviene es que una paciente salga sólo con estas imágenes de la estereotaxia digital, donde se ve que la lesión ha desaparecido y que se ha dejado el clip, porque esas imágenes no nos van a dar la suficiente información para relocalizar la zona, luego, contra la mamografía previa en la que estaba la lesión (véase diapositivas 26 y 27).

El seeding (desplazamiento epitelial)
Mi valoración de esto es que el problema más importante es para el patólogo; para nosotros es una situación relativamente frecuente que, con las múltiples inserciones del disparo, el patólogo encuentre pequeñas zonas de desplazamiento del tejido. Si el patólogo es experto en estos temas, no va a tener dificultad en reconocer que eso corresponde a un artefacto histopatológico secundario al procedimiento de obtención de la muestra. No hay en las series de biopsias ni en las series de localización por arpón, ni en las pacientes a las que se ha sometido a tratamiento conservador después de colocación de arpones, diferencias de supervivencia ni en el índice de recidiva local, que indique que el desplazamiento epitelial puede modificar el pronóstico de estas pacientes. Además, parece dudoso que ese tejido desplazado sea viable. Existen sólo casos aislados de descripciones de seeding cutáneo y la mayoría en localizaciones no relacionadas con la mama.

Este problema es menos frecuente en la biopsia asistida por vacío, debido a su inserción única y a la aspiración que tiene asociada, produce menor atrición tisular, tanto en la lesión como en el trayecto hacia ella.

Resultados de nuestro grupo

Eran 1.013 lesiones no palpables, la serie se cerró en mayo de 1999, intencionalmente, y estos números se cortaron en mayo de 2001. Insisto en este detalle, porque significa que las lesiones que se etiquetaron como benignas tienen un seguimiento mínimo de dos años, con lo cual hemos excluido los falsos negativos de la técnica, de manera que no es como en otras series de la literatura, donde no hay verificación para la lesión benigna. Nuestras lesiones benignas tienen un seguimiento mínimo de dos años que nos permite validar lo que ha ocurrido (véase diapositivas 30 a 36).

En microcalcificaciones las cifras son: 6,1% de lesión insuficiente y 64% de lesiones benignas. Nosotros clasificamos como material insuficiente para microcalcificaciones las muestras que, desde el punto de vista de la radiología del cilindro no tienen calcificaciones o las muestras que, después de que el patólogo las estudie, incluso con microscopía de polarización, no consiguen demostrar que haya microcalcificaciones en ellas. Me refiero a la microscopía de polarización, porque no es despreciable el número de calcificaciones que están compuestas de oxalato cálcico y el mecanismo de fijación, usualmente dilución de formol suele disolver el oxalato cálcico y queda precipitado en las pequeñas unidades lobulares. Por este motivo, nosotros cambiamos nuestro método de fijación a una solución, no de formol sino de beta-etanol. Se publicó en Radiology hace algunos años y tenemos mejores resultados, puesto que no tenemos ese fenómeno químico asociado al manejo de las calcificaciones.

Nuestro porcentaje total de malignidad, en esta serie, fue de 28% y separamos los casos en dos grupos:

  • 91 casos de carcinoma intraductal e hiperplasia ductal atípica, de quienes quiero hacer algunos comentarios.
  • 31 casos de malignidad (véase diapositiva 31).

Para nódulos tenemos la misma distribución, el porcentaje de material insuficiente es discretamente superior (7,2%), 36% de malignidad, y tenemos 19 casos de carcinoma intraductal e hiperplasia ductal atípica (véase diapositiva 32).

En cuanto al patrón fibroso distorsionante, a pesar de que hay grupos que aconsejan su estudio histológico directo, nuestra experiencia nos dice que sólo tenemos alrededor de 4% de muestras insuficientes en el primer muestreo y nuestros resultados no son malos en ese patrón lesional, y no lo excluimos de entrada para cirugía (véase diapositiva 33).

En la figura se observa la distribución de nuestra serie, en amarillo es el grupo de lesiones malignas en cada uno de los patrones radiológicos; el patrón fibroso distorsionante es el patrón con mayor prevalencia en malignidad en nuestra serie.

En la figura se muestra la serie quirúrgica por patrones radiológicos y los índices de malignidad y benignidad de cada uno de ellos: 0,56 para el patrón fibroso distorsionante, 1,10 el nódulo, 2,13 para las microcalcificaciones.

Cuando distribuimos los porcentajes según patrones radiológicos, 62% de las distorsiones arquitecturales son cáncer, 40% son de los nódulos, mientras que sólo una tercera parte es de las microcalcificaciones.

Con respecto a los diagnósticos de benignidad, el fibroadenoma y los cambios de la enfermedad fibroquística, son las dos entidades de mayor prevalencia. Igual que el carcinoma infiltrante y el carcinoma intraductal, van a ser los más prevalecientes en la serie de malignidad (véase diapositivas 37 y 38, correspondiente a las dos figuras).

Al revisar el total de las pacientes intervenidas que tienen estudio quirúrgico, la serie se reduce a 352 pacientes, de las cuales 44 tienen diagnóstico de benignidad y 308 tienen diagnóstico de malignidad (véase diapositiva 39). Otra vez, la agrupación de hiperplasia atípica, carcinoma intraductal, es importante en este grupo, 87,5% versus 12,5%; el índice benigno/maligno global de la serie quirúrgica es 0,14. Estos números son los que nuestros cirujanos muestran con mucho orgullo, puesto que ellos dicen que prefieren operar el máximo número de pacientes y, además, pacientes con lesión maligna. De cada ocho intervenciones que hacen, sólo una es por patología benigna y las otras siete van a ser por patología maligna.

Cuando comparamos la potencia de la prueba, reunimos a 225 pacientes con cirugía y 289 con el seguimiento superior a dos años. Hay 12 casos de falsos negativos, que son pacientes que, en seguimiento breve o en rebiopsia, conseguimos rescatar. No hemos tenido cáncer más allá de los dos años, pero sí hemos tenido esos 12 casos en que la biopsia dio falsos negativos; algunos de ellos no somos capaces de explicarlos. Probablemente, los casos en que dimos, como diagnóstico definitivo, cambios fibroquísticos y fueron carcinoma infiltrante, son errores de muestreo; dos fibroadenomas acabaron como tumor filodes; cambios fibroquísticos en nueve lesiones nodulares fueron carcinoma intraductal; y un carcinoma intraductal que se vio como una lesión atípica. Una adenosis esclerosante fue carcinoma intraductal y dos cambios fibroquísticos fueron asimismo carcinoma intraductal infiltrante. Por lo tanto, probablemente, la mayoría se deba a errores de muestreo, o a insuficiente evaluación de la prueba.

Con estos datos, la sensibilidad global es de 94% y la especificidad de 100%. Nuestro índice de falsos negativos es 5%. El año 2001 existe una serie parecida, publicada en Radiology 2001;218:866-872, que corresponde a un estudio un estudio multiinstitucional hecho en los Estados Unidos, donde se reúnen 1003 casos, con unos valores similares de la potencia global de la técnica. Es decir, siguiendo la metodología que antes comentábamos, de validar in situ nuestros resultados, no estamos mal (véase diapositiva 44).

En cuanto a nuestros resultados preliminares para la biopsia asistida por vacío, la serie es corta. Nosotros registramos sólo microcalcificaciones. La metodología que habitualmente empleamos es: el procesado digital de las imágenes, revisar el cassette y comprobar mediante magnificación. Nuestros resultados tienen en cuenta el mismo criterio de seguimiento ya mencionado. El seguimiento ha sido sólo de un año en estas pacientes, debido a que la se dispone de la mesa prono desde el 2000. Con 32% de malignidad, estamos con unos resultados muy similares a los que obteníamos con aguja de 14, y nuestro índice benigno/maligno es 2,04 (véase diapositiva 46).

Un aspecto que nos preocupaba era determinar si éramos capaces de valorar adecuadamente las lesiones que están en el límite. Por eso recopilamos 1.221 pacientes en las que habíamos obtenido 89 casos de carcinoma intraductal y 19 casos de hiperplasia ductal atípica (véase diapositiva 48). Quiero insistir en que este debate es muy importante, pero lo es para esas pacientes, que constituyen el 9%. No es el debate global ni debe ser el argumento de peso cuando estemos analizando la biopsia con aguja gruesa o la biopsia asistida por vacío.

Revisamos nuestros diagnósticos y qué es lo que había pasado: tenemos cirugía en 99 de los 108 casos, ya que algunas pacientes se han perdido del seguimiento o rehusaron la cirugía. De 12 casos con hiperplasia ductal atípica, 7 continuaron como tales y 5 fueron carcinoma intraductal; y de los 77 casos en que la biopsia dio diagnóstico de carcinoma intraductal, la serie quirúrgica demostró que 73% seguían como carcinoma intraductal puro, 8% tenían focos de microinfiltración y cuando se estudiaba la muestra histológica completa, 19% de los casos se asociaba a carcinoma ductal infiltrante; globalmente, de estos hay 19% que tienen carcinoma ductal infiltrante con un extenso componente intraductal asociado, que probablemente fue el que muestreamos para dar el diagnóstico de carcinoma intraductal.

Cuando lo comparamos con la literatura, en un artículo nuestro publicado en 2001 (The Breast Journal 2001;7:14-18), 33% de nuestros diagnósticos de hiperplasia ductal atípica se asociaron a carcinoma y 27% de nuestros diagnósticos de carcinoma intraductal se asociaron a carcinoma; por eso es que el protocolo de manejo de estas lesiones en nuestra unidad indica que cualquiera de estos dos diagnósticos deben tener indicación quirúrgica, esto es fundamental.

La hiperplasia ductal atípica indica, con alta probabilidad, carcinoma intraductal o hiperplasia ductal atípica residual, y por lo tanto debe manejarse desde el punto de vista quirúrgico, y el diagnóstico de carcinoma intraductal sólo se confirma en 75% de los casos. Hay un volumen no despreciable de casos de nuestros diagnósticos de carcinoma in situ que tenían microinvasión o carcinoma infiltrante, por lo cual nosotros los manejamos quirúrgicamente, sin otro tratamiento paliativo.

Infravalorar puede significar que sólo hemos estudiado una parte de la lesión, es la discusión que teníamos antes respecto a cuán importante o no era sacar toda la muestra, pero, quizás, son importantes algunas reflexiones, que vienen de intentar ver la historia natural de la enfermedad:

  • Las microcalcificaciones, que es donde nosotros apuntamos, suelen estar en el componente in situ. Con menor frecuencia las vamos a encontrar en el componente infiltrante de una lesión.
  • Muy a menudo el componente infiltrante no va a ser visible, por lo que es posible que queden fuera del disparo.
  • El nº de pases y volumen de la muestra estará relacionado con el resultado final.
  • La biopsia asistida por vacío mejora los resultados disminuyendo la subestimación de la infiltración.

De todos modos, a pesar de ser muy exhaustivos con la toma de la biopsia, no vamos a mejorar ni a cambiar el hecho que esas pacientes se manejen quirúrgicamente; por lo tanto, quizá lo que se debe evitar es el ensañamiento diagnóstico con esas lesiones. Hay que ser cautos para tener la cantidad de volumen tisular suficiente, pero que esto no limite al profesional que va actuar después.

Nuestros criterios de repetición son:

  • Que no haya concordancia con el dictamen patológico, por ejemplo, BI-RADS 5 con diagnóstico de benignidad, probablemente signifique no haber alcanzado el blanco.
  • Microcalcificaciones o sin microcalcificaciones incluso después de polarización.
  • Masas con diagnóstico de mama normal.

Los porcentajes de malignidad en la re-biopsia son de 9 a 18% en la literatura, en nuestra serie, 10%. En nuestra segunda serie, 3,4%, pero en la literatura se describe que los porcentajes de malignidad en la rebiopsia son valorables y con un rango excesivamente ancho, que probablemente lo único que traduce es que las series tienen una amplia variabilidad entre ellas.

Quizás lo más importante son nuestros patólogos, que trabajan única y exclusivamente para la unidad de mama, y sus tres residentes. Con ellos hay que entenderse y ser capaz de llegar a un consenso cuando una lesión es representativa o no, y si eso puede tener entidad lesional. Para eso nos estamos apoyando en tecnología de la información y comunicación, tenemos un sistema de información común con el departamento de patología, donde ellos pueden revisar las imágenes de la estereotaxia y nosotros podemos ver las imágenes de la patología. Siempre hacemos un informe provisional en que se describe el procedimiento y si ha habido incidentes, hacemos una valoración conjunta de la correlación lesional, un informe unificado que asume como propio nuestro comité de patología mamaria. Nos parece que así es la mejor manera de que, además, el procedimiento administrativo no vaya en contra de la paciente.

Indicación quirúrgica

El material inadecuado es poco frecuente y menos en la biopsia asistida por vacío, pero podría darse el caso de que el patólogo termine diciendo que el material tiene excesivo artefacto, pidiendo un mayor volumen tisular, sobre todo en pacientes con cáncer, y si se pide factores histopronósticos en las muestras tisulares. Hay un grupo de entidades patológicas que pueden tener indicación quirúrgica, dependiendo de los protocolos de cada uno de los grupos. Para nosotros, la indicación quirúrgica acaba en aproximadamente 50% de la lesión papilar, pero, a pesar de eso, la literatura describe, para cada uno de los grupos, asociaciones a cáncer. La alta prevalencia de la asociación a cáncer de la hiperplasia ductal atípica, ya lo hemos visto, es más frecuente cuando biopsiamos microcalcificaciones que masas y es más frecuente en carcinoma intraductal que en carcinoma infiltrante.

El fibroadenoma versus tumor filodes, para nosotros no tiene discusión: implica estudio completo de la lesión y el diagnóstico eventual de tumor filodes implica exéresis, puesto que el patólogo necesita buscar si existen zonas de diferenciación maligna.

La cicatriz radial la consideramos un marcador de riesgo, aunque, por su porcentaje de asociación a carcinoma tubular o intraductal, es indicación de cirugía.

Cuando el diagnóstico es lesión papilar, a menudo son lesiones heterogéneas que pueden necesitar estudios seriados o exéresis más amplia de la lesión, pero la asociación descrita a carcinoma es menor, entonces eso se intenta evaluar en función de las pacientes.

El carcinoma lobulillar in situ se considera un marcador, por lo que habitualmente no se hace manejo quirúrgico, sino que se hace un seguimiento exhaustivo de esas pacientes. Lo mismo sucede con la hiperplasia lobulillar atípica.

Con respecto al criterio de seguimiento por biopsia para las lesiones benignas, está descrito que alrededor de 1% podría convertirse en carcinoma en el seguimiento. Si tienen buena correlación, nosotros sólo hacemos una mamografía anual, porque de otra manera no tendría sentido haber pinchado a esa paciente. En las lesiones benignas que tengan diagnóstico inespecífico, controles cada seis meses, con estudio bilateral.

Estudio de costo-beneficio
Evaluamos ese protocolo incorporando a una economista, especialista en contabilidad analítica, durante seis meses, quien evaluó a nuestra serie de 510 pacientes que hemos comentado antes. Se usó el euro. Para la lesión benigna, la reducción de costos es de 89% y, para el caso maligno, 41%; en promedio, 46% es la reducción global de costo del empleo de la biopsia por estereotaxia. En valores absolutos, significa pasar de 630.000 euros a 291.500 euros. Esta es una reducción de costo significativa y el costo-beneficio se justifica.

Evaluamos las estancias hospitalarias y horas de pabellón quirúrgico, se logró reducir su manejo en 2.371 estancias hospitalarias o el equivalente de 194 horas de utilización del área quirúrgica, y conocemos el alto costo de funcionamiento del área quirúrgica. El resultado global con reducción de 51% del costo absoluto está dado, fundamentalmente, por operar a menos mujeres y eso significa operar sólo a las malignas. Por lo tanto, con ese cambio de protocolo, se puede tratar al doble de las pacientes.