Comunicaciones breves

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Adicción alimentaria en Latinoamérica

Food addiction in Latin America

Resumen

La adicción alimentaria es un trastorno que se caracteriza por un deseo incontrolable de ingerir alimentos con alto contenido de grasas y azúcares. Esta dependencia se debe en parte, a que dichos alimentos activan el sistema de recompensa cerebral de manera similar a las drogas. Ello genera la liberación de neurotransmisores como la dopamina y oxitocina, lo cual desencadena una necesidad de repetir la conducta. En países desarrollados (en Europa, Asia y Norteamérica), existen reportes de adicción alimentaria en niños, adolescentes, estudiantes universitarios, grupos de minorías sexuales, mujeres y población adulta que padecen obesidad y/o sobrepeso. En Latinoamérica, estudios realizados en Chile reportan que 10% de estudiantes universitarios sufren adicción alimentaria, mientras que en Brasil 4% de adultos tienen el mismo trastorno. Los estudios sobre prevalencias de adicción alimentaria son escasos. Asimismo, se requieren validaciones de instrumentos de diagnóstico y estudios sobre la efectividad de la psicoterapia para modificar conductas en este trastorno.

Introducción

En 2016, 39% (N = 1900 millones) de la población mundial adulta mayor de 18 años de edad tenía sobrepeso, mientras que 13% (N = 650 millones) padecía de obesidad. Así también, en los últimos 41 años la prevalencia de este trastorno ha crecido de 4% en 1975 a más de 18% en 2016 [1]. En Latinoamérica, 58% de la población tiene sobrepeso y 23% padece de obesidad, afectando más a mujeres y niños [2].

Cada año a nivel mundial, 2,8 millones de muertes se atribuyen al sobrepeso y obesidad, pues se sabe que estos son factores clave en la aparición de enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer [1],[3]. El incremento de la obesidad y sobrepeso en los últimos años parece deberse al cambio de los patrones alimenticios, con la preferencia de comida con alto contenido de grasas y azúcares, así como la disminución de actividades físicas, sedentarismo, globalización, migración (rural a urbana), entre otros factores [2].

Estudios recientes sugieren que la adicción alimentaria es la causante principal de la obesidad y sobrepeso [4]. Según trabajos previos, la adicción alimentaria es aquel comportamiento persistente o de esfuerzos infructuosos para reducir o controlar la ingesta de alimentos, principalmente aquellos que tienen alto contenido de grasas y azúcares. Además, existen síntomas y criterios como la tolerancia y abstinencia similares al trastorno relacionado con sustancias y adictivos [5],[6],[7].

Los alimentos con alto contenido en azúcares y grasas tienen un carácter adictivo en la persona que los ingiere, debido a que activan el sistema de recompensa cerebral de manera similar a las drogas. Ello genera la liberación de neurotransmisores como la dopamina, lo que activa regiones mesolímbicas como la corteza orbitofrontal, la corteza cingulada anterior y la amígdala. Todo esto causa una sensación de placer y bienestar, reforzando la conducta de consumo, que tiende a repetirse [8].

Criterios de diagnóstico
Pese a que ya se han identificado las poblaciones que son vulnerables para la adicción alimentaria, en la actualidad no existen criterios de diagnóstico establecidos para este trastorno en el Manual de Diagnóstico y Estadísticas para Enfermedades Psiquiátricas, V edición (DSM-V). Sin embargo, existen diversos instrumentos que han sido construidos sobre la base de las características propias de la adicción alimentaria y de los criterios de los trastornos por consumo de otras sustancias (o sustancias desconocidas) propuestos en el Manual de Diagnóstico y Estadísticas para Enfermedades Psiquiátricas, V edición (DSM-V) [9],[10],[11].

Uno de estos instrumentos es la Addiction-like Eating Behaviour Scale validado recientemente en Reino Unido [12]. Otra herramienta es la denominada Yale Food Addiction Scale Version 2.0 publicada en 2016. Se trata de un auto informe de 31 ítems que clasifica el trastorno en leve, moderado y grave. Este instrumento es el más usado en diferentes países, puesto que fue creado con la finalidad de brindar una medida validada sobre el comportamiento alimenticio adictivo, basado en los criterios diagnósticos de dependencia de sustancias según el Manual de Diagnóstico y Estadísticas para Enfermedades Psiquiátricas, V edición (DSM-V) [13].

En Latinoamérica existen otros instrumentos traducidos al castellano que evalúan la adicción alimentaria o deseo por comer (Tabla 1). En México se validó la versión en español del cuestionario sobre ingesta alimentaria, el cual evalúa los hábitos y actitudes asociadas a la obesidad y sobrepeso [14]. Además existen otros instrumentos utilizados para analizar un problema similar a la adicción alimentaria [15]. No obstante, es necesaria una mejor traducción y validación de instrumentos para estudiar específicamente la adicción alimentaria.

Instrumentos para medir adicción alimentaria, validados en Latinoamérica.
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Poblaciones afectadas por la adicción alimentaria en el mundo
En adolescentes de Alemania (N = 51) con obesidad y sobrepeso, un estudio reportó que 38% calificaba con un diagnóstico de adicción alimentaria [5]. Otro trabajo realizado en estudiantes universitarios de Holanda (N = 1495), mostró al menos un síntoma de adicción alimentaria y 12% cumplía los criterios para ser diagnosticado como tal [17].

Por otra parte, un estudio realizado en Estados Unidos con 356 participantes de las minorías sexuales (gay, lesbiana y bisexuales), mostró que estas personas tienen el doble de prevalencia de adicción a los alimentos en relación a los heterosexuales. Además a dicha población, al experimentar mayores síntomas de adicción alimentaria, en este estudio se le consideró como una población en riesgo [18].

Un trabajo de revisión sistemática con adultos y niños sobre prevalencia de la adicción a los alimentos, analizó 25 estudios con un total de 196 211 participantes predominantemente femeninos, con sobrepeso/obesos (60%). A través del metanálisis se encontró que 19,9% calificaba para adicción a los alimentos, con la puntuación más alta en población adulta mayor de 35 años, mujeres y participantes con sobrepeso/obesos [19].

Las consecuencias de padecer adicción alimentaria, como en el reporte de un estudio realizado en más de 200 niños israelíes, mostró que la adicción alimentaria se asocia significativamente a una alta prevalencia de obesidad [20]. Este mismo año, en Estados Unidos una investigación con 150 niños determinó que la adicción alimentaria se vincula a la obesidad y a prácticas alimentarias como restricción y presión para comer [21].

Primeros reportes de prevalencias en Latinoamérica
En 2016 en México, un estudio con (N=160) adultos para validar la escala de adicción a los alimentos de Yale mostró un α de Cronbach = 0,7963 [16]. Sin embargo, este trabajo no presentó datos descriptivos acerca de la prevalencia de adicción alimentaria.

En Brasil en 2017, un estudio con (N=7639) adultos reportó que la adicción alimentaria se presentó en 4% de aquella población, siendo las mujeres un grupo vulnerable. Además, se asociaron a este problema la presencia de un episodio depresivo mayor, el trastorno de bipolaridad y el trastorno de la piel [11].

Por su parte en Chile, un estudio transversal realizado en 2015 con estudiantes universitarios (N = 292), reportó que 10% de los participantes cumplieron con los criterios diagnósticos para adicción alimentaria. Las mujeres obesas fueron quienes tenían una mayor prevalencia. Sin embargo, aún existe escasa información y desconocimiento sobre este tema [22].

Tratamiento

Al no poseer una caracterización para su diagnóstico específico, evidentemente carece también de tratamiento específico.

No obstante lo anterior, uno de los tratamientos contra la adicción alimentaria es la psicoterapia de motivación. Esta terapia brinda mejoría clínica a través de aquellos factores que podrían ocasionar vulnerabilidad en el paciente, tratando la impulsividad y la regulación emocional [6].

Asimismo, la terapia de aceptación y compromiso se ha empleado en personas adultas obesas con altos niveles de adicción alimentaria. No obstante, se requieren más estudios para garantizar su efectividad, pues debe incluir el manejo de tolerancia a la angustia psicológica y control de emociones. Esto porque dichos pensamientos favorecen el seguir comiendo y desarrollar el auto control en la alimentación [23].

Las técnicas de la terapia cognitivo conductual han mostrado resultados satisfactorios a corto plazo, reduciendo los síntomas de la adicción alimentaria [24]. Un estudio realizado con pacientes con comportamientos de atracones y obesidad, refleja que la exposición a una realidad virtual usada como una alternativa de exposición in vivo, reduce las ansias por ingerir alimentos con alto contenido calórico [25].

Una revisión sistemática sobre la estimulación transcraneal de corriente directa para tratar adicciones comportamentales, señala que siete estudios reportan que este método reduce el antojo de alimentos [26]. De igual manera, el ejercicio físico como caminatas, correr y otras actividades deportivas, representan una valiosa manera de hacer frente a la adicción alimentaria [27]. Sin embargo, en la actualidad no existe algún tratamiento farmacológico autorizado para tratar este trastorno [6].

Si bien es cierto que estas terapias han brindado resultados favorables en la mejoría clínica de la adicción alimentaria, hasta la fecha no hemos encontrado estudios como ensayos clínicos o revisiones sistemáticas realizadas en Latinoamérica que avalen la efectividad y significancia clínica de estos tratamientos.

Conclusiones

Podemos concluir que en América Latina son escasos los estudios que evalúan las prevalencias y terapias para la adicción alimentaria y obesidad. Esta situación es preocupante, debido a que no hay suficiente información científica que respalde la adicción alimentaria. Hasta ahora creemos que esta enfermedad es causada por factores como el sedentarismo, globalización, migración y otros, conocimiento que no está equivocado pues hay estudios que así lo demuestran. Sin embargo, aún no se ha explorado la adicción a algunos alimentos con alto contenido en grasas y azúcares, sobre todo en países latinoamericanos [8].

Queda claro que la adicción alimentaria se encuentra presente en niños, adolescentes, jóvenes, población de minorías sexuales, mujeres y adultos en general, cuya característica principal es padecer de obesidad y/o sobrepeso.

La terapia cognitivo conductual ha mostrado brindar mejoría inmediata, puesto que modifica los pensamientos y sentimientos originados en los pacientes con adicción alimentaria [24]. A pesar de ello, hasta la fecha no hemos encontrado ningún ensayo clínico aleatorio y controlado realizado en Latinoamérica, que evidencie estudios sobre la efectividad de alguna psicoterapia para la adicción alimentaria. Por tal motivo, aún no existiría un tratamiento clínico o terapéutico sustentado por este tipo de investigaciones científicas.

Lo anterior podría complicar seriamente a los pacientes que padecen de adicción alimentaria. Esto porque al no tener claro un diagnóstico específico y un tratamiento avalado por la ciencia, podríamos estar realizando tratamientos equivocados cuyos resultados no serían nada favorables para la salud pública latinoamericana y mundial.

En consecuencia, los profesionales latinoamericanos dedicados a la salud mental tienen un rol protagónico en el trastorno de adicción alimentaria, puesto que deben desarrollar criterios de diagnóstico específicos para esta enfermedad. Ello permitirá identificar este trastorno de manera más eficiente. Además, es importante el diseño de nuevos tratamientos basados en el entrenamiento del autocontrol y manejo de emociones implicadas en la adicción alimentaria [13]. Asimismo, deben explorar la efectividad de terapias que ayuden en la mejoría clínica, junto con brindar un trato humano.

En aras de mejorar las políticas de salud pública, los investigadores y universidades deben promover a “la adicción alimentaria” como línea de investigación para conocer su prevalencia en la población latinoamericana ya que, hasta la fecha, se desconoce este dato.

Notas

Declaración de conflictos de intereses
Los autores han completado el formulario de declaración de conflictos de intereses del ICMJE, y declaran no haber recibido financiamiento para la realización del reporte; no tener relaciones financieras con organizaciones que podrían tener intereses en el artículo publicado, en los últimos tres años; y no tener otras relaciones o actividades que podrían influir sobre el artículo publicado. Los formularios pueden ser solicitados contactando al autor responsable o a la dirección editorial de la Revista.