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Introducción a la sintergética

Introduction to sintergetics

Resumen

La publicación de estas Actas Científicas ha sido posible gracias a una colaboración editorial entre Medwave y el Servicio de Pediatría del Hospital Clínico San Borja Arriarán.

Edición científica: Dr. Luis Delpiano.

Antecedentes históricos

Entre los siglos XVI y XVII, en forma reactiva a los sucesos de la Edad Media, el mundo de las ciencias exactas dio origen a grandes personajes, como Descartes, Pascal y Newton, que sentaron las bases para el desarrollo la ciencia moderna durante los siglos XVIII, XIX y XX.

La ciencia de esta época se caracteriza por ser reduccionista, es decir, trata de reducir a su forma más elemental lo que estudia, con el propósito de conocer; además es analítica, por lo tanto, utiliza el análisis como método de investigación y de obtención de resultados, los cuales deben ser verificables. Por lo tanto, todo aquello que pueda ser demostrado, verificado y evidenciado tiene valor.

Secundariamente a esto, se desarrolla un alto sentido de lo que es objetivable, el objeto cobra mucho sentido y comienza, de manera imperceptible, a perderse el sujeto, entendido como tal a toda acción subjetiva que por su naturaleza no cae dentro de lo verificable o de lo analítico y que, por lo tanto, se percibe con desconfianza. De esa manera, el sujeto comienza a ser apartado del juego cotidiano de la ciencias modernas. Se produce un gran acento en la academia, aparecen los análisis deduccionista y materialista y se produce una separación cada vez más evidente y fuerte entre el cuerpo, la mente y el espíritu, dentro del pensamiento científico de la época.

En Medicina, la ciencia moderna toma la forma de lo que se estudia actualmente en las escuelas de medicina, conocido como Medicina occidental o alopática.

Para lograr este desarrollo cartesiano de la ciencia fue necesario colocar el énfasis en el cerebro izquierdo, que es el racional, el que se maneja en acciones secuenciales y lineales, el deduccionista, el que por definición, por ontogenia y por filogenia, no tiene la posibilidad de hacer el holos, de desarrollar lo intuitivo. Sin embargo, desde la embriogénesis el cerebro izquierdo se desarrolla después del cerebro derecho, que se adelanta en su desarrollo morfogenético y madurativo, mientras que el cerebro izquierdo comienza a aparecer en la historia personal del ser humano, recién alrededor de los 5 a 6 años de edad. Por esa razón, todas las líneas antroposóficas establecen que durante los primeros 6 ó 7 años se debe trabajar en torno al hemisferio derecho y por eso las escuelas que trabajan con el cerebro izquierdo (por ejemplo, con el estudio de las matemáticas) antes de los 5 ó 6 años de edad suelen resultar aberrantes y complicadas, dando origen a una serie de secuelas en el campo de la educación.

El auge del cerebro izquierdo permitió un enorme desarrollo en términos de investigación, estudio y aportes a las especialidades y subespecialidades médicas, que se tradujo en una disminución dramática de las cifras de morbimortalidad y en un gran acopio de información sobre prevención, etiología y patogenia de las enfermedades. Por lo tanto, lo que se ha ganado con el aporte alopático es extraordinario y la idea es mantenerlo y fomentarlo, pero colocarlo en un contexto distinto.

Desventajas de la medicina alopática

La identificación con el objeto llega a tal grado que se empieza a desarrollar una gran desconfianza hacia el sujeto y el subjetivismo, lo que lleva a intentar eliminar toda variable subjetiva; sin embargo, en este proceso se comienza a distorsionar la realidad, porque al no incorporar al sujeto como variable dentro de las relaciones familiares o de la relación médico-paciente, los análisis sólo serán un juego de laboratorio artificial. “Una ciencia sin sujeto es una ciencia sin objeto”.

Es necesario, por lo tanto, recuperar el subjetivismo. Un hecho objetivo es el elemento externo, pero todo pasa por la percepción personal, que va a modificar y a ser modificada por la incorporación de ese elemento. Actualmente está claro, incluso académicamente, que lo objetivo es una entelequia, porque cuando el ser humano observa los procesos, interfiere sobre ellos.

La medicina científica deposita la recuperación de la salud en manos de los profesionales de la salud, es decir, la persona es un objeto que deposita sus pesares, dificultades y enfermedades en el médico, que queda a cargo del proceso de recuperación, en el cual el paciente no participa. Esto tiene varias ventajas para los médicos, pero deja fuera al protagonista principal y verdadero dueño de este proceso, que es el paciente y su familia.

Por otro lado, la visión del médico de sí mismo como dueño de este proceso, de alguna manera está relacionada con sentirse orgulloso de ser el dueño de la verdad y con la sensación de tener poder sobre el paciente, la salud y la enfermedad, perdiendo de vista la idea básica de que el verdadero dueño del proceso es el paciente y que el principal rol del médico es ayudarlo a hacerse cargo. Esto es aplicable a cualquier edad, no sólo la infantil, porque la conciencia no tiene edad.

La idea es recuperar la participación del paciente en su proceso, porque en nuestra concepción el que se enfermó fue el paciente o su grupo familiar, o su contexto; por lo tanto, la enfermedad también se entiende como una estrategia evolutiva para que esa persona, esa familia o ese contexto aprendan algo, lo que sólo se puede lograr si el proceso se desarrolla en forma participativa por parte de los pacientes.

Muchas veces el médico ignora, e incluso desprecia, lo que parece estar fuera de su ciencia, sin darse cuenta de que esto está lejos del espíritu genuinamente científico, porque éste se caracteriza por mantenerse abierto a conocer e investigar y lo contrario lo lleva a transformarse en lo mismo que rechaza, es decir, en un dogma. El método científico se originó como una manera de contrarrestar las actitudes dogmáticas de la Edad Media, pero muchas personas han caído en lo mismo, han creado su propio dogma y su propia parroquia. La idea es abrir las parroquias para que podamos transitar de una a otra en forma cómoda, fluida y libre.

Es frecuente que cuando el paciente, además de su dolor, comienza a hablar de los problemas que tiene en su hogar, se le responda que eso no nos compete, porque nuestro enfoque consiste en separar materia, espíritu y mente. Por lo tanto, nos restringimos a una determinada área o a una línea de investigación o de terapia, que puede ser muy hermosa, pero reduce notablemente nuestra capacidad para aproximarnos al paciente y nuestras posibilidades terapéuticas.

La ausencia de la visión holística, en su grado máximo, llega al extremo de que el médico se preocupe de un solo órgano, pero con esa visión, muchas veces ese órgano, que se percibe como un iceberg, es el que está menos relacionado con la patogenia subyacente más profunda. El paciente puede estar realmente enfermo el hígado, pero hay otras líneas detrás de este órgano y puede que ésta ni siquiera sea la más importante.

La tecnificación no sólo absorbe cuantiosos recursos económicos, sino que además se impone sobre nosotros y nos dirige, porque hacemos lo que dicen los exámenes y los aparatos, lo que también nos reduce a una posición más contemplativa.

Todo esto hace que se desarrolle insatisfacción en los pacientes y en los equipos de salud. El asistir al policlínico se transformó en algo latoso, rutinario y se ha ido perdiendo la magia, el encanto, el desafío, que han sido reemplazados por una sensación de desconfianza con el paciente y con el sistema. El médico se torna enemigo de los directivos y de los usuarios y toda la gracia, armonía y belleza de una profesión tan hermosa como la médica, comienza a diluirse.

Los sistemas de salud han colapsado en Chile y en los países desarrollados y constantemente se están buscando soluciones, pero los resultados siempre son parciales, porque, si la medicina se centra en aspectos más bien externos, como obtener más recursos, es poco probable que se logre un cambio significativo.

El hecho de ver al sujeto como un objeto que, como tal, no participa en lo que le atañe, hace que se creen barreras de desconfianza entre el médico y el paciente. Si el profesional syempre está pensando que el paciente está pendiente de sus errores para demandarlo, se genera una atmósfera de trabajo en que se hace imposible entrar al mundo espiritual, psicológico o emocional, porque sólo vemos enemigos, lo que nos hace desconfiados y recelosos. Por eso, el contexto en que se ejerce la medicina es lo más importante; las técnicas y procedimientos son como la joyería, el juego.

La visión científica del mundo, que predomina en el mundo occidental desde fines del siglo XX, fue impulsada por grandes figuras, como Einstein, con la relatividad, las teorías cuánticas y todos los demás avances en el mundo de la física que, aunque nos parezcan ajenos, están muy relacionado con lo que sucede en todas las áreas (y en particular en la Medicina), las que constituyen una red relacional muy integrada.

La medicina alternativa también fue impulsada por grandes figuras:

  • Samuel Hahnemann desarrolló la homeopatía, pero lo más importante fue el cambio de visión, desde lo antagonista a lo símil.
  • Rudolph Steiner aportó la antroposofía.
  • La línea de estos grandes hombres estuvo muy influida por Goethe, que además de filósofo fue un gran científico y se dedicó mucho a la botánica.
  • Bach aportó los conceptos de la terapia floral.
  • El mentor de la así denominada Medicina Sintergética fue el Dr. Carvajal, es decir, esta visión de la medicina nació en Latinoamérica.

Esta línea, que se está desarrollando con fuerza en el mundo, sobre todo en Latinoamérica y ahora en Europa, surgió en el mundo latino (en Colombia). En ella se propone dejar de lado las separaciones entre materia y espíritu, entre ambos hemisferios, entre el mundo de las ideas y el mundo de la mente superior, simbolizado por el hemisferio derecho. Para esto, se debe entender que el análisis de los fenómenos fuera de su contexto encarcela al ser humano en una red de juicios y prejuicios, mientras que la mente superior permite acceder al plano manásico (superior o mental abstracto), a la intuición, al mundo de las ideas y a los arquetipos ideados por Jung y Teilhard de Chardin, entre otros. Se trata de empezar a soltar los lastres que nos mantienen atados a una visión reduccionista.

En los últimos siglos, el pensamiento humano se ha sumergido en la célula, el ADN, etc.; la idea es que comience a regresar desde allí para que pueda ver al ser humano en su contexto, porque un gen aislado no tiene sentido; la idea es lograr la síntesis sin perder el análisis. Esta nueva Medicina no pretende llevar al olvido a la medicina tradicional, sino cerrar el círculo que engloba el mundo del conocimiento y el mundo de la persona, permitiendo la transmutación y el flujo de sus distintos elementos.

La sintergética debe entenderse como una concepción de la vida, una manera de vivir, comprender y disfrutar de la vida, operativizando los conocimientos de varios paradigmas médicos; o sea, no se trata de algo relacionado sólo con la medicina, sino con el ser humano en forma integral, lo que implica ver al paciente y a nuestras propias vidas como un holos, superando el modo separatista de ver las cosas y en especial, de uno mismo. No se puede ser distinto frente al paciente, frente al hijo y frente a todo el mundo, porque esto implica vivir colocándose máscaras y armaduras que confunden y separan a las personas entre sí y, lo que es peor, las separan de sí mismas en forma imperceptible.

Existen múltiples cosmovisiones médicas, procedentes de la medicina china, ayurvédica, cuántica, de la luz, chamánica; lo mejor es recoger lo mejor de cada campo terapéutico para ofrecerlo al paciente, su familia y su contexto, espiritualizando la materia y elevando los ojos del paciente a su alma. Esto tiene mucho sentido, porque implica recuperar la integridad entre espíritu, mente y cuerpo al concebirlos como un continuo en el cual, la materia es la forma más densa del espíritu y éste es la forma más sutil de la materia. La verdadera sanación descansa en el propio paciente y eso está en su propio archivo arcano; cuando él logre sanar y logre percibir el conflicto que hay entre su personalidad y su alma, comenzará la verdadera recuperación del síntoma, que es lo más externo, a partir de su origen profundo.

El nivel material

Cuando se habla del mundo de la materia se habla de lo concreto, lo que se ve (la mesa, la silla, el cuerpo, las células, las hormonas, la inflamación, el cáncer, etc.); en este mundo se incluye la medicina alopática, la homotoxicología y otras corrientes. Sin embargo, existe una serie de niveles supraordenantes y omniabarcantes, es decir, son niveles superiores, pero abarcan a los inferiores, no existen separados unos de otros. En estos niveles está la energía, el mundo de la información y el mundo de la conciencia.

Esta es una perfecta analogía de cómo el ser humano es una maravillosa reproducción del firmamento y del cosmos y, así como en el universo predomina la antimateria, también en el ser humano es mucho más lo que no se ve, que lo que se ve. A pesar de esto, insistimos en restringir nuestra visión al puro aspecto físico, privándonos del acceso a las esferas superiores de la conciencia humana; si pudiéramos visualizar el aporte de cada paquete de información al ser humano integral, veríamos que a la materia le corresponde un punto muy pequeño, de la misma forma en que los planetas, sistemas solares y galaxias no ocupan más del 8% del universo “conocido”, tal como lo han descrito los físicos modernos.

La idea es que esto se aplique en la práctica diaria, no sólo frente a los pacientes, sino también en nuestra propia vida, para lo cual debemos tomar conciencia de que no existe separación entre el mundo de la conciencia, la información y la energía. Esto se puede lograr mediante métodos como la meditación, la oración y la contemplación, pero es fundamental adoptar una conducta más activa y comenzar a vivir desde nuestros chakras más superiores. La humanidad ya pasó la raza atlántida, la lemuriana, etc. y ya está en la cuarta raza, la aria, que tiene el desafío de conquistar el mundo emocional, lo que implica dejar de vivir desde el infradiafragma, en los chakras inferiores, para pasar hacia el supradiafragma. Esto significa tomar conciencia que desde los niveles supraordenantes se puede percibir, ordenar y modular los aspectos negativos de la personalidad, que se manifiestan como rabia, lujuria, inseguridad, miedo, etc. Este proceso debe hacerse extensivo a toda la humanidad, de modo que ésta debe emprender la conquista del mundo emocional, para conquistar después el mundo mental y así acceder a los chakras superiores personales, colectivos y planetarios.

El objetivo de toda terapia es elevar los ojos del paciente a su alma para entrar en conexión con la fuente universal. Si revisamos nuestras creencias, la mayoría de los occidentales tenemos una orientación católica, dentro de la cual se nos enseña que todos somos hijos de Dios y estamos hechos de la misma materia divina, pero sentimos esto sólo en el templo o cuando rezamos, después seguimos separando lo niveles. La idea es que podamos hacer de nuestra vida un holos, integrando estos mundos en el día a día, sea conversando, haciendo el amor, comiendo o discutiendo. Si todas nuestras acciones comienzan a desarrollarse desde los niveles supraordenantes, se comienzan a abrir los campos de visión y podemos acceder a niveles mucho más comprensivos, más compasivos, más amorosos.

Elevar la mirada significa dejar de mirar el ombligo, el hígado, el hepatocito inflamado por la rabia, para observar ese sentimiento y la persona o cosa que aparentemente lo ha generado. El primer paso para desarrollar virtudes superiores, como la compasión, es comprender que el victimario también es una víctima y que es parte de una cadena que podemos arrastrar eternamente si no logramos observar esa emoción y conectarnos con las fuentes energéticas de la conciencia para, desde ahí, obtener la comprensión de lo que está pasando. Esta comprensión es lo que nos va a permitir disolver nuestras inflamaciones y esclerosis.

El nivel de la información

En el segundo nivel, el de la información, radican los arquetipos universales. Ahí hay muchas líneas, los átomos, el inconciente colectivo de Jung, la geometría sagrada (los icosaedros, los dodecaedros), etc., que también están dentro del mundo de la información, pero la idea es que eso sea concreto. Por ejemplo, si un niño tiene una enfermedad del colágeno se le puede hacer recordar el colágeno, para lo cual se le debe facilitar el acceso a esa información; esto se puede lograr llevándole un tetraedro, que tiene la información del colágeno y colocando esa imagen en ese campo informacional, o en ese tobillo, para generar la producción de colágeno en el lugar donde se necesite. Otro ejemplo, el paciente que tiene una articulación rígida debe acceder a la información del agua, que es una información que tu cuerpo conoce, porque tiene una resonancia mórfica, por lo tanto, se puede bajar un dodecaedro y llevarlo hacia el campo que interesa, para que se produzca la resonancia y el paciente empiece a recuperar su propia memoria.

Las leyes de los rayos establecen que existe el primer rayo, el segundo rayo, el rayo de la voluntad, el rayo del amor y el rayo de la inteligencia activa y que hay determinadas enfermedades que pertenecen a cada línea. Cuando una persona tiene una enfermedad de cualquiera de las líneas del ectodermo, como tumores o enfermedades de la piel, se puede deducir que existe una falla o una disrupción en el primer rayo y, por lo tanto, esa persona probablemente tiene un problema con su voluntad y es posible que se le deba preguntar qué le pasó con su padre. Sin duda ese paciente debe operarse y recibir quimioterapia, pero también se debe solucionar el disturbio que existe en la apropiación sana del poder de ese rayo, que emblematiza al padre, a la voluntad, a la conciencia.

Este mundo de la información se operativiza a través de la sanación, en la que se utiliza el poder de la palabra, los mantras, los resonadores arquetípicos, el láser, además de conceptos de medicina ayurvédica y de la terapia floral (en la flor que se entrega hay una información que, por ejemplo, está relacionada con el patrón del dictador, del vengativo, etc.; al dar esa flor, el mundo de la información hace que resuene, para que esa persona ordene, desde el nivel de la información, lo que se le ha desordenado). También se utiliza gemoterapia, homeopatía, fitoterapia, medicina chamánica y terapias a través del color, del sonido y del electromagnetismo.

La geometría sagrada se compone muchos elementos, dentro de los cuales están los sólidos platónicos, llamados así porque fueron trabajados fundamentalmente por Pitágoras y Platón, pasando después desde el mundo griego al mundo egipcio y al mundo maya, hasta ser tomado en la actualidad por los científicos de las escuelas teosóficas, de las escuelas de los rosacruces, etc. Existen distintas figuras; por ejemplo, el cubo representa la tierra, lo concreto.

Nivel de la energía

En el campo de la energía existen distintas denominaciones. La medicina china, por ejemplo, trabaja fundamentalmente a través de los meridianos. También aquí aparece la teoría de los cinco elementos. Todos estos son materiales con los que trabajamos plásticamente a diario con nuestros pacientes. Por esta línea entran el Reiki, la sanación pránica y la medicina chamánica, aunque ésta también entra en el mundo de la información.

Los campos energéticos están muy relacionados con los cuerpos sutiles, con el campo de los chakras. Los grandes médicos han señalado, desde principios del siglo pasado, que debemos empezar a trabajar en el cuerpo sutil, ya que siempre trabajamos sólo en la materia, en lo denso, sin preocuparnos de lo que está ordenando, vehiculizando o energizando a los cuerpos materiales. Existe una anatomía, fisiología y bioquímica de los cuerpos sutiles, desarrollada de la misma manera que en la medicina alopática. Por ejemplo, en una persona con problemas del nervio ciático, infecciones urinarias a repetición o cálculos renales, se deben unir elementos que a veces parecen no tener conexión, para poder detectar una disfunción de su primer centro, que es lo que genera la alteración de todos los niveles que están a su cargo.

En este nivel se describen los chakras, los cuerpos etéricos y los meridianos chinos, tan importantes para aplicar la acupuntura. Conociendo el trayecto de los meridianos se puede entender porqué un paciente ha presentado, por ejemplo, primero una sinusitis y después una anexitis. La estrella de los cinco puntos recuerda al ser humano y, desde el punto de vista de la medicina china, explica cómo se generan, se alimentan y se enferman los distintos órganos del cuerpo. Cada punto representa algo, el agua a los riñones, la vejiga; la madera es hígado y vesícula biliar. Si una persona está enferma del hígado, trabajamos en el hígado, pero se debería ver quién nutre el hígado, que es conocido como la “madre”, que es el agua, para descubrir que la persona realmente tiene una enfermedad renal, que está de fondo. O tal vez se exacerbó la “abuela”, y ocurre que tiene una enfermedad pulmonar, la cual genera un problema a nivel hepático.

Nosotros trabajamos en el campo de la materia y concebimos al cuerpo como un conjunto de sistemas y órganos; conocemos a fondo el funcionamiento a nivel celular y molecular, que ha sido un gran aporte, pero nos hemos quedado atrapados en estos conceptos y le damos muy poca importancia a lo que existe entre las células. En esta otra visión de la medicina trabajamos mucho en el tejido medio, en la matrix, en el mesénquima, que es común a todo el cuerpo; ningún vaso sanguíneo o nervio entra directamente a la célula, todos lo hacen a través de esta matrix, y si esto está poco fluido, enfermo o condensado, es muy difícil que las células o tejidos puedan mejorar.

Herramientas de la sintergética

La principal herramienta es el terapeuta. Si éste está alineado desde el punto de vista electromagnético, pasa a ser un polo de atracción y, por su sola presencia, puede darle la oportunidad al paciente de estar frente a un reflejo, a algo más transparente. En el terapeuta es importante la pureza de móvil, la intención, la coherencia en todos los campos; es importante que esté en el aquí y el ahora, porque es difícil hacer un buen procedimiento si en ese momento se piensa en otras cosas. En un solo instante, a veces infinitesimal, una sola mirada del paciente puede bastar para penetrar a todo el mundo que está detrás de esa dolencia, y ese momento se puede perder si el pensamiento está en otra parte. La mirada es muy importante; es distinto mirar con el ojo derecho o con el izquierdo, existe un código; con los ojos empezamos a relacionar el hemisferio cerebral derecho con el izquierdo. Además, el terapeuta debe saber escuchar los silencios, el tono de voz y observar las manos.

El diálogo con el paciente es, tal vez, lo más importante, porque el paciente es quien tiene toda la información de lo que le sucede; nosotros podemos tener una información determinada y tratamos de “empaquetar” a ese paciente con nuestra información; por ejemplo, si le duele el abdomen y tiene pirosis, es una úlcera y si no, el paciente sólo está molestando; pero quizás ese síntoma tenga su explicación en un contexto un poco más amplio, y el único que puede saber esto es el paciente.

Los pulsos son importantes. Nosotros dialogamos continuamente con el paciente a través de los pulsos, que es la señal autonómica de los vasos sanguíneos y que actúa como “detector de mentiras”, porque si tomamos la mano del paciente podemos detectar cómo “resuena” o cambia su pulso ante cualquier elemento que sea significativo para el paciente. Esto es verificable y se puede aprender; algunas personas pueden, incluso, recoger a distancia las señales que da el paciente.

Existen muchas herramientas específicas dentro de la sintergética, como la aurículo medicina, entendido como somatotopías periféricas, porque se accede a todo el cuerpo.

La somatotopía cerebral incluye todo lo que es la neurosintergia y los focos de Hamer, que se dan específicamente en el mundo de los tumores y cánceres. En el cáncer se hace toda la terapia, se irradia, pero si no se soluciona el conflicto de fondo, probablemente el paciente va a recidivar en un tiempo más. Ese conflicto no sólo está en el mundo emocional, sino que está en el sistema nervioso central, en los focos de Hamer, lo que ha originado un mapeo y toda una nueva fisiología y neuroanatomía, distinta a la tradicional. Existen focos de autoridad, de pérdida del sentido de la vida, de violencia, de duelo, etc., que están bastante tipificados y se puede trabajar a esos niveles. También se puede trabajar con los resonadores arquetípicos mórficos, filtros, láser, electromagnetismo, cromoterapia, etc.

Los resonadores arquetípicos mórficos son una creación que se basa en las teorías de los campos mórficos, los biocircuitos y la biorresonancia y que tienen por objetivo darle al paciente el máximo de opciones para que él mismo comience a recuperar su capacidad sanadora, para lo cual debe integrarse, alinearse, despejar sus cortocircuitos, ordenar los chakras desordenados y arreglar la información que está en disturbio. Esto se puede hacer a través del sistema, que tiene bases científicas, de los resonadores arquetípicos mórficos, que ayudan a la persona a reordenar sus desequilibrios y a recuperarse de los impactos que le han causado distintos eventos a nivel mental, emocional y físico.

Los filtros se utilizan para evaluar si el paciente tiene un problema con la epinefrina, con el GnRh, etc., es decir, para determinar si su problema está relacionado con un mediador determinado. Esto se investiga a través de filtros que se pasan por el cuerpo, a lo que se asocia la medición constante del pulso, el que refleja dónde radica el trastorno, lo que puede ser, por ejemplo, no en la hipófisis o en el hipotálamo, sino en una vivencia periférica, a nivel de los ovarios.

El láser blando (soft laser) es otra herramienta de trabajo, cuyos principios o postulados se basan en el trabajo realizado detrás de la cortina de hierro, por los rusos, en torno a las emisiones de luz por los vegetales, las bacterias, los animales y los seres humanos. La emisión de fotones y la reparación del ADN se trabaja fundamentalmente con láser.

Los imanes pueden ser muy útiles. El ser humano es un imán, con el norte en la cabeza y el sur en los pies, aunque a veces se invierte este orden; por eso, en algunas ocasiones sólo basta un imán para corregir una podálica en una mujer embarazada, que probablemente tiene el norte abajo, mientras que el feto lo tiene en su centro cefálico, rechazándose norte con norte, entonces a veces basta con un imán para reordenar el campo electromagnético de la madre y lograr que el recién nacido descienda con facilidad por el canal del parto. Este es un ejemplo, pero se puede extender a cualquier patología. Es importante, para este efecto, conocer las polaridades y los puntos cardinales a nivel corporal.

Las autovacunas, la cromoterapia, etc., son otros elementos que pueden utilizarse en conjunto con filtros, imanes, geometría sagrada, etc., según las necesidades de cada paciente, porque ningún paciente es igual a otro, concepto que en nuestra medicina se ha ido perdiendo.

La sanación

La sanación, desde el punto de vista sintergético, es un trabajo despersonalizado, es decir, fuera de nuestros egos. La idea es que seamos un grupo de gente alineada, que convierta el momento de entregar servicio en un momento sagrado, en el cual se alinea, gracias a la pureza de móvil y a un sentimiento de amor impersonal.

Trabajamos fundamentalmente en los cuatro niveles de organización de la vida, moviéndonos desde el campo de la conciencia al de la información; a veces trabajamos netamente en los chakras y a veces, movilizamos hormonas. Parece un juego chamánico y por qué no, debemos recuperar nuestra capacidad chamánica para asociarla a la información y bagaje médico que poseemos. Si se dirige la información con pureza de móvil, con intención de servicio y de ayuda, la capacidad potenciadora se elevará a la infinitesimal, sobre todo si se pertenece a un grupo que trabaja en forma coherente.

La energía sigue al pensamiento y la materia sigue a la energía, entonces, porqué no poner nuestro empeño en darnos cuenta de que nuestros pensamientos por lo general siguen códigos pesimistas, destructivos y enjuiciadores; de esta forma podremos iniciar nuestra propia sanación y podremos poner estos conceptos al servicio de la sanación del paciente.

Lograr la sonrisa en el ser humano es nuestro objetivo, nuestra alegría, nuestro sentido.