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Valoración de enfermería en el anciano institucionalizado

Nursing assessment in the elderly institutionalized patient

Resumen

Este texto completo es la transcripción editada de una conferencia dictada en el marco de la I Jornada Internacional de Enfermería Gerontológica y Geriátrica de la V región, organizada por el Colegio de Enfermeras de Chile, y realizada en Valparaíso el 3 y 4 de noviembre de 2006.

Introducción

La valoración responde a la identificación que hace la enfermera de la situación de salud en la que se encuentra el anciano que está bajo su cuidado. Ésta se basa en dos premisas: la filosofía de cuidados que tenga internalizada y la forma de expresarla. El modelo que se utilice para valorar al anciano dependerá de la concepción del hombre y de las características del usuario; uno de los modelos que se sugiere utilizar en la valoración del anciano institucionalizado es el Modelo de Virginia Henderson.

Aunque no hay uniformidad en las funciones que debería realizar la enfermera en una Residencia, se toman como punto de referencia las normadas por la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica:

A. Funciones a nivel asistencial

  • Efectuar la evaluación integral del anciano.
  • Realizar una valoración multidimensional para determinar en forma exacta las necesidades de atención que derivan del estado de salud.
  • Registrar la información.
  • Relación del residente con la familia; muchas instituciones tienen la triste experiencia de casos en que los parientes ingresan al anciano, pagan algunos meses por adelantado y después nunca más aparecen.
  • Asumir más responsabilidades: a veces la enfermera sólo está para cumplir la exigencia del número de horas profesionales y no siempre se exige que aplique todas las herramientas de enfermería disponibles.
  • Dispensar cuidados individualizados.
  • Fomentar el autocuidado en cualquier instancia en que se encuentre, no sólo cuando trabaja con los ancianos en comunidad, sino también en el área hospitalaria e institucional.
  • Reducir al máximo el grado de dependencia, potenciando las capacidades residuales.
  • Mejorar la calidad de vida, lo que es un imperativo ético.
  • Minimizar los costos, tanto para el anciano como para el personal y la institución.
  • Atender y acompañar al anciano y sus familiares en los momentos finales de su vida.

B. Función gestora

La función gestora incluye tanto la gestión del cuidado como la gestión de los recursos disponibles para la atención:

B1. Gestión de cuidados: La enfermera debe efectuar la coordinación del equipo de enfermería en la planificación y ejecución de cuidados: se sabe que no todas las residencias tienen auxiliares de enfermería tal como establece el Reglamento de los ELE, siendo su recurso principal los cuidadores de enfermos, los que no siempre tienen la capacitación que se requiere para atender a ancianos institucionalizados; la enfermera debe velar por la capacitación continua de este personal, especialmente en el área de la estimación funcional, tanto en el área física como mental y debe registrar en los documentos pertinentes los problemas identificados que derivan de la valoración sistemática, confeccionando el Plan de Atención individualizado. De acuerdo a la norma, todos los ancianos residentes en Hogares deben tener una ficha clínica donde conste su nivel de funcionalidad; sin embargo, en una investigación realizada en los Hogares de Ancianos de la V región se detectó que prácticamente ninguna de estas instituciones tenía ficha clínica o antecedentes clínicos de los residentes y la mayoría de ellas además no contaba con registros de enfermería. La enfermera además, debe efectuar la planificación, control y supervisión de los cuidados básicos, evaluar las intervenciones y controlar la calidad de la atención.

B2. Gestión de recursos: Gestión de recursos materiales y personales: control de ropa, de útiles, de material fungible; gestión del campo administrativo asistencial: tramitación de documentos, informes, etc.


Valoración del adulto mayor residente

La valoración del adulto mayor residente es el proceso diagnóstico multidimensional, destinado a identificar, describir y cuantificar los problemas físicos, funcionales, psíquicos y sociales que pueda presentar el residente. Esta valoración permitirá diseñar un plan de cuidado global, optimizar los recursos disponibles y efectuar el seguimiento y evolución de cada residente.

Cuando se efectúa una valoración de adulto mayor se deben cumplir ciertos requisitos, que básicamente apuntan a las estrategias de comunicación y a saber reconocer cuando se debe postergar la valoración para otra oportunidad y obtener sólo la información más pertinente para plantear el plan de cuidados. Entre estos requisitos, se debe:

  • Favorecer el intercambio libre de información entre el profesional y el adulto mayor.
  • Planificar la valoración de acuerdo al nivel de energía del adulto mayor.
  • Adoptar un tono de voz convincente, cariñoso y confidencial.
  • Considerar un espacio amplio y sin ruidos.
  • Considerar las modificaciones sensoriales y músculo-esqueléticas al modificar el ambiente.
  • Estar alerta a los signos de cansancio.
  • Ambiente agradable, tibio, sin corrientes de aire, con luz difusa, asiento confortable, con colgador para la ropa.
  • Colocarse de frente, hablar en voz alta y clara.
  • Darle tiempo para responder las preguntas.
  • Evaluar más de una vez en diferentes momentos.
  • Estar atento al estado emocional y preocupaciones.

En general, se denomina residente a una persona mayor que necesita un nuevo hogar y cuidados que no le pueden ser prestados en el domicilio, por la familia o los cuidadores y que presentan condicionantes de discapacidad física psíquica o problemas sociales; la evaluación se debe hacer cuando ingresa proveniente del domicilio, del hospital o estando en la residencia, cuando han ido al hospital y ha vuelto a reingresar al hogar. Sobre cuándo valorar al residente, se sugiere hacerlo al ingreso y a los 30, 60 y 90 días después, según el resultado de la evaluación inicial, para posteriormente hacer una evolución completa una vez al año, además de evaluarlo siempre que aparezca un problema de salud.

Se deben efectuar distintos tipos de valoración:

  • La valoración médica se realiza 48 horas después del ingreso, de modo que las indicaciones médicas a seguir estén claras.
  • La valoración de enfermería se debe realizar, en lo posible, en las primeras horas.
  • Una evaluación psicosocial en las primeras dos semanas y según necesidad.
  • De rehabilitación, si se dispone de terapeutas en los hogares.
  • Nutricional, en los primeros días y luego en forma periódica.
  • Plan de atención interdisciplinario: debe estar diseñado dentro de las primeras dos semanas desde el ingreso, de modo de empezar lo más precozmente posible con la rehabilitación de aquellas discapacidades que se hayan pesquisado en la valoración.

La valoración al ingreso es multidimensional y comprende las cuatro áreas conocidas: clínica, cognitiva, funcional, social.

  • La valoración clinica permite cualificar y cuantificar patologías sintomáticas, identificar patologías desconocidas, evaluar sus efectos sobre la funcionalidad y planificar y priorizar la intervención terapéutica. Tres puntos importantes son la anamnesis, la exploración física y los exámenes complementarios. Dentro de la anamnesis, se debe preguntar por antecedentes personales y familiares, historia nutricional y farmacológica, hábitos con relación a tóxicos, vacunaciones, situación basal previa, enfermedades actuales y su impacto sobre la funcionalidad e identificar algunos problemas socio-ambientales. En el examen físico es importante revisar los signos vitales, la piel, la marcha y equilibrio, para ver si hay riesgo de caídas, los órganos de los sentidos y los sistemas, especialmente el sistema nervioso.
  • La valoración funcional tiene como objetivo describir y cuantificar la capacidad de movilización y la realización de las actividades de la vida diaria (AVD). Interesa saber cómo realiza las actividades básicas y las actividades instrumentales de la vida diaria. Para evaluar las AVD, el Minsal tiene normado el Índice de Katz, también se podría utilizar el test de Barthel.
  • La valoración mental permite identificar y cuantificar los trastornos en las áreas cognitivas y afectivas que afecten, o puedan afectar, la capacidad de autosuficiencia. Esto se debe complementar con una observación no estructurada del comportamiento, apariencia, ánimo, lenguaje, etc. Se recomienda el Minimental State (MMSE) validado para Chile por la Universidad de Concepción y sugerido por el Ministerio de Salud, el test de Yesavage se puede utilizar para detectar signos de depresión.
  • La valoración social tiene como objetivo identificar situaciones socio- económicas y ambientales capaces de condicionar la evolución clínica o funcional de los ancianos residentes. Es útil consultar por las características de las instalaciones que tenía en su hogar previo al ingreso a la residencia, para así conformar un espacio lo más parecido posible al que dejó; conocer la relación con la familia y los amigos, las expectativas con respecto al futuro y los pasatiempos que le agradan. En esta área se sugiere utilizar la Escala de Recursos Sociales (OARS).
  • La valoración demográfica permitirá conocer su nivel cultural, profesión, estado civil, edad, composición familiar, entre otros datos.

Es útil también consultar qué actividades de ocio realizaba y cuáles son sus hobbies, ya que la principal debilidad de los hogares de ancianos es que carecen de programas de animación socio cultural. Los administradores y personal aducen que los ancianos no quieren que se les moleste y que rechazan las invitaciones a caminar, cuidar las plantas o leer el diario para comentar las noticias; sin embargo, si se les incentiva y estimula en forma creativa y dinámica, lo más probable es que se logre despertar su interés en algunas actividades y evitar así la declinación de su funcionalidad.