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Conferencia inaugural del IV Congreso de Economía de la Salud de América Latina y El Caribe

Inaugural Conference of the IV Health Economics Congress of Latin America and the Caribbean

Resumen

Este texto completo es una transcripción editada y revisada de una conferencia que se dictó en el IV Congreso de Economía de la Salud de América Latina y El Caribe, realizado en Santiago entre los días 19 y 22 de enero de 2010. El congreso fue organizado por la Asociación de Economía de la salud (AES) de Chile y la AES de América Latina y el Caribe.

Quiero saludar a todos los presentes, y por supuesto partir saludando a Camilo Cid, como presidente de AES Chile, al Ministro de Salud, Dr. Álvaro Erazo, a quien está aquí hoy día en calidad de doble militancia, como el excelentísimo Embajador de Argentina y presidente de la Asociación de Economía de la Salud de América Latina y el Caribe, Dr. Ginés González , al Dr. Rubén Torres, representante de la OPS y OMS, a los excelentísimos embajadores y representantes del cuerpo diplomático, embajadores-médicos que también nos acompañan, como el Embajador de Uruguay, la Embajadora de Venezuela, María Urbaneja, directores de servicio y muy especialmente a todos los participantes de este IV Congreso de Economía de la Salud de América Latina y el Caribe.

Primero que nada, quiero agradecer muy sinceramente a Ginés González y a Camilo Cid esta invitación para acompañarles, aunque sea muy brevemente, porque la agenda en estos días, cuando falta un poco más un de mes y medio para terminar el Gobierno, es muy intensa. Me hubiera gustado estar toda la sesión, ya tendré tiempo después de marzo, para poder acompañarlos en este IV Congreso de Economía de la Salud de América Latina y el Caribe.

Como ustedes bien saben, recién ha concluido el proceso electoral destinado a elegir al próximo Presidente de la República, y del cual podemos decir que desde el punto de la impecabilidad democrática nos enorgullece tremendamente.

Yo espero entregar en marzo un Gobierno ordenado, con un conjunto de programas y políticas sociales muy intensivas, y esperamos que nuestro país consolide los grandes avances conseguidos en todos estos años en materia de protección social, con el papel del Estado como agente de equidad.

Soy una persona optimista por naturaleza y creo que los avances experimentados por el país en estas dos décadas permanecerán, porque se han incorporado al patrimonio común de la sociedad chilena y la invitación que se me ha extendido, me pide compartir con ustedes algunas reflexiones sobre la importancia de las políticas de protección social en el mundo y, naturalmente, la experiencia en la región y en Chile.

Pero quisiera partir desde una mirada más global, creo que es esencial preguntarse antes de mirar en concreto qué ha pasado, por los efectos que tiene sobre cada una de nuestras sociedades lo que el sociólogo británico Anthony Giddens llamó “un mundo desbocado”, aludiendo a la conjunción de procesos nacionales de modernización y sus impactos globales. La manera cómo enfrentamos esos efectos y la capacidad de alterar la vida de nuestros conciudadanos, alude directamente a la cuestión de la protección social, cuya presión institucional será el reflejo, en definitiva, de los valores que nos inspiran, de la idea de sociedad que tenemos y de la idea de sociedad que queremos construir, si miramos el mundo con ojos utilitaristas o si buscamos un orden más humano, solidario y más justo.

Yo creo que hay un gran debate, de gran actualidad, que ayuda justamente a ordenar esta reflexión, y es el que se refiere a lo que en países europeos llaman la “cohesión social”, y nosotros hemos llamado más bien “protección social”. Porque todos tenemos claro que aquí las sociedades experimentan las tensiones propias de los procesos modernizadores, y voy a mencionar solamente algunos de ellos, como las transformaciones en el mundo del trabajo, que han vuelto precarios los empleos, la expansión del mercado, los cambios socio-demográficos, en particular, como resultado de la expansión urbana, el aumento de la expectativa de vida, la diversificación de la familia (tenemos muchas familias diferentes, monoparentales, familias nucleares extensas, etc.), la incorporación más masiva de la mujeres, y también las migraciones internas e internacionales. Y todos estos cambios generan impacto, incluso en algunas sociedades amenazan con desgarrarla entre poco ganadores y muchos perdedores.

Por ello es urgente abocarse a identificar aquellas cuestiones y dispositivos que hacen que podamos en definitiva vivir juntos, que podamos construir sociedades más humanas, más solidarias y más justas. Dicho de otro modo, cuando lo comunitario es amagado por la exacerbación de la pura fortuna individual, es imperativo potenciar aquello que nos hace viables como colectivo humano, unidos por una tradición, una identidad y una proyección común hacia el futuro.

En nuestra región hemos vivenciado las consecuencias de los procesos modernizadores, especialmente aquellos impulsados al amparo de una agenda de reformas orientadas al mercado dominante durante los años 90, aunque en el caso de Chile dicha agenda fue prefigurada con anticipación, fue durante los años 80; y todos hemos sido testigos del deterioro de los vínculos comunitarios fundados, habitualmente, en la confianza y en el sentido de pertenencia experimentado en estos años. Cuál fue la consigna: más mercado, menos Estado; más iniciativa privada, menos iniciativas públicas.

Y en nuestra región, hemos visto que se partía de la base que el crecimiento económico y el “chorreo” de beneficios tenían poder suficiente para mantener cohesionada a nuestras sociedades, y con la vuelta de los años en América Latina y el Caribe, hemos tomado consciencia al respecto, algunos lo pensábamos de siempre, pero se ha demostrado más que claro que esto no es así.

En estos años se ha redescubierto el valor de la política como espacio de deliberación general para construir consensos normativos en una sociedad plural, cuestión por lo demás fundamental en una América como la nuestra, donde entre otros temas los pueblos originarios han reafirmado su identidad y reclaman respeto a su dignidad y reconocimiento histórico.

También hemos recuperado el valor de las políticas públicas como herramientas de reequilibrio de los desajustes producidos por el imperio sin contrapesos del mercado. Cuando uno ve lo que ha sucedido en la crisis financiera internacional, todo aquello que hemos pensado siempre se ha visto corroborado una vez más, pero a la vez, de tener claro que se requiere un mejor Estado, y también mejor mercado, con reglas de juego más adecuadas.

También podemos observar que hay países que pudieron enfrentar mejor la crisis sin sacrificar sus planes o sistemas de protección social, por ejemplo en América Latina, según cifras de la CEPAL, por favor que nadie se me ofenda, son cifras de la CEPAL, los países que van a liderar en materia de crecimiento el presente año son Brasil con un 5,5 %, Uruguay con un 5 % y Chile con proyecciones de crecimiento de 4,5%, entre otras naciones. Y menciono esos tres países, porque también son países que han avanzado mucho en materia de protección social.

Si pensamos en Europa, donde existe un Estado de Bienestar, aunque ha ido cambiando, ha ido modificándose con los contenidos, mantiene una cierta noción de Estado de Bienestar garantizando el derecho social a las personas. Podríamos pensar en los caso de Noruega, de Holanda y de Francia, que dentro de todo han podido enfrentar relativamente bien la crisis y recuperarse antes que otras naciones.

Pero lo más importante, cuando uno tiene un sistema de protección social, aunque la economía tenga una recesión importante y pueda demorar en su dinamización, es que el costo de la crisis no la pagan los trabajadores de los sectores más vulnerables y los sectores más pobres.

Entonces, estos pilares en nuestro país han ido avanzando, y en nuestra región, hacia una nueva mirada de la protección social, que ofrezca amparo frente a los riesgos e incertidumbres y vulnerabilidades de este tiempo.

Tenemos a la vista el camino hecho por algunas naciones latinoamericanas en el plano de la protección, pero estamos plenamente conscientes, también, de que el camino que no hay que transitar es el de los vicios clientelistas y corporativistas que se pueden presentar y, por lo mismo, en lo que no hay que transitar, es en la ausencia de derechos, de un enfoque de derechos universales.

Es muy distinto hablar del sistema de protección social como nosotros los hemos concebido en Chile, donde consideramos que tiene que haber un moderno Estado de Bienestar, que garantice derechos a sus habitantes por el solo hecho de ser miembros de esta comunidad, que es una Nación, una Patria; muy distinto de un concepto asistencialista, que solamente focaliza desde el punto de vista de apoyos específicos. Nos sirven, por cierto, las experiencias derivadas de la construcción de Estados de Bienestar en Europa, que se centran en una idea de ciudadanía social.

Yo decía que es muy distinto porque esto no es un shoppig list, que uno llega al supermercado y diga: “más consultorios, más salas cunas, más esto, más lo otro”, es una concepción de Nación, y por eso va a haber múltiples áreas que hay que abordar y enfrentar, y que se irán haciendo gradualmente en la medida de la capacidad y la posibilidad de cada país.

La experiencia de Europa ha sido muy útil en ese sentido, pero también sabemos que el Estado de Bienestar, el tradicional, generoso en beneficios, también ha enfrentado dificultades estructurales de financiamiento, y existe el riesgo de abuso de beneficios y de perversos efectos sobre la inversión y el empleo.

En Chile lo que buscamos, trabajamos y hemos querido demostrar, es que es posible diseñar sistemas de protección social sin descuidar las tareas del crecimiento económico, porque de ese crecimiento depende la viabilidad financiera del sistema de protección. Ahora, reconozco eso sí que partimos de muy atrás, porque el desmontaje de los dispositivos de protección social construidos en el siglo XX, muchas veces arrancados con arduas luchas sociales, fue muy eficaz durante las dictaduras y los regímenes neoliberales.

Antes de destacar algunas características del sistema de protección social que hemos ido implementando en Chile, quiero situar el tema en la relación un poquito más con la salud.

Para nadie de los que estamos aquí es un misterio, por el contrario, yo creo que somos verdaderos abogados de reconocer que en la salud hay una multicausalidad y que es esencial enfrentarla de manera integral y abarcadora, y que existen un conjunto de factores, algunos de riesgo, otros protectores, que inciden directamente, y es por eso que la salud tenemos que mirarla desde una perspectiva comprensiva e integral. Por ejemplo, con sólo pensar en los factores de riesgo para un niño, está el nivel educacional de la madre, el bajo peso de la madre al nacer el niño y durante la gestación, junto a otros temas como alcoholismo, drogadicción y pobreza, con todas sus derivadas.

También hemos reconocido muy fuertemente en nuestro acción-trabajo la presencia de factores, llamémosles protectores, que nos llevan a conductas saludables y mejor calidad de vida, y es por eso que para nosotros también, desde el punto de vista global, pero también desde la salud, cuando pensamos en sistema de protección social lo esencial es cómo somos capaces, pero en particular en sociedades como las nuestras, donde aún persisten desigualdades muy importantes, muchas de las cuales parten desde la cuna; es decir, desigualdades de origen, cómo a través del sistema de protección social somos capaces de compensar, de anular o de mitigar los efectos de estas desigualdades de origen y, más tarde, todas las desigualdades de oportunidades que se van generando a lo largo de la vida.

Y es por eso que trabajamos para disminuir la pobreza, pero no sólo extrema pobreza y pobreza, sino también en grupos vulnerables, porque también hemos aprendido en la lucha contra la pobreza que es un mecanismo dinámico en que gente sale a la pobreza, entra a la pobreza, ya sea cuando se generan cambios muy dramáticos en sus vidas, enfermedades, pérdida de empleo, entre otros. Por lo tanto, si sólo al focalizarnos en pobreza estamos llegando tarde, hay que actuar de todas maneras.

Pero hay que abarcarla con una mirada ya de vulnerabilidad, mejorar naturalmente la educación como movilizador social, como fuente de oportunidades, como fuente también de la economía de desarrollo y de hacerse cargo de los desafíos futuros de un país.

Por cierto, los programas alimenticios de mal nutrición, tanto hacia la obesidad como a la desnutrición, los controles de embarazo, recién nacido, viviendas dignas, programas de salud como el AUGE, seguros de cesantía, subsidios juveniles al trabajo, derechos al deporte, derechos a la recreación y a la cultura. Porque estamos hablando de un sistema que contempla, cuando pensamos en salud, relaciones tales como la precariedad económica y la mal nutrición, o las carencias habitacionales o las deficiencias de estudio; es decir, un conjunto muy grande de áreas donde se establecen redes solidarias, donde la salud sin duda es uno de los ejes determinantes estructurales.

Yo decía que en Chile reiniciamos un camino con todo el vigor de nuestras convicciones y en un primer punto, así como tenemos claro que hay desigualdades del origen, también tenemos claro que hay desigualdades que se prolongan a lo largo de toda la vida y es más dramático cuando la vejez se acompaña de la pobreza.

Por eso un primer punto que quiero mencionar es el régimen de pensión. Como ustedes saben durante los 80 se instauró en Chile un sistema basado en la capitalización individual, eliminando entre otros componentes la solidaridad intergeneracional, y lo que hemos hecho recientemente fue restituir el componente de solidaridad, y más concretamente, hemos consagrado el derecho de todos los chilenos a recibir una pensión.

Lo novedoso es que hemos incorporado a todas la mujeres, a todas las dueñas de casa, y hemos hecho también un aporte al entregar un bono por hijo nacido vivo o adoptado, de manera de solucionar una desigualdad que había en Chile con las mujeres a la hora de pensionarse, porque como teníamos una expectativa de vida más alta, teníamos una pensión más baja. Hemos buscado ir compensando aquellos elementos y hacernos cargo, por lo demás, de que las mujeres son sujetos de derecho, no son la carga del marido como antes de pensaba, y además los hijos son responsabilidad de toda la sociedad.

En segundo lugar, hemos logrado universalizar el acceso a la educación y hoy estamos trabajando intensamente en su calidad, por mejorar los aprendizajes y rendimiento de nuestros estudiantes.

En políticas de vivienda, tenemos programas enormes en el área de viviendas sociales, con casas de mayores metros cuadrados, de mayor calidad en entornos saludables, espacios verdes, espacios comunitarios, pero también, retornando la dignidad y calidad a antiguos barrios en conjunto con los ciudadanos, en un hermoso programa que se llama “Quiero Mi Barrio”. También apoyando a mejorar viviendas, pensando que es el patrimonio que las familias tienen como una herencia a sus hijos.

Mi gobierno se propuso, también, universalizar un sistema de protección social que sea capaz de integrar a nivel local las políticas que garantizan los derechos de toda la ciudadanía. Y en materia de salud, la muestra más evidente a esta lógica es el Plan AUGE, como también lo son otras iniciativas intersectoriales como el sistema de protección social “Chile Crece Contigo”, dirigido hacia la infancia, cuya puerta de entrada son los servicios de atención primaria en el país.

A través del AUGE, más allá que los hospitales, los consultorios, sigan atendiendo como siempre, creímos que era necesario en un país que se desarrollaba poder, frente a los temas más graves, más complejos, de más alto costo, garantizar para todos los habitantes del país una atención de calidad, en oportunidad y de cierto costo, y por eso se hizo lo que se llamó el AUGE, donde hemos buscado garantizar el ejercicio del derecho a la atención de salud sobre la base, como decía, de acceso seguro, seguridad, oportunidad y calidad, y por cierto protección financiera. Y es un derecho social establecido por ley que no discrimina por edad, sexo, condición económica, lugar de residencia o sistema de salud al que estén afiliadas las personas.

El sistema AUGE tiene una cobertura hoy día de 56 patologías, que ha permitido otorgar más de 7 millones de atenciones desde su creación el año 2005, y a partir del segundo semestre de este año, aumentará a 66 patologías cubiertas, que cada año se van revisando y se van ampliando. El resto se sigue atendiendo, pero frente a ésto, hay metas concretas de tiempo, de tiempos de espera, de recursos, y otros factores., que no pueden dejar de cumplirse.

El sistema integral de la infancia Chile Crece Contigo, por su parte, combina lo que yo decía, el hacerse cargo de que en Chile, y probablemente en la mayoría de los países que aquí se encuentran participando, la desigualdad parte desde la cuna y, por tanto, cómo desde la cuna, bueno desde el embarazo primero y después desde la cuna, generamos todas las condiciones para lograr nivelar esta cancha tan dispareja que es para uno y otro las oportunidades en su país. Y por eso que combinamos una serie de prestaciones de protección social, acompañando a la primera infancia desde el primer control de embarazo de las madres, manteniendo seguimiento y apoyo durante los primeros años de vida de los niños y niñas, estimulando el desarrollo de los más pequeños.

Nosotros en Chile teníamos hace muchos años el Control de Niño Sano, esto es muy antiguo, pero lo nuevo es que aquí hay todo un sistema que además ha requerido de visita domiciliaria, de una cosa mucho más intensiva, identificando las madres de riesgo antes y después, trabajando muy fuertemente, identificando herramientas, documentos, ajuares, que no es un ajuar en realidad, es todo un equipamiento para el recién nacido cuando nace en hospital público, en fin, un conjunto de mecanismos, de iniciativas y de recursos que, por un lado, nos permite enfrentar posibles rezagos que se puedan detectar, y con ello disponer de una oferta.

Además estos dos programa son uno de mis favoritos porque yo soy pediatra, así que esto para mí es fantástico, pero además tiene un sentido social, de sociedad digamos, y un programa que hemos más que triplicado en 3 años, casi 4 años de Gobierno.

La oferta preferente de salas cunas para el cuidado de los más pequeños, me refiero a salas cunas gratuitas, que dependen del Estado, permitiendo además a las madres poder salir a trabajar tranquilas, salir a buscar empleo también, pero además por algo que yo creo muy fuertemente, y es que como sociedad tenemos que enfrentar otros problemas, que no nos gustan, como la violencia intrafamiliar, como la drogadicción y el alcoholismo, y soy una convencida, desde que era Ministra de Salud, que uno tiene que trabajar desde el jardín infantil, generando autoestima, generando buena prácticas, generando maneras de relacionarse entre niños y niñas, aprendiendo a convivir, aprendiendo a resolver conflictos de una manera distinta y que eso hay que hacerlo en las casas sin duda, pero también en lugares donde los niños puedan aprender a convivir y a desarrollarse de una manera más adecuada.

Como decíamos, reiniciado un camino de recuperación del valor del sentido colectivo, de la solidaridad y de la protección social, yo he querido mencionar algunos ejemplos representativos de lo que hemos hecho en estos años, podría estar mucho más rato, pero sería abusar de todos ustedes, así que no, pero por este camino de mirar lo colectivo, de reponer la importancia de la política pública, de lo social, tenemos que seguir avanzado para consolidar lo alcanzado e ir más lejos, y yo hago votos aquí para que la sociedad chilena sepa mantener el rumbo.

Espero y quiero desearles mucho éxito en este IV Congreso y espero que contribuya a un muy fructífero intercambio de experiencia entre uno y otros países. Tenemos mucho que compartir entre todos, y espero que el IV Congreso también contribuya a ensanchar los caminos de la equidad en nuestra región e inspirar mejores políticas públicas que lo aseguren.

Me parece que Ginés mencionaba que, al menos en la América del Sur, tenemos el Consejo de Salud donde estamos tratando de enfrentar estas cosas, pero éste es otro espacio muy importante de América Latina y el Caribe donde creo que también podemos seguir avanzando con mucha fuerza.

No mencioné algo que para mí es importante, pero quiero mencionarlo, acá hicimos el lanzamiento el año 2008 de la Red Regional por los Objetivos del Milenio IV y V.

Es dramático cuando uno piensa que la mortalidad materna es el objetivo del milenio que menos resultado ha dado en todos los países. En América Latina estamos relativamente mejor que en otros lados, pero también tenemos mujeres que mueren vinculadas con mortalidad materna, y también nuestros niños, y la crisis sin duda ha incrementado el número de niños desnutridos o niños con riesgo vital.

Por eso yo quisiera terminar aquí haciendo un llamado a que sigamos trabajando juntos, ya estamos en Chile trabajando con Paraguay y con Bolivia en esto. Estamos invitando a nuestros amigos de Centroamérica y seguimos trabajando para ir mejorando y cumpliendo los objetivos del milenio, en particular todos los que se refieren a salud. Desde el I que es pobreza y desnutrición, el IV que es mortalidad materna, el V que es mortalidad infantil, luego hay otros que tienen que ver con SIDA y con medioambiente; es decir, muchos tienen que ver con la salud.

También llamarlos a que sigamos trabajando desde donde estemos, hoy día como Presidenta de la República, mañana sentado al lado de ustedes, para que finalmente podamos inspirar buenas políticas públicas, que aseguren la equidad en nuestra región, porque si hay algo que yo puedo decir, al terminar mis palabras, es que no debemos descansar en la búsqueda de un orden social más justo, más humanos y más solidario. Muchas gracias.