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Mitos y estereotipos en la sexualidad del adulto mayor

Myths and stereotypes of older adult sexuality

Resumen

Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada en el marco del IV Congreso Latinoamericano de Geriatría y Gerontología, Simposio: Sexualidad, realizado en Santiago entre los días 3 al 6 de septiembre de 2003. El evento fue organizado por la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, el Comité Latinoamericano de Geriatría (COMLAT) y la Asociación Mundial de Gerontología (IAG).
Presidente del Congreso: Dr. Pedro Paulo Marín.
Presidente Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile: Dr. Salvador Sarrá.
Presiden el Simposio: Dra. Adela Herrera y Dr. Alejandro Uribe.
Editor Científico: Dr. Pedro Paulo Marín.

Introducción
Éste es uno de los aspectos menos conocidos de la conducta humana; por eso, cuando alguien se refiere a él suele recurrir a la anécdota, más que al conocimiento científico, aunque esta situación ha cambiado un poco en el último tiempo. Tal como dijo un escritor español hace dos siglos, la vida sexual es un aspecto mal conocido de la vida de los ancianos; hasta hace poco tiempo era prácticamente inabordable y se hablaba de él sólo cuando era motivo de escándalo.

Aunque aún hay mucha ignorancia con respecto al tema, se puede decir que no existe un límite cronológico que marque la desaparición de la vida sexual. En 1978, Master y Johnson plantearon que la sexualidad en la vejez, lo mismo que en otras etapas del ciclo vital, se debe considerar de gran importancia para la calidad de vida, el desarrollo y la salud de la persona. Por tanto, toda manifestación sexual puede ayudar a una adecuada mantención de la salud y el equilibrio.

Vejez y sexualidad

Este tema tiene aspectos de distinto grado de complejidad. Puede ser muy simple cuando se trata de la fisiología del envejecimiento y se habla en términos biológicos, en la esfera de los órganos sexuales; en cambio, es muy difícil entenderlo y llegar a una conclusión cuando se habla de la psicología profunda, es decir, del sentido de la vida interior, que nunca envejece. Como afirma Lolas, psiquiatra, el alma permanece joven hasta el final y es el cuerpo externo el que muestra la vejez.

Esta exposición se referirá a la parte psicológica y no a la biológica, porque es el aspecto más desconocido y menos tratado, a pesar de que vivir el placer, en el ámbito de sentirse bien, se puede considerar como el mejor índice de salud sexual. De hecho, la OMS incluye la sexualidad dentro de la definición de salud integral.

La importancia de este tema radica en que el mundo está envejeciendo rápidamente. Entre 1950 y 2025, las proyecciones indican que la población general en el mundo se va a multiplicar por tres; la población mayor de 60 años, por seis; y la población mayor de 80 años, por diez. Ochenta por ciento de este incremento va a ocurrir en los países en vías de desarrollo, que no están preparados para asumir el proceso del envejecimiento, tanto desde el punto de vista sociosanitario como del de conocimientos.

Chile no escapa a este cambio demográfico. En 2025 ya no habrá una pirámide etaria sino un rectángulo, y, lo que es más importante, un estudio de 1998 demostró que los hombres de 60 años de edad iban a vivir hasta los 80, y las mujeres, hasta los 84. La mujer que tenía 90 años en el momento del estudio tenía probabilidades de vivir cinco años más.

Esta transición demográfica comprende una cultura de la senilidad, que integra también la sexualidad; sin embargo, hay una tendencia a “reciclar” al anciano hacia un falso e imposible joven, donde el concepto de la sexualidad se maneja entre dos extremos: o se niega debido a la infertilidad, con el argumento de que el papel de la relación sexual es procrear y que el individuo que no puede hacerlo es ineficaz; o bien, se homologa al anciano con un joven de prodigiosas condiciones sexuales, lo que también es erróneo.

Ambos extremos desconocen la posibilidad de lograr una imagen sexual armoniosa, que coordine lo biopsicosocial para adecuar este aspecto a esta etapa de la vida, en la que lo más importante es la existencia de un sentimiento profundo. Tal como decía un antiguo poeta, saber ser viejo es una de las cosas más difíciles en el dificilísimo arte de la vida.

¿Qué es la sexualidad?

Clásicamente, la sexualidad se define como un proceso de integración emocional, somático, intelectual y relacional, que se desarrolla durante toda la existencia. Desde el punto de vista geriátrico, se habla de una expresión sicológica de emociones, de un compromiso que exige la mayor cantidad y calidad de comunicación entre compañeros para lograr una relación en la que se compartan confianza, amor y placer. Lo más importante de esta definición es que se centra en la calidad de la relación, con coito o sin él, lo que diferencia a este grupo etario de los demás.

La palabra “anciano” deriva del latín antiguo anti o sea, “antes de” o “perteneciente a una edad anterior”, pero en esta sociedad ni siquiera la sabiduría salva al adulto mayor de la discriminación psicosocial, cultural e incluso familiar, a pesar de que, más que a una edad anterior, pertenecen a una edad superada, porque es la única edad que no introduce a otro ciclo de vida, sino que después de ella viene la muerte. Es el momento más dramático de la existencia, porque es la época de las pérdidas: se pierde el papel social, la agilidad mental y física, el cónyuge, los hijos, los amigos. Además, aparece el temor a la soledad, la discapacidad, la falta de recursos sociales, el aislamiento, la incomprensión y la muerte.

En medio de todas estas vivencias se inserta la sexualidad, que es básica en el ser humano, pero la sociedad les hace creer a los ancianos que es algo que a ellos no les corresponde, lo que origina una serie de dudas. En un estudio realizado en el policlínico de la Universidad de Chile, se recogieron las siguientes interrogantes sobre los ancianos:

  • ¿Deben, los ancianos, tener vida sexual?
  • ¿Son capaces de hacer el amor?
  • ¿Quieren realmente hacerlo?
  • ¿Es correcto, normal o decente hacerlo?
  • El interés sexual ¿es un signo de senilidad, un deterioro del juicio o una demostración embarazosa de la incapacidad para adaptarse al envejecimiento, debido a las limitaciones que éste conlleva?
  • ¿Es mejor asumir estas limitaciones con resignación?

La medicina prolonga la vida, pero no siempre se preocupa de otorgar calidad de vida y suele descuidar el aspecto más importante de la salud integral, que es la salud sexual, sea por falta de interés o por ignorancia. Todo esto determina que el anciano se mueva en una sociedad que le es hostil en todo sentido, que está llena de prejuicios y mitos en relación a la sexualidad y que carece de preparación para enfrentar los cambios fisiológicos, anatómicos y funcionales propios de esta edad.

Los estudios epidemiológicos acerca de este tema son escasos, porque es nuevo o quizás, simplemente, por falta de interés, lo que refleja la ignorancia de la sociedad y del equipo médico; cuando un anciano se atreve a reiniciar una vida de pareja, se le tilda inmediatamente de “viejo verde” o de “viudo alegre”.

El comportamiento sexual depende de muchos factores, como la salud general, la disponibilidad de un compañero sano, la personalidad, factores socioculturales, nivel de educación, actividad sexual previa, prácticas e intereses previos y grado de satisfacción con la vida, que en el anciano es muy importante, dado que es el ser humano cuya calidad de vida depende más del medio externo.

Es importante saber que los cambios fisiológicos, anatómicos y funcionales de los órganos sexuales no justifican el cese de la vida sexual, pero los ancianos y el equipo de salud deben conocerlos, para lograr una adaptación adecuada y un buen funcionamiento.

Es importante reconocer y aceptar que la atracción sexual y la necesidad de comunicación avectiva, la que se expresa no sólo en lo genital, sino al estar juntos, dormir abrazados, sentirse queridos y protegidos, siguen presentes hasta el final de la vida.

En resumen, el anciano se enfrenta a un nuevo lenguaje sexual, en el que prevalece la dimensión afectiva y cobra importancia el sentimiento profundo; es decir, de un lenguaje biológico cuantitativo se pasa a uno aprendido, cualitativo, relacionado con la intimidad y el compromiso de ambas partes. Este lenguaje se desarrolla sólo con la experiencia a lo largo del tiempo; es muy importante conocerse, porque el adulto mayor busca la compañía, la comunicación humana, más que el mero desahogo instintivo, que es lo que ocurría muchas veces cuando la pareja era joven.

Muchos estudios relativos al envejecimiento y la sexualidad sólo analizan el número de relaciones sexuales y la frecuencia de orgasmos, y no toman en cuenta que la diferencia entre la sexualidad del anciano y la del joven es la calidad de la relación. En estos estudios se concluye que, si bien es cierto que la frecuencia de la actividad sexual disminuye en el anciano, sigue existiendo, lo que depende del buen estado de salud física y mental, de la existencia de un compañero sano y de la historia sexual previa, como ya se dijo.

Masturbación

Comparado con el individuo joven, en el anciano disminuye la frecuencia de las relaciones y aumenta la de otras actividades sexuales, como aproximaciones físicas, tocamientos, caricias, lapsos de intimidad emocional, de complicidad, de relación de compañía, de dormir juntos. También aumenta la masturbación.

Kinsey, que es el que más ha estudiado el tema, afirma que la masturbación es tan común en el joven como en el anciano, pero su frecuencia relativa es mayor en éste, ya que constituye la actividad sexual más frecuente en los mayores de 80 años y está presente en alrededor de la mitad de las mujeres mayores de 60 años; un 8% de ellas la practica con frecuencia semanal.

La prevalencia de la masturbación aumenta si la pareja está discapacitada y cuando el individuo enfrenta simultáneamente a la viudez y al rechazo social ante la posibilidad de que establezca una nueva pareja, rechazo que muchas veces viene de parte de los hijos, por temor, entre otras cosas, a perder alguna herencia. La actividad sexual puede disminuir con la edad por todas las causas descritas, pero hay dos factores muy importantes, que determinan un viraje en el papel social del individuo: la viudez y el cambio de domicilio.

Viudez

Es el factor más importante en el cese de la actividad sexual en el adulto mayor: mientras más prolongada es la viudez, más cuesta reiniciar una vida de pareja. Además, se crea un sentimiento de culpa en el sobreviviente por iniciar una nueva vida o por haber sobrevivido, sobre todo si la vida de pareja fue muy bonita.

Aquí aparece la diferencia de sexo; hay más mujeres viudas que hombres viudos, y a ellas les cuesta más reiniciar una vida de pareja, por el hecho de que hay un hombre por cada cuatro a seis mujeres en la edad adulta y porque son objeto de mayor discriminación. La mujer teme llegar a la vejez, porque es sinónimo de ser inútil, a pesar de haber colaborado con su trabajo, remunerado o no, para que la sociedad, el cónyuge y los hijos salieran adelante.

Con el climaterio, el sentimiento de vejez se anticipa en la mujer con respecto al hombre, porque el papel más importante que se otorga en esta sociedad a la mujer es el de madre; por eso, cuando llega la menopausia siente que jubila, justo en el momento en que el hombre alcanza la cúspide de su carrera. Por otra parte, la menopausia entorpece la vida de pareja al favorecer la dispareunia por sequedad vaginal, pero aún así existe una tendencia a tratar el tema de la disfunción sexual enfocado en el hombre, ya que se suele hablar de disfunción eréctil y no de disfunción global.

La mujer que está en la etapa del climaterio conserva el erotismo y necesita intimidad, pero la sociedad ordena, implícitamente, que cese la sexualidad. Los mitos son más fuertes en lo que se refiere a la mujer; por ejemplo, se dice que con la vejez, ésta pierde el apetito sexual, aunque Master y Johnson demostraron que lo único que disminuye en el tiempo, pero sin llegar a desaparecer, es el período de placer sexual.

En cuanto a la autopercepción de la sexualidad, la mujer de clase media baja, que se atiende en el Policlínico de Geriatría del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, opina que su sexualidad es un aspecto relevante en la vida, que no tiene una connotación de maldad o suciedad, que la intimidad no sufre menoscabo por los años de convivencia y que todavía su sexualidad sigue vinculada al amor de la pareja y es la expresión más linda de amor en este momento.

Algunas frases escritas por las pacientes son: “lo miro y mi corazón siente lo mismo que cuando tenía 20 años”, “la vida junto a él ha sido maravillosa, con él lo tengo todo”. Esto demuestra que las emociones siguen presentes y son positivas, que la vida en pareja ha sido digna de vivirse y que hay una adaptación psicológica respecto a la vida de pareja.

También se ha visto que la jubilación no influye en el número de relaciones sexuales, aunque aumenta el tiempo para compartir a diario. En cuanto al síndrome del nido vacío, estas mujeres refieren más bien un sentimiento de “misión cumplida”; terminan de procrear, para empezar a crear como mujer.

La belleza es clave en la percepción de la sexualidad en la mujer mayor, que en general se siente incómoda con su cuerpo, a pesar de que el hombre también sufre cambios en su aspecto con el paso de los años.

Cambio de domicilio

A veces los hijos se turnan para llevarse al padre o a la madre, atentando contra el principio de autonomía; por otra parte, las personas que trabajan en los hogares de ancianos, al menos en Chile, no tienen conocimientos acerca del envejecimiento y dentro de esos hogares, generalmente no hay lugares óptimos para que desarrollen su intimidad.

El anciano demente es discriminado, a pesar de que también necesita sentirse amado; para esto muchas veces basta con abrazarlo. Con frecuencia, los individuos con limitaciones mentales no son preparados ni prevenidos acerca de eventuales secuelas cuando son sometidos a mastectomías, colostomías u otras intervenciones que afectan la función sexual o eréctil de los ancianos.

Los profesionales de la salud también tienen mitos acerca de este tema, ya que su nivel de información suele ser escaso o nulo, de modo que el paciente no se atreve a preguntar y el médico tampoco, para no demostrar su ignorancia. Es importante recalcar que el médico no debe discriminar al paciente por su edad, más bien debe ponerse en su lugar y preguntarse lo que sentiría si él o sus padres estuvieran en una situación similar.

La sociedad no tiene el deber de asegurar la felicidad de todos los individuos, pero sí el de entregarles las herramientas para que ellos logren su propia felicidad y el de exigir el respeto por la vida biológica y la igualdad de oportunidades en la vida social y política, para todos los individuos. Éstos tienen derecho a decidir sobre lo que es bueno o malo para sí mismos.

Como afirmaba Kant, lo importante es que el ser humano sea un fin y no sólo un medio. El único aspecto en que está permitido que un ser humano sea un medio para otro es en el de la sexualidad, pero sólo si es un medio y, además, un fin. Cuando sólo es un medio, se puede considerar inmoral o amoral.

Conclusiones

En la edad avanzada se ama de manera más profunda, se purifica el amor de la pasión. El adulto mayor habla con más facilidad el lenguaje del amor, con palabras más sinceras y con silencios más emotivos; una mirada o una caricia pueden valer más que muchas declaraciones de amor.

La clave está en mantener la capacidad de dar amor, porque ningún fármaco ni terapia surten efecto si no se considera que la mejor zona erógena está en la mente y que, i~dependientemente de la edad, sólo se envejece cuando se pierde la capacidad de amar.