Estudios originales
← vista completaPublicado el 10 de diciembre de 2013 | http://doi.org/10.5867/medwave.2013.11.5864
Relación del estilo de vida y estado de nutrición en estudiantes universitarios: estudio descriptivo de corte transversal
Life style and nutritional status in university students: a descriptive, cross-sectional study
Resumen
Introducción: el estilo de vida es el conjunto de comportamientos que practica habitualmente una persona en forma consciente y voluntaria durante el transcurso de su vida. La evaluación del estado nutricional a través de la antropometría permite tomar medidas preventivas en beneficio de la salud. Ello cobra importancia en los jóvenes, pues diversos autores han destacado que la población universitaria es un grupo especialmente vulnerable para desarrollar costumbres y hábitos de riesgo. Propósito: el objetivo de la investigación es evaluar y relacionar el estilo de vida con el estado de nutrición de estudiantes universitarios. Diseño: estudio observacional, descriptivo, de corte transversal. Se valoró el estado de nutrición y se aplicó el cuestionario FANTASTIC. Resultados: el 88,1% de los estudiantes tiene un estilo de vida saludable y 65% fue clasificado como normal de acuerdo al índice de masa corporal. Conclusión: se encontró que sí existe una relación entre el estilo de vida y el estado de nutrición. Por otro lado se identificaron conductas de riesgo en las dimensiones de nutrición, tabaco, sueño y estrés.
Introducción
El estilo de vida es el conjunto de comportamientos que practica habitualmente una persona en forma consciente y voluntaria[1], de tal manera que se desarrolla durante la vida del sujeto. En los primeros años de vida es moldeado exclusivamente por los padres. Posteriormente recibe una serie de influencias en el ámbito escolar, ya sea por los profesores (e indirectamente por los programas educativos), así como por los grupos de amigos que pueden reforzar conductas como el juego organizado y el uso del tabaco o alcohol. Cada individuo es capaz de evaluar los riesgos y beneficios de determinado comportamiento y los practica de manera voluntaria2. Entre los elementos que constituyen el estilo de vida se han considerado las conductas y preferencias relacionadas con el tipo, horario y cantidad de alimentación; el tipo y cantidad de actividad física3; el tiempo de sueño[4]; el consumo de alcohol, tabaco u otras drogas[5] ; las actividades de cuidado de la salud; el uso de artefactos de protección específica (uso del cinturón de seguridad, el uso de casco cuando se utiliza bicicleta y motocicleta); el tiempo y la intensidad de la jornada laboral; el tipo y duración de las actividades recreativas; las relaciones interpersonales; las prácticas sexuales[6]; entre otros comportamientos que hacen a las personas más o menos propensas a la enfermedad o a mantener sus estados de salud[7] .
Hoy en día en México los nuevos estilos de vida han traído consigo hábitos no saludables que aumentan el riesgo de desarrollar enfermedades crónico-degenerativas. Esto debido a que se está viviendo una transición alimentaria: se ha pasado de una dieta rica en verduras, frutas, cereales y leguminosas a una dieta rica en grasa y azucares refinados. Además se suma que se lleva un estilo de vida sedentario8, que suele vincularse con otros comportamientos perjudiciales para la salud como el consumo regular de tabaco y alcohol[9], el estrés y alteración en las horas de sueño. Todo ello trae como consecuencia el sobrepeso y la obesidad[10].
La evaluación del estado nutricional a través de la antropometría permite tomar medidas preventivas en bien de la salud. Esto es de gran importancia en los jóvenes[11], pues diversos autores han destacado que la población universitaria es un grupo especialmente vulnerable para desarrollar costumbres y hábitos de riesgo[12], dado que el periodo de estudios universitarios suele ser el momento en que los estudiantes asumen por primera vez la responsabilidad de determinar sus propios estilos y costumbres, que en muchos casos serán mantenidos a lo largo de toda su vida[13].
La pregunta de investigación planteada fue: ¿existe correlación entre el estado de nutrición de los estudiantes universitarios en México con sus estilos de vida?
El objetivo del estudio fue evaluar y relacionar el estilo de vida y estado de nutrición de estudiantes universitarios.
Métodos
Se trata de un estudio observacional, descriptivo, de corte transversal. De los 1.116 estudiantes inscritos en el periodo regular primavera 2012 que comprende de febrero a julio de 2012 del del Centro Universitario de la Universidad Autónoma del Estado de México, UAEM Amecameca, se obtuvo una muestra de 404 estudiantes a través de la fórmula estadística para población finita utilizando un margen de error del 0,04% y un intervalo de confianza del 95%.
Los datos se recolectaron de marzo a junio de 2012 en el horario habitual de asistencia de los estudiantes a la universidad. La valoración antropométrica y la aplicación del cuestionario “¿Cómo es tu estilo de vida? Fantástico” fue grupal en un aula, sin control de tiempo y con la autorización de cada estudiante mediante una carta de consentimiento informado.
Valoración antropométrica
Se tomaron las mediciones de peso y talla. La determinación del peso se realizó con un mínimo de ropa, utilizando una balanza mecánica (SECA, capacidad máxima de 220 kg precisión de 50 g). La estatura se midió con un estadímetro incorporado a la balanza y en las mismas condiciones ambientales que en la recogida del peso[14]. El estado nutricional fue determinado con el índice de masa corporal, IMC. El índice de masa corporal se calculó dividiendo el peso entre la talla al cuadrado [IMC =peso(kg)/talla(cm)2] y se clasificó según la Organización Mundial de la Salud, OMS, en bajo peso (<18,5 kg/m2), normal (18,5 a 24,9 kg/m2), sobrepeso (25 a 29,9 kg/m2) y obesidad (>30 kg/m2)[15].
Estilo de vida
El cuestionario FANTASTIC valora el estilo de vida en diez diferentes aspectos: familia y amigos, asociatividad y actividad física, nutrición, tabaco, alcohol y otras drogas, sueño y estrés, trabajo y tipo de personalidad, introspección, control de salud y conducta sexual, y otras conductas; a través de 30 reactivos cerrados con tres opciones de respuesta. Las opciones otorgan puntuaciones de 0, 1 o 2. Los puntos obtenidos se suman y se multiplican por dos, obteniéndose un puntaje final que se compara con las cinco posibles definiciones sobre el estilo de vida. Entre 103 y 120 puntos el estilo de vida se califica como “felicitaciones”, entre 85 y 102 es “buen trabajo”, desde 73 hasta 84 puntos corresponde a “adecuado”, de 47 a 72 puntos es “algo bajo” y entre 0 y 46 puntos se califica como “estás en zona de peligro”[16]. Este cuestionario ha sido aplicado en estudiantes universitarios en diversas investigaciones efectuadas en países como Chile, Colombia, España y México (Puebla y Veracruz)[17]. Moctezuma, et al[18], y Rodríguez, et al
[19]
, realizaron la validación del cuestionario obteniendo un Alfa de Cronbach de α = ≈ 0,80 y α = ≈ 0,70 respectivamente.
Análisis de la información
Para el manejo de la información obtenida se ingresaron los datos al paquete estadístico para las ciencias sociales SPSS (Statistical Package for Social Sciences) versión 17 para Windows. Tras un análisis exploratorio de los datos se realizaron estadísticas descriptivas mediante frecuencias y porcentajes. Lo mismo se efectuó para dicotomizar las posibles definiciones del estilo de vida que otorgaba el cuestionario (saludable/no saludable) y para la prueba de correlación de Pearson.
Resultados
Características generales de la población en estudio
De los 404 estudiantes universitarios que participaron en este estudio 60,1% eran mujeres y 39,9% hombres, con una edad promedio de 21 ± 3,2 años. Con relación al estado civil de los estudiantes, se observó que 92,3% eran solteros, 3,7% casados y 4% vivía en unión libre.
Estado de nutrición
De acuerdo con la clasificación nutricional según el índice de masa corporal, cerca de 65% de los estudiantes fue clasificado como normales y casi 5% en bajo peso, siendo mayor el exceso de peso que el déficit. La prevalencia de sobrepeso fue mayor en las mujeres (14,2%) que en los hombres (11,9%) como se observa en la Tabla I.
Estilo de vida
Familia y amigos: la familia es una comunidad de vida y afecto indispensable para el pleno desarrollo y maduración del ser humano. Dentro de este estudio los estudiantes tuvieron prácticas saludables en esta dimensión ya que el 78,7% de los estudiantes tiene con quien hablar de las cosas que son importantes para ellos y la misma proporción recibe y da cariño (77,8%). En ambas preguntas las mujeres presentaron mejores relaciones interpersonales que los hombres.
Asociatividad y actividad física: en la dimensión de actividad física, aunque hay más prácticas saludables que no saludables, se encontró que por parte de los estudiantes tan sólo existía 16,8% de participación en grupos de apoyo a su salud y calidad de vida como organizaciones de autocuidado, clubes de enfermos crónicos, deportivos, religiosos, mujeres, adultos mayores, vecinales y otros. De ellos, los hombres tuvieron más participación con 9,3%, que las mujeres con 7,5%. Entre las prácticas positivas destaca que 58% de los estudiantes realiza actividad física tres o más veces por semana y el 89,6% caminó al menos 30 minutos diariamente. En esta dimensión las mujeres tuvieron más prácticas saludables que los hombres (véase Tabla II).
Nutrición: en cuanto a los hábitos de alimentación se encontró que 29,5% de los estudiantes consume todos los días dos porciones de verdura y tres de fruta, mientras que 76% consumen a menudo demasiada azúcar, sal, comida chatarra o con mucha grasa. En esta dimensión se consideró la pregunta “¿Estoy pasado de mi peso ideal en…?” para inferir la percepción corporal que tenían los estudiantes de sí mismos. Dentro de los resultados se observó que 59,3% de los estudiantes considera que se encuentra dentro su peso ideal. Las mujeres tuvieron más prácticas saludables que los hombres, lo que puede apreciarse en la Tabla III.
Tabaco, alcohol y drogas: entre las principales prácticas se encontró que 35,7% de los estudiantes fuma y 1,7% fuma más de 10 cigarrillos al día, 17,8% consume más de 8 bebidas alcohólicas a la semana, 62,6% bebe más de 4 bebidas alcohólicas en una sola ocasión, 2,7% conduce un automóvil después de beber alcohol, 5,5% consume drogas, 33,2% hace uso de fármacos que pueden comprar sin receta, 12,4% consume más de tres veces al día café, té o bebidas de cola que tienen cafeína. En estas dimensiones los hombres tuvieron más practicas saludables, es decir menores niveles de consumo que las mujeres (Tabla IV).
Sueño y estrés: en cuanto a los hábitos de sueño y estrés, se encontraron tendencias hacia lo no saludable. Ello debido a que 68,1% de los estudiantes no duermen bien y no se siente descansado, el 57,4% no se siente capaz de manejar el estrés o la tensión en su vida, 41,1% no se relaja ni disfruta su tiempo libre. En esta dimensión las prácticas más saludables las tuvieron los hombres (Tabla V).
Trabajo y tipo de personalidad, introspección: en esta dimensiones sobre el conocimiento que el sujeto tiene de sus propios estados mentales, los estudiantes no tuvieron prácticas saludables ya que el 74,3% a menudo se percibe acelerado, 64,4% se siente enojado o agresivo, 36,6% no se siente contento con el trabajo o las actividades que realiza, 40,6% no es positivo y optimista, 77% se siente tenso y el 53,7% se siente deprimido. En estas dimensiones las prácticas más saludables las tuvieron los hombres.
Control de salud conducta sexual y otros: en el manejo del autocuidado, 85,1% no se realiza controles de salud en forma periódica, 42,3% casi siempre conversa con su pareja o familia temas de sexualidad, 75,5% se preocupan del autocuidado y del cuidado de su pareja en su conducta sexual; 76,0% respeta como peatón, pasajero del transporte público y/o automovilista, las órdenes de tránsito y 48,3% usa el cinturón de seguridad. En esta dimensión las prácticas más saludables las tuvieron las mujeres.
En la Figura 1 se muestra cómo se ubicaron los estudiantes universitarios de acuerdo a las cinco posibles definiciones del estilo de vida que el cuestionario otorgaba. En ella se observa que la mayoría de los estudiantes universitarios se ubicó en buen trabajo (IC 95%; 51,15-60,84) y una pequeña proporción se encontró en zona de peligro (IC 95%; 0-0,63). De la misma forma se resalta que las mujeres presentan mejores estilos de vida (IC 95%; 27,35-36,44) que los hombres (IC 95%; 19,92-28,27). Al realizar la evaluación de todas las dimensiones estudiadas en el estudio del estilo de vida, se observó que 89% de las mujeres se encontraba entre las categorías felicidades y adecuado, mientras que 87% de los hombres se encontraban en estas categorías. Estos datos indican que el género no tenía un efecto significativo en este grupo de estudio para el establecimiento del estilo de vida.
Para facilitar la correlación de la variable estilo de vida con el estado de nutrición se dicotomizaron las cinco posibles definiciones que el cuestionario ofrecía. Esto quiere decir que se transformaron en dos categorías (saludable y no saludable), de tal manera que el 88,1% de los estudiantes universitarios se ubicó en un estilo de vida saludable (IC 95%; 84,94-91,25) y un 11,9% en un estilo de vida no saludable (IC 95%; 8,74-15,05). Por su parte, 53,5% de las mujeres tuvo un estilo de vida más saludable (IC 95%; 48,63-58,36) que los hombres con un 34,6% (IC 95%; 29,96-39,23).
Con el fin de establecer si existía una correlación entre el estado de nutrición y estilo de vida, se calcularon los coeficientes de correlación lineal de Pearson (p < 0,05) (r=0,141) encontrando que sí existe una correlación significativa de 99%. Sin embargo, esta correlación es débil porque al ser el estilo de vida un comportamiento en el que intervienen diferentes variables, se infiere que cada una de ellas aporta cierto nivel de importancia, pero no puede atribuírsele únicamente a una de ellas un impacto altamente significativo.
Discusión
En el presente estudio los valores de índice de masa corporal reflejan una prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad de 30,7% y de bajo peso de 4,5%. Resultados similares fueron reportados por Lara, et al (2012)[20] con 39,6% y 6,6% respectivamente, a diferencia del trabajo de Ponce de León, et al (2011)[13] en donde los universitarios presentaron valores de 48,4% y 4,1%. Al comparar en este estudio los resultados encontrados para prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad por género (28,8% en hombres y 32,6% en mujeres), con los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012[21] (54,3% en hombres y 54,6% en mujeres), se observó una baja prevalencia en adultos de 20 a 29 años. No obstante es evidente que existe un problema que debe atenderse, porque la obesidad y el sobrepeso constituyen un factor de riesgo que puede conducirlos al desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles como dislipidemia, hipertensión y diabetes, entre otras[22].
A pesar de que la mayoría de los estudiantes universitarios tiene un estilo de vida saludable, se encontraron conductas de riesgo que pueden convertirse en causa de enfermedad. Con relación a estas conductas se encuentra el déficit en la alimentación balanceada, que se reflejó en el poco o nulo consumo de frutas y verduras (70,5%). Este patrón de alimentación coincide con lo reportado por Cervera, et al (2013)[23] donde la dieta de la población universitaria estudiada fue de baja calidad y se caracterizó por el bajo consumo de frutas y verduras, lo que ha sido reconocido como factor de riesgo de las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer[24]. Por lo tanto, de acuerdo con el Fondo Mundial de Investigación en Cáncer, la integración de las frutas y verduras en la dieta diaria podría ayudar a prevenirlas, pues su consumo garantiza la mayoría de los micronutrientes, de fibra dietética y de una serie de sustancias no nutrientes esenciales[25]. No obstante es necesario mencionar que la elección de los alimentos, su preparación y las porciones consumidas, son decisiones que dependerán de cada estudiante, pero que intervendrán directamente en el estado nutricional y en el desarrollo de estilos de vida saludables que tienen importancia en su futura salud[26].
Al relacionar el estado de nutrición con la percepción corporal determinada mediante la pregunta “¿Estoy pasado de mi peso ideal en…?”, se observó que los estudiantes tienen una percepción real de su estado de nutrición ya que 30,7% mencionó que tenían más de cinco kilos por encima de su peso ideal y la misma proporción se encontraba con sobrepeso y obesidad. La percepción de una imagen corporal errónea fue mayor en las mujeres (17,6%) en comparación con la de los hombres (13,1%), debido a que en la dimensión de nutrición las mujeres mencionaron que estaban pasadas de su peso en un mayor número de kilos de lo que se reportaron los hombres. Ello puede deberse a que posiblemente los hombres estén menos preocupados por su imagen[27], por lo que ellas son más conscientes de su peso. Además, las mujeres tienden a estar motivadas a seguir dietas restrictivas por el deseo de tener un cuerpo más delgado o bien por seguir la moda promovida por los medios de comunicación, adquiriendo hábitos de alimentación poco saludables[28] con el riesgo de desarrollar un trastorno de la imagen corporal y padecer trastornos de la conducta alimentaria[29].
Respecto a la actividad física o deporte durante 30 minutos los resultados obtenidos en este estudio son superiores (93,6%) a los reportados por Durán, et al (2012)[30] y Lema, et al (2009)[31], donde sólo el 20% y 23% de los estudiantes universitarios practicaban una actividad física. A pesar de que es ampliamente conocido que un nivel de actividad física moderado, con una frecuencia de dos a tres veces por semana, durante un mínimo de 20 a 30 minutos, trae algunos beneficios como favorecer la memoria visual y el aprendizaje, mejorar el estado de ánimo[32], ofrece un factor de protección ante cardiopatía isquémica, hipertensión arterial, accidentes vasculares cerebrales y osteoporosis[33], la entrada a la universidad supone un momento en el que muchos jóvenes abandonan la actividad física por falta de tiempo34. En relación con nuestro estudio debemos indicar que a pesar de que el nivel de inactividad física fue bajo, éste predominó más en las mujeres (30%) que en los hombres (25,7%), lo cual puede deberse a que los hombres son físicamente más activos y prefieren hacer actividad física en fines de semana como el fútbol, mientras que a las mujeres se les dificulta el mantenimiento de la actividad física[35]. Por esta razón, las mujeres se encuentran en mayor riesgo de desarrollar patologías crónicas metabólicas y/o cardiovasculares[36].
De acuerdo con las prácticas relacionadas con el consumo de tabaco, se encontró una prevalencia inferior de fumadores (35,7%) en comparación con los resultados de Saldivia y Vizcarra (2012)[37], donde su prevalencia de consumo fue de 48%, pero superior en comparación con los resultados de Llambí, et al (2009)[38] donde la prevalencia fue de 28,1%. Cabe resaltar que del total de la población fumadora, las mujeres (18,9%) tuvieron un mayor consumo que los hombres (16,8%). Lo anterior resulta preocupante porque existen diferencias metabólicas entre hombres y mujeres en el procesamiento y eliminación de sustancias que generan daños a la salud. En el caso particular de las mujeres, el consumo excesivo de tabaco afecta principalmente su salud reproductiva y puede ocasionarle otros riesgos como cáncer pulmonar, de mama, arterioesclerosis, hipertensión arterial, infarto al miocardio y enfermedades respiratorias[39] . Por otro lado, el hecho de que existe una población considerable con hábitos de consumo de tabaco se ha descrito como uno de los factores predictivos más potentes para consolidar la conducta de fumador. Un estudio realizado en estudiantes universitarios de primer curso describe que los estudiantes que son fumadores en su mayoría tienen amigos fumadores. A la inversa, los estudios que describen que los estudiantes que no son fumadores, confirman que sólo fuman la mitad o la minoría de sus amigos. De tal manera que existe un factor predictivo para consolidar la conducta de fumador[40].
En relación a los hábitos de sueño y estrés se observó que las mujeres (39,4%) presentaron mayor nivel de estrés que los hombres (18%). Dichos resultados son semejantes a lo informado por Martínez, et al (2012)[41] en jóvenes universitarios, donde las estudiantes (20,9%) también presentan un mayor nivel de estrés que los hombres (19,1%). Es importante señalar el papel que desempeña el estrés en la salud de esta población, ya que puede ser el comienzo de una serie de enfermedades como alteraciones cardiovasculares, hipertensión, ulcera péptica, dolores musculares, asma, jaquecas y depresión[42]. Aunque el estrés no es la causa directa de las mismas, con frecuencia contribuye a su desarrollo[43]. A la vez llama la atención que en esta misma dimensión las mujeres (42,2%) a diferencia de los hombres (25,9%) son quienes presentan problemas para dormir y sentirse descansadas. Este hecho podría estar relacionado con la presencia del estrés, pues la calidad del sueño no se refiere únicamente al hecho de dormir bien durante la noche, sino que incluye también un buen funcionamiento diurno. Un adecuado nivel de atención para realizar diferentes tareas[44] y la restricción del sueño, ha sido apuntado como uno de los factores que puede interferir en la capacidad de concentración, razonamiento e incluso causar fatiga, irritabilidad, inestabilidad emocional, estrés, problemas de memoria, sensación de disminución del rendimiento cotidiano[45] , alteración de la tolerancia a la glucosa y de los niveles de diferentes hormonas (grelina, leptina, hormona de crecimiento). Todo ello puede contribuir al desbalance energético y, por consiguiente, hacerlos más susceptibles a enfermedades como la hipertensión, el sobrepeso, la obesidad[46] y las enfermedades crónicas[47]. De ahí que la buena calidad de sueño no solamente es fundamental como factor determinante de la salud, sino como elemento propiciador de una buena calidad de vida[48] .
Conclusión
Fundados en los resultados obtenidos, se puede concluir que aun cuando en algunas de las dimensiones los valores encontrados son bajos, como en el caso de actividad física, la mayoría de los estudiantes universitarios evaluados en el presente estudio presentaron un estilo de vida saludable. Además se pudo determinar que no existe una fuerte relación entre el estado de nutrición con el estilo de vida, puesto que el porcentaje de estudiantes universitarios clasificados como normales para este parámetro fue menor que los que tuvieron un estilo de vida saludable. Se requiere la modificación de ciertos hábitos que favorezcan su salud, sobre todo en las mujeres debido a que ellas presentaron mayores conductas de riesgo en las dimensiones de sueño y estrés, tabaco, alcohol y drogas, que favorecen el desarrollo de algunas enfermedades crónicas. Por otro lado, es necesario continuar evaluando el estilo de vida y el estado de nutrición de los estudiantes universitarios, pues permite conocer cómo aquellos se van modificando. Esa evaluación favorecería el diseño de estrategias para la promoción de hábitos saludables.
Notas
Declaración de conflictos de intereses
Los autores han completado el formulario de declaración de conflictos de intereses del ICMJE traducido al castellano por Medwave, y declaran no haber recibido financiamiento para la realización del artículo; no tener relaciones financieras con organizaciones que podrían tener intereses en el artículo publicado, en los últimos tres años; y no tener otras relaciones o actividades que podrían influir sobre el artículo publicado. Los formularios pueden ser solicitados contactando a la autora responsable.
Aspectos éticos
Los datos se recolectaron de manera grupal en un aula sin control de tiempo, con la autorización de cada estudiante mediante una carta de consentimiento informado. El presente trabajo fue autorizado por el Comité de Ética del Programa de Maestría en Salud Familiar y Comunitaria de la Universidad Autónoma del Estado de México.