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Violencia escolar I: descripción del problema

School violence I: description of the problem

Resumen

La publicación de estas Actas Científicas ha sido posible gracias a una colaboración editorial entre Medwave y la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Chile.

Introducción

La violencia escolar es un fenómeno cada vez mas frecuente en nuestro país y estamos retrasados en casi 40 años respecto a países desarrollados que han estudiado e intervenido en aspectos relacionados con este fenómeno.

En violencia escolar existen muchos elementos involucrados: individuos, familia, colegios, sociedad, pobreza, delincuencia, consumo de sustancias, globalización, Internet, medios de comunicación, etc. Los medios de comunicación no están exentos de responsabilidad en el fenómeno de la violencia escolar actual. Ejemplos de ello son, la cantidad de videos sobre el tema que se han captados en distintos colegios y han circulado en Internet; el caso de una adolescente, víctima de maltrato psicológico, cuyo suicidio fue motivo de un amplio reportaje en televisión; y el reciente caso de una adolescente, que más que violencia escolar se podría considerar como un ejemplo de violencia ejercida por los medios de comunicación sobre los adolescentes.

El objetivo de esta presentación es crear conciencia y sensibilizar sobre la violencia escolar, fenómeno que, al igual que la violencia familiar y laboral, se presenta de distintas formas en el quehacer cotidiano del médico. Sin embargo, muchas veces el profesional hace el diagnóstico de un trastorno depresivo e indica medicamentos o psicoterapia, pero evita pronunciarse sobre lo que ocurre en el colegio, por las dificultades que surgen al tratar de intervenir en ese nivel; así, muchas veces los médicos nos transformamos en mudos testigos de estos episodios.

Los datos epidemiológicos de los Estados Unidos indican que: la violencia es la mayor causa de muerte y discapacidad infantil; la tasa de homicidios juveniles es la más alta del mundo; los homicidios junto al suicidio constituyen la segunda causa de muerte entre los 15 y 19 años. Según datos del Ministerio de Educación de ese país, publicados en 1997, en los colegios ocurren cada año 188.000 ataques sin armas, 4.000 incidentes de tipo sexual y 11.000 ataques con armas, como el tristemente célebre ataque de la Columbine (Robert D Sege, UpToDate www.uptodate.com MMWR Morb Mortal Wkly Rep 1997 Feb 7;46(5):101-5).

Entre los factores de riesgo para la violencia en niños y adolescentes se describen: los aspectos biológicos que resultan relevantes; historia previa de peleas o lesiones relacionadas con la violencia; estilos de disciplina familiar de carácter violento; acceso a armas de fuego; cada vez con mayor frecuencia observamos menores de edad involucrados en asesinatos, asociados de tráfico de drogas, abuso de alcohol y drogas; la pertenencia a tribus urbanas donde la violencia proactiva o predatoria parece ser parte de sus ideologías. La exposición a violencia doméstica y abusos en la infancia; y la violencia en los medios resultan elementos ambientales que generan la aparición de comportamientos violentos en menores de edad. (Arch Pediatr Adolesc Med 2001 Aug; 155(8):903-8).

Violencia en los medios

En un estudio de Villani, publicado en el año 2001, se demostró que la exposición a la violencia aumenta las interacciones agresivas entre extraños, compañeros de clase y amigos, así como la violencia hacia objetos; esta exposición tiene mayor efecto sobre los preescolares y el efecto resultaria mayor en hombres que en mujeres. En los Estados Unidos, los niños pasan más de 21 horas semanales viendo televisión y el consumo de medios de comunicación se inicia antes de los 2 años, ya que las mamás tienden a poner a sus hijos frente al televisor para que se queden tranquilos, sin tener conciencia de los efectos que eso pueda producir. (Villani et al. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry 2001;40: 392-400).

Se ha demostrado que los escolares expuestos a videojuegos y películas de carácter violento presentan un comportamiento posterior similar al contenido de éstos; lo mismo se observó cuando eran expuestos a videojuegos o películas de tipo más tranquilo. En un estudio efectuado en ocho países, en el cual se estudiaron más de 10.000 horas de televisión a diferentes horarios, durante tres años, se encontraron los siguientes resultados: 61% de los programas tenía contenidos violentos; 26% de las escenas tenía uso de armas; 38% de los actos era cometido por personas atractivas, lo que distorsiona la internalización de ciertos valores sociales; 75% de los agresores no evidenciaba remordimiento ni recibía crítica o sanción por el acto; 50% de las escenas de violencia no estaban asociadas a dolor; y en 41% de los casos la violencia se asociaba a escenas de humor. Frente a esto, es probable que los adolescentes y niños estén incorporando valores muy distorsionados y se produzca una alteración de su percepción de la realidad. (Kuntsche et al. Television Viewing and Forms of Bullying among Adolescents from Eight Countries. Journal of Adolescent Health, 2006, Volume 39 issue 6, 908-915). Hace poco tiempo fue difundido un estudio del Consejo Nacional de Televisión, de Chile, en donde se describen cifras muy similares.

Se sabe que la violencia y agresión en la televisión se asocian a conductas antisociales y se ha demostrado que los efectos de ver esas escenas violentas son: primero, aprender conductas agresivas; se produce una desensibilización frente a la violencia; y temor a ser víctimas de ella (Pediatrics 2004 Jul;114(1):e43-50). En otro estudio muy interesante, en que se hizo un seguimiento a 30 años, se encontró asociación entre la exposición a imágenes violentas y aumento en la tasa de crímenes en la adultez (Dev Psychol 1984; 20:1120).

Violencia escolar

La violencia escolar incluye todo tipo de agresividad y comportamientos antisociales. Es importante reconocer que este fenómeno es el resultado de la interacción entre el individuo, la familia y el contexto social, por lo general se tiende a culpar solo a la familia, minimizando la responsabilidad del resto de los involucrados. La violencia escolar se presenta como una forma de resolver conflictos interpersonales, sea entre alumnos, dando origen al fenómeno del bullying, entre profesores y alumnos, que suele estar enmascarada, o entre profesores. Los actos delictuales también caen dentro del concepto de violencia escolar, pero tienen una repercusión en la esfera judicial.

El concepto de ciber-violencia se refiere a la forma en que los medios de comunicación, la prensa, la Internet, pueden favorecer la violencia, e incluso ejercerla sobre distintos grupos de personas, en este caso, sobre los escolares. Un ejemplo es el caso reciente de una adolescente que tuvo sexo oral con muchachos de su edad mientras era grabada con un teléfono celular; el video resultante se subió a youtube y desde ahí se difundió, por distintos medios, a una velocidad impresionante: en menos de 24 horas lo vieron más de cinco millones de personas. ¿Qué le produjo más daño a esta muchacha o a este grupo de muchachos, el hecho en sí o la difusión de este hecho? Porque la actividad sexual entre menores de edad, si bien en este caso tiene características particulares, probablemente ha existido siempre; pero si un hecho como éste, que debiera quedar en un nivel local, llega a ser conocido por todo el país y se convierte en un verdadero boom publicitario para el portal web que lo difunde, no cabe duda de que la protagonista y algunos de sus acompañantes quedan expuestos a consecuencias mucho mayores que las que se podrían haber imaginado.

En la Fig. 1 se muestran los resultados de un estudio del Instituto de Sociología de la Universidad Católica de Chile, sobre victimización juvenil en los colegios; en dicho estudio se encontró que a más de 51% de los alumnos le han robado algo y 34% de ellos ha sido molestado, estando solo, por un grupo en el colegio.

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Figura. 1. Victimización juvenil en los colegios. Datos relativos a jóvenes de octavo básico a cuarto medio (Fuente: Opazo, M. Violencia escolar características y desafíos, Instituto de Sociología P.U.C., Octubre 2004)

Por otra parte, se ha demostrado que al menos uno de cada tres muchachos es víctima de violencia en los colegios, según datos relativos a jóvenes de séptimo a octavo básico y tercer y cuarto medio (Fuente: Timeresearch y cuantitativo primera parte: Convivencia en el Ámbito escolar, Octubre 2004).

Las consecuencias de la violencia escolar son múltiples: se produce una vulneración de los derechos a temprana edad; los niños victimizados disfrutan menos de ir a la escuela, tienen menos amigos y encuentran menos utilidad en lo que aprenden; los comportamientos disrruptivos en la sala de clase dificultan el aprendizaje de los otros alumnos; finalmente, la violencia escolar constituye un factor de riesgo para el desarrollo de conductas violentas y otros comportamientos de riesgo en la edad adulta.

Matonaje escolar (bullying)

Se habla de bullying cuando un alumno (o un grupo) más fuerte intimida o maltrata en forma repetida, de manera intencionada y a lo largo del tiempo, a un compañero más débil y que está indefenso. Requiere que haya abuso de poder, repetición en el tiempo. El maltrato se ejerce a través de diversas conductas, como amenazas, intimidaciones, agresiones físicas, aislamiento sistemático o insultos. Este fenómeno fue descrito por Dan Olweus en el año 1970, en Noruega. Actualmente, en Chile se ha demostrado que cerca de 45% de los alumnos participa en un grupo que molesta a un compañero solo y 27% suele comenzar una pelea con otro compañero, según un estudio es de la Universidad Católica (Fig. 2).

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Figura 2. Comportamientos juveniles disruptivos en el colegio. Datos relativos a jóvenes de 8º básico a 4º medio (Fuente: Opazo, M., violencia escolar características y desafíos, Instituto de sociología P.U.C., Octubre 2004)

La relevancia de este problema está dada porque: los niños violentos tienden a seguir siendo violentos o abusadores en la edad adulta, a menos que medie una intervención efectiva que corte este circuito de violencia; produce problemas en el trabajo y en la vida afectiva; son personas que tienden ser abusadoras en el trabajo (mobbing) y en la casa; las víctimas tienen graves problemas emocionales, cuadros depresivos, cuadros ansiosos, trastornos del sueño y de la alimentación; los trastornos psicosomáticos son frecuentes: los padres suelen consultar muchas veces al pediatra sin que se encuentre una causa identificable de los síntomas y los psiquiatras los catalogan como cuadros depresivos; produce rechazo y abandono escolar; finalmente, las secuelas tienden a permanecer hasta la edad adulta: son personas inseguras en el trabajo o se transforman en personas abusivas.

Las estadísticas describen una prevalencia de 8 a 46%; cerca de un tercio de los de escolares de sexto a décimo grado de los Estados Unidos han ejercido bullying (13,0%), han sido víctimas de éste (10,6%) o han estado involucrados en ambas situaciones (6,3%). Asimismo, según Harris 20 a 30% de los estudiantes del equivalente a octavo básico a cuarto medio refieren ser víctimas de bullying, sea como víctima o como víctimario (JAMA 2001 Apr 25; 285(16):2094-10; adolescente 2006. 41(163); 467-84). En el estudio chileno de paz ciudadana, los resultados indican que 32% de los alumnos (niños y niñas entre 7 y 10 años) dice haber sido víctima de agresiones psicológicas e intimidación por parte de sus compañeros de escuela y de éstos, alrededor de 13% lo ha sido a veces o frecuentemente.

Existen varios tipos de bullying: maltrato físico, maltrato verbal, maltrato psicológico, maltrato social (exclusión), abusos sexuales o ciber-bullying; y también puede ser directo o indirecto. Lo importante es que en todos estos casos se impone la ley del silencio a los testigos: compañeros de curso, profesores, equipo de salud, inspectores, padres y autoridades no ven o no quieren ver el fenómeno y por lo tanto, no hacen nada para detenerlo. No se puede pedir a un niño que es víctima de abuso sexual o de matonaje que deje de serlo, porque esto no depende de su voluntad, él no tiene la capacidad para salir de la dinámica abusiva. Por otra parte, es probable que tanto los niños agresores como las víctimas presenten psicopatologías que deberían ser diagnosticadas y tratadas o que sean también víctimas de violencia en su familia.

Los conceptos de agresión, bullying y violencia no son sinónimos, pero están relacionados: la agresión es un fenómeno mucho más amplio y el buylling no siempre se asocia a una conducta físicamente violenta, ya que se puede dar, por ejemplo, a través de un mensaje telefónico o de la exclusión social. No se reconoce como bullying a los conflictos entre compañeros de similares características físicas o mentales; o sea, una pelea entre compañeros no es bullying, porque para esto se requiere que el conflicto sea permanente en el tiempo y que haya un abuso de poder. La intimidación y la violencia son subcategorías de la conducta agresiva. Hay conductas del bullying que son violentas y hay conductas violentas, como peleas ocasionales, que no son bullying.

Es importante distinguir entre bullying y otros problemas de convivencia que se producen en los establecimientos educacionales, como: problemas de indisciplina, que se refiere a incumplimiento de reglas y normas de convivencia, propio de los niños demasiado inquietos o hiperactivos; conducta antisocial, que puede entrar en el contexto del bullying, pero va más allá de lo escolar y pasa a lo judicial, porque el niño manifiesta una indiferencia grave hacia las normas sociales y las transgrede muchas veces sin ningún sentimiento de culpa o remordimiento, mediante robos, destrozo de mobiliario, rallado de autos, etc.; conductas disrruptivas, que son comportamientos molestos que suceden en las salas de clases, falta de motivación y marginación del trabajo escolar, como molestar e interrumpir; y desinterés académico, que se manifiesta por comportamientos de apatía y desinterés, como no prestar atención, dormirse, etc.

Características de los agresores y las víctimas

Las víctimas: suelen ser más vulnerables, porque forman parte de las minorías, es decir, se salen del promedio, sea porque son muy buenos alumnos, muy malos alumnos, muy bonitos, muy feos o porque se destacan en todo o no se destacan en nada, así como aquellos que pertenecen a minorías sexuales o étnicas, que presentan algún grado de discapacidad física o mental.

Hay víctimas pasivas, que suelen estar aisladas, tener pocos o ningún amigo, se muestran débiles, vulnerables, inseguros y con baja autoestima y, por lo general, no piden ayuda. Es el tipo de víctima más común, son sujetos inseguros, poco visibles, que sufren calladamente el ataque del agresor.

Las víctimas activas o provocativas son personas inquietas, impulsivas, provocadoras e impopulares; responden en forma agresiva cuando se les ataca y por lo general oscilan entre el estado de víctima y agresor. Es frecuente en niños con déficit atencional. Combinan ansiedad y reacciones agresivas, dando así una excusa para la conducta del agresor, ya que también actúan en forma violenta y desafiante.

Los agresores: habitualmente provienen de familias donde se imparte educación autoritaria, con creencias intolerantes, como el machismo y el racismo; muchas veces han sido víctimas de violencia, como castigos físicos, maltrato y abandono dentro de sus hogares; suelen ser físicamente más fuertes y grandes que las víctimas; tienden a ser impulsivos, con pocas habilidades sociales e intolerantes con los que son distintos; en general se burlan de la debilidad; usan el dominio y el abuso como un forma de ganar poder y seguridad.

Existen diferencias de género: los hombres utilizan la violencia física con mayor frecuencia y en forma más intensa que las mujeres, en relación con los estereotipos masculinos y la construcción de identidad dada por la sociedad chilena de carácter machista donde los adolescentes intentan destacar a través de abuso de poder. Los cambios culturales y la globalización han llevado a la tendencia a igualar los roles, las mujeres han ido aumentando los comportamientos violentos, paralelamente al aumento en el consumo de alcohol. Por otra parte, los hombres participan más en situaciones de violencia directa y las mujeres en situaciones de violencia indirecta, como hablar mal de otros, aislamiento, exclusión social, etc. En un estudio japonés se demostró que los hombres tienden a ejercer más la agresión física y las mujeres tienden a utilizar más las agresiones psicológicas y la exclusión social (Dao et al. Journal of Adolescent Health 2006; 39:277-282). También existen diferencias en función de la edad: se observa un descenso continuo de las experiencias de victimización con la edad y en la adolescencia temprana existe mayor riesgo de violencia que en edades posteriores.

El agresor o bullie tiende a ser hombre (3:1 hombre:mujer), en cuanto a aspecto físico es más fuertes y se caracteriza por ciertas dimensiones de personalidad: establece una dinámica relacional agresiva y violenta con aquellos que considera más débiles y cobardes; tienen un temperamento agresivo e impulsivo; tiene falta de empatía hacia el sentir de la víctima y carece de sentimientos de culpa; se considera líder y sincero; es provocador (Olweus D. Bullying at school: Basic facts and effects of a school based intervention program. J Child Psychol Psychiatry.1994;35:1171-90. Olweus D. Conductas de acoso y amenaza entre escolares. Madrid: Morata; 1998). Esto tiene que ver con el “hacerse hombre”, ya que la construcción de la identidad masculina en muchas culturas se relaciona con los comportamientos más violentos.

Los agresores son descritos como populares, con cierto status dentro del colegio; buscan reafirmase frente a sus pares y alcanzar cierto prestigio y posición social; esto coincide con el desarrollo puberal. Finalmente, tienen alta capacidad de teoría de la mente, lo que les permite darse cuenta de lo que le pasa a los otros y engañarlos para lograr beneficios y dominancia social (Aggress Behav 2006 Aug 32(4) 376-8499; Peskin et al. Journal of Adolescent Health 2007. 40:372–375). Se describe tres tipos de agresores: el agresor activo, que es quien agrede directamente a la persona; el agresor social o indirecto, que dirige, a veces desde la sombra, el comportamiento de sus seguidores, a los que induce a actos violentos; y el agresor pasivo, que es el seguidor o secuaz del agresor.

Las víctimas tienen un aspecto físico más débil, que en ocasiones se acompaña de algún tipo de handicap; viven sus relaciones interpersonales con un alto grado de timidez, que a veces les lleva a retraimiento y aislamiento social; se autoevalúan como poco sinceros, es decir, tienen una considerable tendencia al disimulo; y tienden a ser sobreadaptados y poco asertivos (Anales de psicología, 2001, vol 17, nº1, junio).

En cuanto a la dinámica familiar, las familias de las víctimas tienen altos niveles de sobreprotección, dependencia y apego al hogar; altos niveles de ansiedad e inseguridad; y un elemento muy importante, transmiten la creencia de que las respuestas no violentas y más bien pasivas son el mejor método para la resolución de conflictos (minimización), de modo que siempre aconsejan “no les hagas caso, esto hay que ignorarlo”, o “no se puede responder violentamente”, lo que de alguna manera imposibilita a estos niños para enfrentar la violencia. Las familias de los agresores, en cambio, tienen altos niveles de hostilidad y frecuentes conflictos parentales y parento-filiales; practican métodos autoritarios de disciplina; y habitualmente la violencia es transgeneracional (Cerezo F. Variables de personalidad asociadas en la dinámica bullying (agresores versus víctimas) en niños y niñas de 10 a 15 años.Anales de Psicología. 2001;17:37-43).

El ciber-bullying es un fenómeno de dimensiones prácticamente ilimitadas, ya que se da a través de e-mail, celulares, mensajes de texto, correos electrónicos, páginas web personales, fotologs, messenger, etc. La gran mayoría de los adolescentes tiene fotolog y una gran cantidad de contactos en el messenger, lo que explica la gran facilidad con que se difunde, en la actualidad, la información. Hay algunas diferencias hay entre bullying y ciber-bullying: el primero tiende a ser directo; ocurre dentro del colegio; suele estar localizado en colegio o sus cercanías; los agresores suelen tener mala relación con los profesores, los que muchas veces conocen la situación, pero la ignoran; las víctimas tienen mucho miedo a las consecuencias, que los expulsen del colegio, que les pongan anotaciones, que les llamen al apoderado, etc.; y el maltrato tiende a ser físico, verbal o no verbal. En cambio, el ciber-bullying tiende a ser anónimo; ocurre fuera del colegio, en una “realidad virtual”; es masivo; los agresores pueden tener buenas relaciones con los profesores e incluso ser buenos alumnos y pasar desapercibidos; las víctimas tienen miedo a perder los privilegios de la tecnología. Las reacciones emocionales que esto produce aún no se han determinado (McKenna y Bargh, 2004; Ybarra y Mitchell, 2004).

Las consecuencias en los bullies, o agresores, son: trastornos conductuales, abuso de sustancias, accidentes violentos, delincuencia, suicidio, depresión y negligencia parental en la edad adulta (Pediatrics 2004 Jul; 114(1):e43-50). Las consecuencias en las víctimas son: síntomas somáticos, rechazo escolar, trastornos de conducta, ansiosos, del ánimo y de la conducta alimentaria, suicidio, psicosis (Arch Dis Child 2001 Sep;85(3):197-201).

Un caso clínico de buylling es el de un niño al que se derivó para evaluación por psiquiatría por un cuadro sicótico. En este paciente se detectó que tenía algunos elementos de trastorno generalizado del desarrollo; empezó a ser víctima de bullying desde muy pequeño, en quinto año de educación básica, en relación a un cambio de colegio por motivos económicos. En el nuevo colegio lo molestaron de inmediato y nunca se logró integrar, por lo que lo volvieron a cambiar, pero nuevamente lo volvieron a agredir; a pesar de que era un muchacho alto y fornido, tenía muy pocas herramientas sociales para defenderse. Para defenderse de esto empezó a tener un amigo imaginario, que era el único al que podía acudir en los momentos difíciles, ya que cuando pedía ayuda a su mamá ésta minimizaba la situación y lo mismo le ocurrió con los profesores y pares; el único que lo ayudaba era su amigo imaginario, alrededor del cual construyó todo un mundo delirante, con verdaderas alucinaciones. Si este amigo imaginario no hubiese existido, el paciente, según sus propias declaraciones, se hubiera suicidado, de modo que desarrolló una psicosis adaptativa que le permitió sobrevivir, por supuesto que dentro de una estructura de personalidad frágil.

En la segunda parte de esta conferencia se hablará sobre las estrategias de intervención y prevención que se deben adoptar frente a este problema.