Editorial

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Antimicóticos de origen vegetal y plantas medicinales: el potencial escondido de Chile

Antifungal agents derived from plants and medicinal plants: Chile’s untapped potential

El uso de vegetación nativa, recurriendo a partes o extractos de plantas con potentes propiedades antimicrobianas, es de antiquísimo conocimiento en etnobotánica. Con el fin de redescubrir la potencialidad farmacológica de estas muestras naturales se han identificado distintos tipos de compuestos biosintéticos que responden a patrón de sustancias proteicas y peptídica, fenoles y polifenoles complejos, terpenoides cíclicos y saponinas esteroidales 1,2. En Chile se registra el uso de un 70% de plantas medicinales, principalmente especies nativas endémicas, con mayor frecuencia en zonas rurales y marginales3

La resistencia a los escasos antimicóticos disponibles en la actualidad es un tema preocupante, sobre todo en lo respectivo a micosis por Candida albicans en humanos, ya que los antimicóticos tienen un rango de toxicidad muy cercanos a la sensibilidad de nuestras células. Se ha caracterizado un mecanismo de recombinación genética presente en Candida albicans que potencia la expresión de resistencia a fármacos antifúngicos, principalmente mediante modificaciones en la síntesis de lípidos de membrana (ergosterol) y proteínas de membrana (transportadores tipo ABC, que expulsan tóxicos)4.

Se han descrito proteínas y péptidos de bajo peso molecular en plantas, relacionados con la respuesta a infecciones por hongos. Éstas han sido denominadas Pathogenesis-Related Proteins (PR)5. Otras proteínas relacionadas con la respuesta inmune de las plantas son  las tioninas AX1 y AX2 con actividad contra hongos.

Se han identificado péptidos que actuarían como defensinas, impidiendo la elongación de la hifa sin alteraciones morfológicas notorias6. Hs-AFP1 y Rs-AFP2 fueron aislados de campanas de coral (Heuchera sanguinea) y rábano (Raphanus sativus) respectivamente. Ib-AMP3 es producido por balsamina (Impatiens balsamina) y ACE-AMP por la cebolla (Allium cepa). Otro péptido, aislado de cola de león (Leonorus japonicus) se ha denominado LJAMP1, inhibe hifomicetos (Saprolegnia o Mucor)7.

También existen compuestos de tipo hidrocarburos complejos. Los fenoles, flavonas y flavonoides que son derivados de fenol. Ejemplos de estos son el ácido gálico, lupulona y humulona; por otra parte, están los compuestos fenólicos derivados de quillay (Quillaja saponaria) con fuerte actividad antimicrobiana y los fenoles hidroxilados como catecol y pirogalol8. Desde la planta angiosperma marina hierba de mar (Thalassia testudinum) se identificó la flavona luteolinsulfato, con actividad contra hongos zoospóricos o quitridiomicotas9.

Se suman a los anteriores, las quinonas que corresponden a anillos aromáticos altamente reactivos, se han caracterizado antraquinonas de la hierba de San Juan (Hypericum perforatum) y naftoquinonas de avellanillo o radal (Lomatia sp)10.  Y los terpenoides que son compuestos derivados de acetato, activos contra un amplio rango de patógenos, incluyendo hongos; ejemplo de ello es la actividad detectada en aceites provenientes de core (Senecio atacamensis)11. Su actividad se debe primordialmente a su capacidad de dañar el ADN.

Finalmente están los alcaloides, compuestos nitrogenados heterocíclicos cuya actividad no se relaciona con citotoxicidad, lo que deja abierta la posibilidad a ser usados como antimicóticos en la clínica 8,12.

Como se evidencia, el potencial de las plantas nos hace mirar nuevamente nuestra riqueza endémica para encontrar la solución a problemas que en cierto modo han derivado de nuestra falta de consideración del delicado balance natural.

Notas  

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