Editorial

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Antibacterianos provenientes de plantas: la reinvención de la etnofarmacología en Latinoamérica

Plant-derived antibacterial agents: Latin American ethnopharmacology reinvented

La existencia de bacterias multirresistentes es un grave problema en la clínica, sobre todo considerando los riesgos de infecciones oportunistas en pacientes inmunodeprimidos. Citando el caso de México, bacterias gramnegativas como Escherichia coli, Pseudomonas aeruginosa, Klebsiella spp, Acinetobacter spp y Enterobacter spp, son responsables de un 40% de las infecciones nosocomiales en pacientes de cuidados intensivos. Asimismo, debemos mencionar que este tipo de bacterias desarrolla múltiples mecanismos de resistencia a antibióticos1,2 y tienen un rol importante en las infecciones intrahospitalarias en infantes, caracterizándose por su alta morbi-mortalidad3.

Castañeda et al.4 considera el estudio de la cepa 19A de Streptococcus pneumoniae, causante de la enfermedad pneumocócica invasiva, como claro ejemplo de cepas seleccionadas por reiterativa exposición a antibióticos. Contribuiría a ello la falta de control en el uso de antibióticos por parte de las personas, debido a su libre disposición hasta el desarrollo de normativas que restringen su acceso a través de receta médica retenida5.

Algunos antecedentes indican que derivados vegetales y extractos de amplio uso tradicional de origen sudamericano, muestran una fuerte actividad diferencial contra el Streptococcus pneumoniae, diferentes cepas de Staphylococcus aureus meticilino-resistente, así como de bacterias gramnegativas tales como Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Pseudomonas aeruginosa y Serratia marcescens6-11. Ejemplo de estos vegetales y extractos son la miel y el propóleo de chilca, sangre de drago en Brasil, ulmo y quillay en Chile, clusia en Cuba, sabadilla y ajo caspi de Perú, y en Argentina la retamilla, jarilla macho y jarilla hembra.

Estudios realizados con mamey destacan su actividad contra el Staphylococcus aureus. Lo mismo sucede con investigaciones con extractos de romadizo en Colombia, respecto de la Salmonella typhi. Los antecedentes surgidos del estudio de muchos de estos especímenes usados en etnomedicina, refieren su actividad en la presencia de compuestos orgánicos del grupo de los taninos y flavonoides12,13.

Aplicaciones del uso higiénico como colutorios a base de manzanilla14 indican una reducción en la carga bacteriana oral, así como un aumento en el tiempo de incremento de la población bacteriana bucal. Sin embargo, se infiere que podrían observarse ciertos errores en los resultados debido a su naturaleza química predominantemente hidrofóbica.

También se ha constatado la actividad sinérgica, junto a antibióticos tradicionales, de extractos de guayaba de guinea, cacho de cabra y cariaquito15,16 contra cepas de Staphylococcus aureus meticilino-resistente. Antibióticos como la ampicilina, amoxicilina/ácido clavulánico y ciprofloxacino, aumentaron en ocho veces su efectividad y disminuyeron su MIC (Minimum Inhibitory Concentration), lo que habla de su mayor potencialidad y seguridad en la administración.

Todos estos antecedentes dan cuenta de la gran batería de compuestos orgánicos (alcaloides, terpenoides, flavonas, flavonoides, quinonas) que se han identificado y caracterizado desde las plantas. También se ha identificado una gran variedad de péptidos antimicrobianos que van desde los 876 hasta 8.864 daltons de masa aproximadamente, presentando una gran variación en su capacidad antibacteriana17. Estos han sido caracterizados sobre la base de su estructura terciaria y secuencia aminoacídica. Entre ellos destacan los péptidos del tipo ciclotides, cuyo extremo amino y carboxilo interactúan formando un ciclo; y las de tipo defensinas. Ambos grupos son ricos en cisteína, catiónicos a pH fisiológico y anfipáticos.

Sin duda alguna, tantos antecedentes quedan en extremo incompletos ante la vastedad del acervo etnofarmacológico que subyace en nuestras tradiciones indígenas. De seguro la famosa frase de Hipócrates (460-370 A.C.) “Que nuestro alimento sea nuestra medicina y nuestra medicina nuestro alimento” debería tomar cada día mayor fuerza, sobre todo al observar el enorme y grandioso potencial en la clínica.

Notas

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