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Personalidad y obesidad

Personality and obesity

Resumen

Este texto completo es la transcripción editada y revisada del Simposio Internacional "Obesidad y Diabetes: ¿La Epidemia que Viene?", organizado por Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, a través de su Programa de Obesidad, el día 17 de octubre de 2001.
Directoras: Dra. Cecilia Albala, Prof. Juliana Kain, Prof. Sonia Olivares.

Introducción
Este es un tema muy interesante, pero está muy poco difundido o estudiado en la literatura médica. Si se revisa el tema de personalidad y obesidad, o psicopatología y obesidad, se encuentra escasa información en comparación con otros temas relacionados con la obesidad, como el ejercicio. Es importante aclarar algunas definiciones para tener un lenguaje común.

Personalidad
Según la OMS, la personalidad es un patrón enraizado de modos de pensar, sentir y comportarse que caracterizan el estilo de vida y modo de adaptarse único de un individuo, los que son la resultante de factores constitucionales, evolutivos y sociales. Estos patrones de comportamiento tienden a ser estables y a afectar múltiples dominios conductuales.

Esta definición posee tres aspectos que es interesante destacar:

  • Lo primero es que habla de modos de pensar, sentir y comportarse, es decir, al hablar de personalidad estamos hablando de cómo el individuo piensa, siente y se comporta.
  • También señala que es la resultante de los factores constitucionales, evolutivos y sociales, es decir, que resulta de lo que el individuo trae, de la etapa evolutiva en que se encuentra y de lo que le corresponde vivir.
  • Por otra parte, esta definición habla de que existen patrones de comportamiento que tienden a ser estables, es decir, hay una línea estable a lo largo de la vida por la cual el individuo se mueve.

El manual de diagnóstico estadístico de los trastornos mentales DSM IV, que permite que los psiquiatras de distintos lugares del mundo se entiendan en un lenguaje común, define la personalidad como sigue: “patrones persistentes de formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre uno mismo, que se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos sociales y personales”. Nuevamente, se refiere a patrones persistentes de formas de percibir, relacionar y pensar sobre uno mismo y sobre el entorno.

Alport da una definición de personalidad un tanto distinta, pues la entiende como la “organización dinámica en el individuo de aquellos sistemas psicofísicos que determinan su adaptación única al ambiente”. Él habla de una organización dinámica, es decir, de un sistema que puede evolucionar y cambiar. Esto no quiere decir que nuestras personalidades cambien radicalmente, sino que es la posibilidad de cambiar en algún grado.

Hay dos grandes modos de analizar la personalidad. Uno corresponde a los modelos categoriales, que tratan de distinguir distintas categorías de individuos con características en común, donde posiblemente estas categorías sean excluyentes. El DSM IV utiliza actualmente un modelo categorial que divide a los individuos en tres grandes grupos, llamados clusters:

  • Cluster A: son sujetos “raros”, como los paranoides, esquizoides y esquizotípicos.
  • Cluster B: son sujetos emocionalmente inestables; hay cuatro tipos; limítrofe, histriónico, narcisista y antisocial.
  • Cluster C: son sujetos ansiosos o miedosos, como los obsesivos compulsivos, evitativos y dependientes.

Otro modo de enfocar la personalidad son los modelos dimensionales y son los que más sirven. En ellos no se distinguen categorías absolutas como en el modelo anterior, sino que se consideran dimensiones o continuos de características, que combinadas se expresarían en un modo de ser único.

El modelo que domina esta línea de pensamiento es el modelo de Cloninger, en el que se señala que la personalidad está constituida por temperamento y carácter, que a su vez estarían compuestos por diferentes dimensiones o continuos de características que combinadas se expresarían en un modo de ser único.

Temperamento

  • Es la predisposición emocional congénita con la que el individuo nace y que estaría determinada genéticamente en 40-60%.
  • Se han identificado sustratos neurobiológicos en relación con neurorreceptores, mediante estudios con neuroimágenes o PET-SCAN que han detectado activación de ciertas zonas. También a nivel de LCR o incluso a nivel plasmático, se encuentran, en mayor o menor concentración, distintos elementos.
  • Es observable precozmente: se puede ver en bebés de dos meses y se correlaciona con ciertas conductas posteriores.
  • Es estable en el tiempo. Estudios en niños de siete u ocho años han mostrado que un determinado temperamento se correlaciona con un comportamiento en la adolescencia.

Dimensiones del temperamento
Éstas no son verdades absolutas sin posibilidad de cambiar, sino que son aspectos que están en estudio y alrededor de los cuales existe cierta controversia. Según Cloninger, las dimensiones del temperamento se pueden clasificar en cuatro elementos y se pueden medir con escalas o con el TCI, que es el test que mide las dimensiones de personalidad, y son:

  • Evitación del daño.
  • Búsqueda de novedades.
  • Dependencia de recompensas.
  • Persistencia.

Evitación del daño
Es la dimensión que se relaciona con la ansiedad. Las personas que en los tests tienen alto puntaje en evitación del daño suelen ser más bien inhibidas, retraídas socialmente, temerosas de la frustración y el castigo, ansiosas. Cuando hay un peligro esta conducta es buena, pero en situaciones en que no hay peligro puede llevar a una ansiedad adaptativa.

La dimensión de evitación del daño tiene relación con ciertas proyecciones serotoninérgicas. Se ha relacionado con los niveles de 5-hidroxitriptamina en distintos tejidos, especialmente en plaquetas. Está muy claro que es genético. Se ha visto, en pacientes que presentan depresión o ansiedad, que su respuesta al tratamiento es distinta según el puntaje que tengan en evitación de daño.

Búsqueda de novedades
Esta dimensión se relaciona con la dopamina, como se ha demostrado en múltiples estudios relacionados con el receptor de dopamina y sus distintas formas. Hay distintos alelos para el receptor de dopamina y distinta disponibilidad de dopamina, que se ha relacionado con el comportamiento.

La persona que tiene un alto puntaje en búsqueda de novedades es más bien impulsiva, se aburre fácilmente, siempre está buscando algo nuevo, es más inquieta. En cambio, las personas que tienen un bajo índice en este aspecto son frugales, calmadas, reflexivas y no se aburren con la monotonía.

Esta dimensión de búsqueda de novedades se asocia con las conductas de recompensa. La dopamina está muy relacionada con la gratificación; se sabe que la comida, el alcohol y ciertas drogas y sustancias psicoactivas estimulan la secreción de dopamina. Hay una serie de estudios en que se correlaciona esta dimensión de búsqueda de novedades con la biodisponibilidad de dopamina.

Dependencia de recompensa
Tiene relación con la sociabilidad, con cuánto a la persona le interesa, gusta o influye el contacto con las demás personas. El alto puntaje en dependencia de recompensa es propio de la personas más bien sociables, sentimentales, de buen corazón. Su defecto es que son influenciables y poco objetivas, al revés de las personas que tienen un bajo puntaje, que son más bien frías y pueden tomar decisiones de manera más imparcial.

Persistencia
Tiene relación con la capacidad de enfrentar tareas sin tener un premio o recompensa inmediatos. Esto quizás no sea tan importante para el tema de la obesidad, pero sí en la anorexia nerviosa, en el que se ha demostrado que las pacientes tienen un alto grado de persistencia en este tipo de evaluación.

Carácter

Se define como “lo que llegamos intencionalmente a ser”. Tiene un componente genético que se relaciona con el temperamento. Es el componente de la personalidad que comprende procesos de simbolización y abstracción, y refleja la contribución social y cultural a la personalidad del individuo. Está determinado genéticamente en 15% a 40% y es dependiente de la familia en 30% a 35%.

Dimensiones del carácter

  • Autoconcepto
  • Tendencia a la cooperación
  • Trascendencia

Relación entre personalidad y obesidad

En el estudio de esta relación hay que responder varias preguntas:

  • ¿Existe alguna personalidad que predisponga a desarrollar obesidad? (entendiendo personalidad como un modo de sentir, percibir y comportarse).
  • ¿Existe una personalidad común entre los obesos?
  • ¿Existe relación entre algún tipo de personalidad y el pronóstico de la obesidad?

En la literatura hay poca información acerca de este tema, pero los escasos estudios que existen indican que no existe una personalidad en común en los pacientes obesos, tampoco habría correlación entre personalidad y pronóstico del tratamiento de la obesidad. Lo que sí se encuentra es que en los obesos con trastornos de la conducta alimentaria, que serían 25% de los obesos, habría una mayor prevalencia de trastornos de la personalidad, especialmente de los llamados trastornos limítrofes, igual que en las pacientes con anorexia nerviosa, en las que también se han descrito otras alteraciones.

O sea, si se analiza la relación entre personalidad y obesidad, en estudios que clasifican la personalidad de manera categorial (los clusters), no se encuentra relación. Sin embargo, si lo que se busca es una relación entre alguna dimensión de la personalidad y obesidad se encuentra una respuesta distinta.

Hay estudios, especialmente en los dos últimos años, que han encontrado asociación entre obesidad y la dimensión de búsqueda de novedades, mientras que otros la han encontrado entre evitación de daño y obesidad.

Obesidad y búsqueda de novedades

Esta dimensión describe a personas que tienden a aburrirse con la monotonía, a ser impulsivas o a buscar novedades, y que, curiosamente, desarrollan más adicciones, por ejemplo a psicoestimulantes y drogas.

En varios estudios se ha visto que puede haber alguna relación con la comida; en uno de ellos se estudió la relación entre dopamina cerebral y obesidad, y se observó que había una correlación inversa entre el índice de masa corporal y la disponibilidad de receptores de dopamina cerebral en pacientes obesos (1).

Esto ha sido interpretado de dos maneras. Algunos piensan que hay menos unión con dopamina, porque el obeso come más y por lo tanto une menos dopamina, y se produce una down regulation de los receptores; en cambio, otros plantean que unen menos dopamina, porque tienen menos receptores, por lo que necesitan comer más para tener más dopamina, y esta discusión sigue abierta todavía.

Lo importante es que se está abriendo una posibilidad de asociar elementos, que antes se veía lejana. En la revista Diabetes apareció un artículo acerca del gen del receptor de dopamina y obesidad, que tendría relación con un menor gasto energético. Por lo tanto, la dopamina tiene relación con el comportamiento (2).

Obesidad y evitación del daño

En un estudio que apareció en Neurosciences Letters, realizado en sujetos normales, se midió la unión a dopamina, el IMC y las dimensiones de personalidad, con el test TCI, y se observó que a mayor IMC había una menor dimensión de la evitación del daño, quizás distinto a lo previsto, y que el IMC tenía correlación con la unión de dopamina en la amígdala. Por lo tanto, los estudios señalan cierta relación entre esta dimensión y obesidad (3).

Además, sobre la relación con la dimensión evitación del daño hay un estudio de predictores de ganancia de peso, en adultos, en plazos de seis y doce años. En los pacientes que suben de peso existe una correlación con su percepción de la vida en el sentido del estrés; al aplicar un cuestionario orientado a determinar cuán estresados se sienten, se observa una correlación entre esto y el aumento de peso seis años después. El estrés tiene varias acepciones, pero en general tiene relación con la dimensión de evitación del daño, ya que las personas con alto puntaje en este aspecto tienen mayor tendencia a desarrollar trastornos ansiosos y depresión.

Hay otro artículo que tiene relación con las diferencias metabólicas y se refiere a un estudio del grupo de Bjorntorp, en el que se observaron diferencias metabólicas en pacientes obesos, de acuerdo al tipo de personalidad, definido por el DSM IV. Como éste, están surgiendo varios estudios acerca de las relaciones entre obesidad y temperamento (4).

Influencia de la obesidad sobre la personalidad

Si bien es cierto que no se puede afirmar que existe una relación causal entre personalidad y obesidad, hay estudios transversales que describen una mayor prevalencia de ansiedad y depresión en los pacientes obesos, a lo que se ha dado el nombre de consecuencias psicosociales de la obesidad. Sin embargo, como son estudios transversales, podría ser que las personas obesas que refieren mayor ansiedad y mayor depresión tuvieran un factor temperamental que los haga vivir su obesidad con mayor ansiedad y depresión.

En un estudio de publicación reciente, realizado en mujeres que no consultaban para bajar de peso sino por otras causas, y que tenían un IMC sobre 30, se les midió satisfacción, ansiedad y estrés, y se encontró que estaban relacionados con la presencia de psicopatología de ansiedad y con factores personales como la autoimagen más que con el IMC (5).

Hay que recordar la definición de Alport de la personalidad como un sistema dinámico, que no es algo estático y que nuestra personalidad puede ir cambiando, a pesar de que mantengamos una línea.

Es conocido el estrés psicosocial al que está sometido el paciente obeso a lo largo de años, causado, entre otras cosas, por cierto grado de discriminación al que se ve enfrentado. En un estudio aparecido en el N Engl J Med se observó que los obesos se casan menos, son peor remunerados y, a pesar de tener el mismo coeficiente intelectual, acceden a peores universidades. Otro aspecto importante es que el paciente obeso tiene menor autoestima, lo que también conforma un círculo hacia la psicopatología.

Conclusiones

  • Hay distintas formas de medir personalidad en los distintos estudios, que son pocos.
  • Hay coincidencia en encontrar mayor ansiedad y depresión en los obesos.
  • Hay una alta frecuencia de alteraciones más graves en pacientes con trastornos de la conducta alimentaria.
  • Si bien es cierto que no podemos hablar de personalidad típica del obeso, pues los estudios no lo avalan, es posible plantear que existan ciertas combinaciones de grado de dimensiones temperamentales más frecuentes en algunos tipos de obesidad.
  • Por otra parte, se puede decir que las dimensiones temperamentales contribuyen a la aparición de psicopatología en el obeso.

¿Cómo se enfrenta la diversidad?

Debe enfrentarse considerando a cada paciente como único, pero, en este grupo de pacientes en particular, es importante evaluar los siguientes aspectos:

  • ¿Tiene el paciente que consulta una ansiedad patológica?
  • ¿Tiene una susceptibilidad aumentada al estrés?
  • ¿Cómo se recompensa?

Este último punto se refiere a lo mencionado acerca de la dopamina. Se ha visto que el ejercicio aumenta la descarga de dopamina y que aumenta la cantidad de un tipo de receptores de dopamina. Por eso se plantea que el ejercicio es una buena estrategia en obesidad, ya que sería también una estrategia para aumentar dopamina cuando se piensa que está disminuida.