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← vista completaPublicado el 1 de diciembre de 2001 | http://doi.org/10.5867/medwave.2001.12.3598
Técnica de terapia vocal y nuevos conceptos
New concepts about voice therapy technique
Resumen
Este texto completo es la transcripción editada y revisada de una conferencia dictada en el Curso Internacional de Cirugía de la Voz y Cirugía Endoscópica Sinusal Avanzada, organizado en Santiago por el Hospital Clínico de la Fuerza Aérea de Chile desde el 2 al 4 de abril de 2001.
Presidente: Dr. Sergio Lillo D. Coordinador: Dr. Gonzalo González Z.
Introducción
Con la Dra. Ramos, en los próximos minutos, vamos a cubrir las técnicas de terapia vocal. En realidad, han presenciado un tour por el mundo de la biología molecular y la medicina. Comenzaremos con un par de ensayos terapéuticos que hemos realizado.
Ejercicios vocales versus higiene vocal
Primero vamos a hablar de ensayos clínicos aleatorios entre ejercicios vocales e higiene vocal. Con diferentes aproximaciones estudiamos a 58 profesores que se quejaban de problemas de voz. Usamos higiene vocal dirigida a limitar la cantidad y el tipo de voz, tratamos de eliminar comportamientos vocales que consideramos traumáticos y tratamos de mejorar su estilo de vida e hidratarlos correctamente. Esa era la aproximación de higiene vocal, era esencialmente una “dieta” vocal. La intención era que, si lo realizado era correcto, su voz debía mejorar. El otro grupo usó ejercicios de función vocal. Fue un programa de ejercicios sistemáticos: cuatro ejercicios que se hacían dos veces al día cada uno durante seis a ocho semanas. Los ejercicios consistían en prolongación de vocales y cambios de tonos, usándolos lo más suavemente que podían. Se registraba el progreso de los pacientes. El propósito era que los ejercicios vocales mejoraran la fuerza y la resistencia, y produjeran así una voz más sana y fuerte.
Los 58 profesores fueron asignados al azar a uno de los tres grupos siguientes: sin tratamiento, con higiene vocal y con ejercicios de función vocal, durante seis semanas. Antes y después, usaron un índice de discapacidad vocal o VHI (Voice Handicap Index) que medía cómo se sentían respecto a su voz. Es un instrumento de autoinforme, en el cual se responden preguntas como las siguientes: ¿Se me acaba el aire cuando hablo? ¿Oír mi voz es difícil para los demás? ¿Cuando tengo que hablar, estoy tenso debido a mi voz? Hay una serie de 30 preguntas que se responden “nunca” o “siempre”. Así podemos evaluar si los tratamientos funcionan.
En los resultados, se observa una mejoría estadísticamente significativa en el grupo con ejercicios de función vocal. Los del grupo de higiene vocal ni mejoraron ni empeoraron. Sin tratamiento, continuaron empeorando; aunque esto no fue significativo, había una tendencia marcada. En la autoevaluación general, un puntaje alto es mejor que uno bajo. Los pacientes dieron un mejor puntaje a los ejercicios que a la higiene. Al preguntarles por la claridad con que les sonaba su propia voz, los ejercicios, nuevamente, tuvieron mejor evaluación. También, en la facilidad con que pueden hablar, la ventaja fue para el grupo con ejercicios. El cumplimiento, es decir, cómo hicieron lo que debían hacer, fue bueno y semejante en ambos grupos.
Amplificación versus higiene vocal
El siguiente estudio fue sobre amplificación y se utilizó el mismo diseño del anterior. Esta vez se trabajó con 30 profesores que quedaron asignados a amplificación, higiene vocal o sin tratamiento, también durante seis semanas. Los seleccionados para amplificación, sólo usaron micrófono, no recibieron ninguna otra terapia. El índice de discapacidad de voz no muestra importancia estadística entre amplificación, higiene vocal y control, pero hay una tendencia. Aún falta agregar a algunas personas para completar este estudio, pero, por el momento, no hay diferencias entre la amplificación y la higiene, con estas mediciones. Los que no recibieron ningún tratamiento empeoraron, en un nivel estadísticamente importante. Cuando los pacientes se autoevaluaron, respecto a si mejoraban o no, los que utilizaron amplificación sintieron que funcionaban mejor que los que utilizaron higiene vocal. Tanto la facilidad de uso de la voz como la claridad mejoraron de manera importante. Ambos grupos tuvieron los mismos puntajes de cumplimiento.
Dra. C.A. Ramos Pizarro, Ph.D.
Si tratamos de resumir los efectos de la información que acaba de presentar el Dr. Gray y de los trabajos que él y su grupo han realizado, debemos concluir que las técnicas de terapia están sujetas a un mayor escrutinio, para verificar, no sólo su eficacia, sino su eficiencia. Quiere decir que una técnica no se utiliza en terapia sólo porque usarla es tradicional, porque siempre la hemos usado, sino porque hemos visto que efectivamente tiene un efecto en el paciente, un resultado positivo que se verifica, y no únicamente con ese paciente sino con grupos de pacientes. Esto significa un escrutinio de investigación. En el futuro, que se anuncia ya ahora, las técnicas se van a seleccionar con base en una patología laríngea en particular. Ya no se verán estos planes o programas de tratamiento que se administran a todos por igual, es decir, paciente que entra por la puerta, paciente que recibe el mismo programa.
Como ahora se conoce mucho más de lo que sucede a nivel del tejido del pliegue vocal, se individualiza mucho más. Nuestras técnicas, por lo tanto, tendrán que basarse en fundamentos fisiológicos comprobados. Es cierto que debemos pensar en el arte y en la influencia que nos viene del campo de la música, pero no es posible encontrar un fundamento fisiológico, una base fisiológica, para lo que se le pide al paciente que haga. Tal vez eso es superfluo en este caso y no contribuye forzosamente de manera significativa al progreso en el cuadro. Lo que se persigue es que, en el futuro, nuestros ejercicios remodelen el tejido de los pliegues vocales. No sólo se trata de mejorar la coordinación de los sistemas, sino lograr un impacto sobre la naturaleza del tejido, por ejemplo, en el caso de una cicatriz.
Para terminar, el nuevo fonoaudiólogo, en la clínica, tiene que estar cabalmente preparado en anatomía y fisiología laríngea, debe estar muy al día en las técnicas ya probadas, las que rinden mejores resultados. Además, debe tener destreza en la selección y adiestramiento en el uso de sistemas de amplificación, porque ya hemos visto que es una estrategia que va a rendir frutos. Es decir, disminuir la cantidad, no tanto la cantidad de lo que el paciente habla, sino cuánto tiempo habla a un volumen muy alto. Igual que al seleccionar una prótesis auditiva, el fonoaudiólogo deberá seleccionar un sistema que tenga cierto nivel de salida o de watts que permita comunicarse dentro del ambiente escolar.
Por último, debe ser capaz de llevar a cabo una selección apropiada de pacientes para el programa de higiene vocal. Sobre la base a estos estudios, ya se sabe que no sirve a todos de igual manera; no se le da el programa de higiene vocal a todo el mundo. Hay pacientes a quienes, en realidad, no les sirve, no mejoran. La higiene vocal no es para todos de manera igual. Debemos aprender a identificar al paciente que realmente va a lograr una mejoría.