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← vista completaPublicado el 15 de enero de 2024 | http://doi.org/10.5867/medwave.2024.01.2805
El cambio climático impacta la infancia
Climate change impacts childhood
El Panel Intergubernamental sobre cambio climático (CC) en su último informe, fue enfático en declarar que desde el Siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal impulsor del cambio climático a través de las modificaciones antropogénicas persistentes en la composición de la atmósfera o en el uso de la tierra [1]. El calentamiento global ha llevado a la aparición de sequías y desertificación, acidificación de los océanos, derretimiento de los polos y aumento del nivel del mar, así como un aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos (temperaturas extremas, lluvias intensas e inundaciones, incendios forestales). Todo ello ha acarreado consecuencias devastadoras en nuestro planeta y evidentes daños en los ecosistemas y pérdida de biodiversidad, con su correspondiente impacto en la salud, bienestar y condiciones de vida de la población [1,2].
El cambio climático representa uno de los principales desafíos para la salud pública debido a sus impactos directos. Estos se relacionan con lesiones, enfermedades, agravamiento de comorbilidades y defunciones debidas a fenómenos meteorológicos extremos. Por su parte los impactos indirectos actúan a través de los sistemas naturales, aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias, enfermedades transmitidas por alimentos y agua, así como las enfermedades transmitidas por vectores [3].
El cambio climático es la mayor amenaza a la que se enfrentan los niños y los jóvenes del mundo. Este segmento de la población es más vulnerable a los efectos del cambio climático sobre la salud por cuatro motivos principales:
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Físicamente porque tienen menos capacidad para soportar a los fenómenos meteorológicos extremos.
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Fisiológicamente porque tienen sistemas que aún están en desarrollo, incluso hasta después del nacimiento, y sus cuerpos se adaptan a un ritmo más lento, siendo más susceptibles a las enfermedades relacionadas con el clima.
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Tienen mayor riesgo que los adultos de morir a consecuencia de enfermedades sensibles al clima y a los fenómenos meteorológicos extremos.
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Tienen toda la vida por delante, las exposiciones a la degradación ambiental y sus efectos a una edad temprana pueden tener consecuencias negativas en sus vidas adultas [4,5].
Los salubristas y equipos de salud infantil debemos velar por medidas de adaptación en salud frente a los efectos del cambio climático, de manera que los sistemas de salud estén preparados para atender a los niños, niñas y adolescentes afectados por los impactos en salud directos e indirectos. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha reconocido que el cambio climático plantea riesgos significativos para la salud y bienestar de la población, especialmente en niños, niñas y adolescentes. Asimismo, demanda esfuerzos de las autoridades sanitarias para crear sistemas de salud resilientes al clima, que permitan anticipar, preparar, prevenir, responder y recuperarse rápidamente de los riesgos climáticos. Algunos aspectos importantes de estos sistemas son:
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Preparar la infraestructura de salud, asegurando establecimientos más seguros y operativos durante y después de eventos climáticos.
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Capacitar y sensibilizar al personal de salud en el reconocimiento de signos y síntomas de cuadros de salud relacionados con el clima.
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Identificar los eventos sensibles y riesgos según zona geográfica para anticiparse a los eventos de salud específicos.
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Implementar sistemas de vigilancia que permitan anticipar y preparar a los establecimientos de salud.
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Empoderar, educar y concientizar a representantes de salud locales, incluyendo a niños, niñas y adolescentes [3].
Si bien, los impactos directos e indirectos del cambio climático en la salud de los niños, niñas y adolescentes son muy importantes, no podemos dejar de valorar sus impactos en los determinantes sociales de la salud que afectan las condiciones donde los niños nacen y crecen, y que amenazan con echar atrás los progresos conseguidos en relación a salud y bienestar infantil.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha sido enfática en declarar que la crisis climática es una crisis de los derechos de la infancia y que, adicionalmente el cambio climático amplificará las vulnerabilidades de los niños que ya viven en circunstancias peligrosas. Algunos de los derechos de la infancia amenazados o vulnerados por el cambio climático son:
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Derecho a la salud debido a la falta de preparación de los sistemas y servicios de salud frente a sus impactos, que son bastante conocidos, y por los daños a la infraestructura de salud que pueden hacer que las intervenciones de emergencia sean menos efectivas o nulas.
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Derecho a la vida y supervivencia, ya que los fenómenos climáticos extremos ponen directa e indirectamente en peligro la vida y la supervivencia de los niños, niñas y adolescentes junto a sus familias.
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Derecho a un entorno saludable y seguro debido a que la degradación ambiental causada por el cambio climático afecta el medio ambiente donde los niños, niñas y adolescentes nacen, aprenden, juegan y se desarrollan. Además, cuando un lugar se vuelve inseguro muchas familias se ven obligadas a desplazarse y los niños, niñas y adolescentes se ven obligados a abandonar sus escuelas y comunidades, afectando su educación y bienestar.
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Derecho a la alimentación, ya que el cambio climático afecta la producción de alimentos que lleva a la escasez delos mismos y al aumento de los precios, lo que ya se ha reportado que acrecienta la malnutrición infantil, produciendo retraso en el crecimiento y vulnerabilidad frente a enfermedades.
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Derecho a la educación, dado que los fenómenos climáticos extremos a menudo interrumpen la educación de niños, niñas y adolescentes (escuelas dañadas por inundaciones, incendios, etc.), lo que lleva a la pérdida de oportunidades de aprendizaje. Por otro lado, las temperaturas extremas y el humo de incendios podrían hacer que las aulas sean inseguras o inadecuadas para el aprendizaje.
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Derecho a la participación, puesto que los niños, niñas y adolescentes a menudo están excluidos de las decisiones relacionadas con el cambio climático, a pesar de que es su futuro el que está en juego.
Todos estos derechos amenazados y vulnerados perjudican la salud actual y futura de este grupo etario, su desarrollo cognitivo y los resultados de aprendizajes que finalmente impactan los logros educativos y las posteriores oportunidades de empleo [4,5].
Los y las salubristas y equipos de salud infantil debemos velar por medidas de adaptación en todos los sectores. Esto requiere poner a la "salud en todas las políticas" que permitan enfrentar los impactos del cambio climático en el desarrollo saludable de los niños, niñas y adolescentes con una mirada de futuro. Es decir, se debe pensar en cómo la preparación para los actuales impactos indirectos del cambio climático beneficiará a los futuros adultos y a las próximas generaciones. El trabajo interdisciplinario e intersectorial es fundamental para la construcción de intervenciones de salud pública coordinadas y simultáneas, con distintos sectores que aprecien las complejas circunstancias causales y los impactos del cambio climático. Todas estas acciones, además, deben incluir un enfoque de justicia ambiental, dado que los efectos del cambio climático no se distribuyen de manera uniforme en los territorios, regiones y el mundo. Asimismo, los riesgos también se han distribuido de manera desigual dentro y entre las poblaciones [5,6].
Las acciones de mitigación del cambio climático forman parte de las medidas preventivas que podrían evitar la aparición de los problemas de salud en los niños, niñas y adolescentes en lugar de tratarlos. Para esto, es necesario reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y los contaminantes ambientales, lo que en salud pública se conoce como abordar “las causas de las causas”. Los salubristas y equipos de salud infantil debemos velar por prevenir el progreso del cambio climático. Para esto es necesario aplicar el lema "salud en todas las políticas" y potenciar el trabajo interdisciplinario para ejercer abogacía por los niños, niñas y adolescentes con énfasis en la mitigación del cambio climático. El trabajo intersectorial es fundamental: educación, salud, vivienda, agricultura, energía, medio ambiente, entre otros. De igual forma, el rol de los salubristas y la academia es destacar los beneficios para la salud de las medidas de mitigación intersectoriales [6].