Carta a la editora

← vista completa

Ética y relaciones entre industria farmacéutica y médicos

Ethics and relations between industry and doctors

Señora editora:

Le escribo ante todo para saludarla, y para expresar mi opinión de su editorial “La regulación de las relaciones entre industria farmacéutica y médicos ¿hace menos probable el sesgo y más creíble el acto médico?” (doi: 10.5867/medwave.2013.07.5747) (véase citación asociada) Con relación al recién acuerdo firmado entre Colegio Médico de Chile y la industria farmacéutica. Su disertación se basa en dos aspectos principales de los cuales también haré referencia:

En primer lugar y como Ud. lo menciona, ya desde el juramento hipocrático hasta la creación de la Asociación Médica Mundial se elaboró un código de ética internacional1 que sirve de referencia a todos los códigos de ética de todos los países miembros, en cuanto al deber e interés máximo de los profesionales hacia los pacientes por sobre el interés personal o por incentivos financieros. He aquí mi primera observación, ¿es necesario establecer códigos deontológicos para resaltar algo tan implícito e inherente a la profesión médica?  Ésta desde sus orígenes ha tenido como máxima moral  “el no hacer daño, la beneficencia y la ayuda a los pacientes”, lo cual no puede ser un deber a cumplir sólo porque un código o una ley así lo exprese, es decir, que se imponga desde afuera como algo ajeno y extraño, cuando debiera ser parte de la “conciencia moral”, algo interno, inherente a la profesión médica y de actitud (ethos) de todos los profesionales de la salud. Es decir, debe provenir desde la propia conciencia, ese tribunal inapelable que rige nuestras conductas. Un papel no garantiza el cumplimiento de un código de ética si no hay desarrollo de esa conciencia que guíe los actos médicos (cum-scientia).

En segundo lugar, pareciera que todavía existe en el imaginario social y médico el que las industrias farmacéuticas son pedagógicas y contribuyen a la enseñanza de los profesionales2. Es de saber que no se puede esperar que una empresa evalúe objetivamente el producto que vende, su interés es su comercialización y por ende su consumo. Es bien sabido, que esa “enseñanza” e instrucción a los profesionales y hasta a la comunidad, salen del presupuesto de la publicidad, llegando hasta a medicalizar una sociedad e incluso a la invención de enfermedades3. En la actualidad, es lamentable ver cómo la industria farmacéutica es la mayor fuente de financiamiento de la educación médica continua y han penetrado en las universidades y facultades para “actualizar” a los profesionales. La industria no es una sociedad benéfica, exenta de lucros ni de tanta generosidad, sin compromiso alguno; está bien demostrada en estudios de utilización de medicamentos la influencia de esta “enseñanza” en las decisiones de los médicos, aunque muchos lo nieguen. Allí están las evidencias de los estudios que así lo demuestran4.

En resumen, es la preparación técnica y moral, una formación crítica, objetiva e imparcial, guiada por nuestra máxima moral establecida en nuestra conciencia, las que nos garantizan la excelencia profesional.

Notas

Conflicto de intereses

El autor ha completado el formulario de declaración de conflictos de intereses del ICMJE traducido al castellano por Medwave, y declara no haber recibido financiamiento para la redacción de este comentario; que en los últimos tres años Clínica La Salina Petróleos de Venezuela recibió reembolso de gastos de viaje y estadía de parte de Eli Lilly and Company para financiar la asistencia del autor a un curso sobre insulinización patrocinado por esa empresa farmacéutica en Panamá; y no tener otras relaciones o actividades que podrían influir sobre el artículo publicado. El formulario puede ser solicitado contactando al autor responsable.